Desde que Netflix anunció en exclusiva la serie animada del popular videojuego Castlevania tuve mucha curiosidad. La verdad es que los cuatro episodios de su primera temporada me dejaron más que satisfecho y con ganas de más, deseando ver qué se cocía en su segunda temporada.
La misma llegó con el doble de episodios y muchas más pretensiones, pero con irregulares resultados, al incluir relleno innecesario y tramas insípidas que no hacían otra cosa que retrasar el devenir de los acontecimientos. Sin embargo, sus últimos episodios salvaron de la quema a esta insatisfactoria temporada dos, que dejaba (de forma bastante innecesaria) las puertas abiertas a una nueva entrega.
Pues bien, ésta ha llegado ante nosotros, con diez episodios y una serie de tramas que, si bien no son relleno y cumplen su función, resultan algo lentas y fallidas. Lejos quedan los logros de la más que correcta primera temporada, ya que se nota que han querido ser más complejos y profundos, ofreciendo unas historias con un claro objetivo, pero renunciando a cualquier atisbo de diversión y aventura en la función, al contrario que hace un par de años.
En esta innecesariamente larga tercera temporada tenemos cuatro historias, algunas más logradas que otras, pero ninguna de ellas redonda, aunque le sucede exactamente lo mismo que a la anterior (y superior) segunda temporada, que no es otra cosa que poner toda la carne en el asador en sus episodios finales, ya que la cosa mejora en estos dos últimos.
No obstante, antes hemos tenido que asistir a momentos bochornosos (la relación de Alucard con dos de los nuevos personajes), tediosos (Carmilla y su castillo o el encarcelamiento de Héctor) o pretenciosos (casi cualquier diálogo de Isaac con personajes que se va encontrando en su misión).
Los personajes nuevos quieren destacar a toda costa, pero la mayoría se quedan en tierra de nadie, sin llamar la atención especialmente o sin que consigan llegar a nuestros corazones como sí lo hicieron lo tres protagonistas en temporadas anteriores.
Respecto a la animación, se mantiene el nivel, siendo especialmente fascinante en el décimo y último episodio, gracias a un combate espectacular. Eso sí, hasta los dos últimos capítulos la acción ha brillado por su ausencia, optándose por diálogos interminables que no llevan a ninguna parte.
No soy de esos que buscan espectáculos para apagar el cerebro y aprecio las historias profundas que nos quieran transmitir algo, pero hay que saber dosificar, y no es posible que en diez episodios no suceda casi nada relevante hasta el final.
En conclusión, estamos ante una tercera temporada fallida, bastante insípida y larga y que se salva de la quema por sus efectivos y entretenidos dos últimos episodios. Aviso: Tengo constancia de que muchos espectadores o fans de la serie han disfrutado con esta nueva entrega y la consideran incluso la mejor, por lo que tampoco me hagáis mucho caso si habéis disfrutado con las dos anteriores temporadas.
Pero un servidor se debe a la verdad y, debo reconocer (mal que me pese) que me va costar mucho aventurarme en una más que segura cuarta temporada, ya que creo que todo debería haber acabado en la segunda y no estirar el chicle en un proyecto que cada vez tiene menos que ver con el material original. Una pena.
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