‘Mi encuentro con el mal‘ es la nueva serie documental de terror de Netflix, estrenada en vísperas de Halloween (para ver si rascan algo) y que viene directamente de México, con tres historias paranormales que buscan estremecernos. De entrada podemos pensar en la serie (también de Netflix) ‘Haunted‘, y no estaremos errados, ya que es un calco de aquélla, en lo que es una producción que no sólo no ofrece nada nuevo, sino que encima cae en saco roto a la hora de intentar aterrorizar al espectador, porque es imposible creerse las historias que nos están contando sus protagonistas.
Uno de los (pocos) aciertos es coger las tres historias y dividirlas por episodio, en vez de presentarlas de forma individual por capítulo. Digo que es un acierto porque en caso contrario me habría bajado en el primer episodio, al comprobar que esto ya lo había visto antes pero mejor, y claro, picas el anzuelo, con tal de saber cómo termina todo en un cuarto episodio que tarda en llegar, porque se podría haber contado lo mismo en menos capítulos, o incluso en una película documental de hora y media. Pero ya sabéis, es Netflix, y hay que alargarlo todo.
Otro de los grandes problemas de la serie es que no te la crees, cuando se pretende justo lo contrario, exigiendo una suspensión de la incredulidad al espectador que jamás sale a cuenta. No negaré que las recreaciones son efectivas y están bien rodadas, con algunos momentos tétricos, pero también le restan credibilidad a una propuesta que nos quieren vender como verídica. ¿Es casualidad que todo se parezca tanto al ‘Exorcista‘? No cuela.
En fin, otro subproducto de la plataforma que podría haber sido mejor, pero que vuelve a fracasar al apostar por unos excesos y sensacionalismo (las recreaciones se pasan de la raya…) que sentencian el conjunto. Aparte, ‘Haunted‘ aterrizo hace años en la plataforma, por lo que su prima hermana llega tarde y mal. Hacedme caso, no se os ha perdido nada, por mucho que os atraiga el tema de las posesiones y los exorcismos. Para eso ya tenéis ‘El exorcista‘. Mano de Santo.
Crítica en vídeo:
Ocio World 
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