El ego de Alejandro González Iñárritu extiende cheques que su nueva película no puede pagar.
Y es que ‘Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades‘ ha sido masacrada por la crítica, un hecho sin precedentes si tenemos en cuenta que nos encontramos ante una producción prediseñada para encandilar a estos últimos. Es decir, cine de autor, de ese que tanto gusta en los festivales. Pero esta vez no ha colado, ya que ‘Bardo‘ ha recibido críticas muy negativas, lo que ya te da un aviso de que el tiro le ha salido por la culata al director y guionista mexicano. Si tu trabajo no gusta ni a los críticos, ¿para qué?
Lo del ego viene porque al señorito Alejandro no le gustó que criticasen su film, hasta el punto de decir que los críticos eran racistas. ¿Pero qué tendrá que ver la gimnasia con la magnesia? Una pataleta de niño pequeño, y una demostración más de que este cineasta no es tan inteligente como se cree, porque hacer una defensa tan perezosa y lamentable de tu película, no dice mucho de ti.
Pero estamos aquí para hablar de ‘Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades‘, cinta que debería haberse titulado, ‘Crónica de un interminable viaje a ninguna parte‘, porque eso es exactamente lo que es esta película. Eterna es quedarse corto. Cuando han aparecido los títulos de crédito, España había vuelto a ganar el Mundial y ya estaba redactando mi testamento. La película no sabe cuándo acabar, teniendo diez finales, por lo menos. Alejandro, podrías haber dejado esto en dos horas, pero tu ambición ha devorado al genio, si es que alguna vez estuvo ahí. Y es que la culpa de la existencia de ‘Bardo‘ es única y exclusivamente de los críticos, esos que le han estado riendo las gracias durante años, pero que ahora le han dado la espalda ante un trabajo indefendible. Vosotros creasteis al monstruo, ahora asumid las consecuencias, pero el público no tenía que pagar el pato.
Y es curioso, porque Alejandro González Iñárritu no es ningún genio, pero tampoco idiota, diciendo claramente al espectador que su película es pretenciosa y una absurdez, de la boca de un personaje que le escupe lo siguiente al protagonista en un momento del film: ‘Tu documental me parece un ejercicio pretencioso e innecesariamente onírico. Lo onírico lo único que hace es ocultar una mediocridad en tu escritura. Una sumatoria de escenas carentes de sentido, que no sabía si morirme o cagarme de la risa’. Señoras y señores, esto es ‘Bardo‘ (no me imagina una descripción más acertada), y que el propio director lo confiese en su propia película, me dice todo lo que necesito saber sobre él. Le sobran agallas, por decirlo suavemente… Eso no se lo quita nadie.
No todo es malo, ya que técnicamente Alejandro vuelve a ofrecer un trabajo elegante, y reconozco que precioso. Hay casos en los que una buena dirección mejora y hasta salva una película, pero este no es el caso, ya que el tedio eclipsa cualquier atisbo de salvación. ‘Bardo‘ es un castigo, y es imposible huir de él a no ser que le des al stop (si tienes la «suerte» de verla en Netflix). Yo no lo he hecho, y ya no volveré a ser el mismo. El otro punto positivo es la fabulosa actuación de Daniel Giménez Cacho, totalmente entregado a un trabajo que no está a la altura de su talento. Un protagonista omnipresente que defiende con soltura la ridiculez del conjunto. Y hablando del tema, hace poco afirmé que ‘Ruido de fondo (White Noise)‘ era la película mas ridícula de 2022. Todavía no había visto ‘Bardo‘, arrebatándole el título por méritos propios.
Y es que ‘Bardo‘ es exactamente lo que parece, una propuesta pretenciosa y pseudofilosófica, en un viaje vacío y carente de emociones, siendo una sucesión de capítulos a cada cual más absurdo. Una oda a la pedantería que no merece el tiempo de nadie. Bravo, Alejandro. Ahora atrévete a llamar racistas a todos a los que no les ha gustado tu experimento, que no son pocos. No sé, quizás el problema lo tengas tú…
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