Todo a la vez en todas partes – Everything Everywhere All at Once – Crítica – Una alocada e interesante propuesta que peca de ambiciosa y excesiva

En 2016 se estrenó ‘Swiss Army Man’, una rareza inclasificable de la que todavía no tengo una opinión clara. Ojo, tampoco me disgustó, pero no se puede negar que las espléndidas interpretaciones de Daniel Radcliffe y Paul Dano, hicieron gran parte del trabajo. Pues bien, han pasado bastantes años, y sus directores, los autodenominados los Daniels (sí, porque los dos se llaman Daniel..), han traído su nuevo trabajo tras las cámaras, otra propuesta tan extraña como curiosa, y que la crítica ha aplaudido con gran entusiasmo. Parece ser que a parte del público (estadounidense) también le ha convencido, ya que la cinta está siendo un relativo éxito de taquilla, y más teniendo en cuenta su reducido presupuesto de 25 millones de dólares. Yo le tenía ganas, y más después de las reacciones tan positivas. Una vez vista, entiendo que haya gustado, pero tampoco me ha parecido la gran maravilla que pretenden vender. Pero mejor ir por partes, que nos perdemos en el multiverso…

Esta vez los Daniels han querido alcanzar las estrellas con una producción que coquetea con el blockbuster, con unas escenas de acción más que competentes, y unos efectos visuales convincentes, en lo que es una labor tras las cámaras a la que no se le puede encontrar ningún reproche. La verdad es que es toda una proeza que la película haya costado apenas 25 millones de dólares, cuando luce muchísimo mejor que otras producciones más costosas, siendo un gran logro por parte de los Daniels, además de una lección para otros cineastas a los que se les va la mano con los presupuestos.

Ahora bien, una cosa no quita la otra, ya que la cinta cuenta con una excesiva e injustificada duración de más de dos horas, que resta valor al conjunto y lastra el ritmo. Esto llega a durar hora y media, y estaríamos hablando de una propuesta redonda, pero la ambición de los Daniels les ha llevado a una producción demasiado larga y pagada de sí misma. Cierto es que no hay lugar para el aburrimiento, pero la premisa principal no es tan fascinante como ellos se creen, con una trama que se estira demasiado, como si se lo estuviesen pasando pipa y no supiesen cuándo terminar. ¿Las consecuencias? Pues que se hace algo pesada, por mucho que no den un respiro al espectador.

El guion también es cortesía de los Daniels, y creo que han intentado algo arriesgado, pero lo que les ha quedado también se podría calificar de caótico. La película quiere ser muchas cosas, abarcando demasiado, y de ahí que sea tan larga, cuando se podría haber contado lo mismo en menos minutos. La idea es original, pero no da para patente, porque no deja de ser un pastiche de otras ideas ya vistas (no daré ejemplos, pero son obvios), aunque se agradezcan las buenas intenciones. Que sí, que necesitamos más propuestas frescas como la que nos ocupa, pero tampoco lancemos las campanas al vuelo, que me da que algunos se han venido muy arriba, como suele ocurrir últimamente. Luego pasa lo que pasa.

No se puede negar que el film te da lo que ‘Doctor Strange en el multiverso de la locura’ fue incapaz de ofrecer (esto sí es un multiverso de la locura, con variedad de universos, a cada cual más desternillante), pero la sorpresa inicial se disuelve demasiado rápido, como si ya nos hubiésemos adaptado a las locuras de los Daniels (que no son pocas, y que cada vez van a más…), y supiésemos detectar sus trucos y juegos visuales, perdiendo el impacto inicial. Al principio no sabes qué pensar, cogiéndote por sorpresa, pero llega un momento que ya te has acomodado y no hay lugar a lo inesperado.

Por otro lado, el mensaje es muy emotivo y está orquestado de una forma en la que es imposible que no te haga sentir algo. Eso no se lo quita nadie, pero seamos sinceros, esta historia ya nos la han contado antes, aunque de distintas formas. Que sí, que es fresca, pero tampoco me la vendas como una gran novedad, porque bebe de otras producciones anteriores, y en esta trinchera moriré. Lo digo porque muchos aseguran que es una película única, cuando sin otras, esta no existiría ni en el multiverso…

Y es que la película se piensa que es la última Coca-Cola en el desierto, con unos momentos que te hacen preguntarte cosas, y con unos excesos que sobrepasan la línea y que exigen demasiado al espectador. Estoy seguro de que muchos se reirán a carcajadas con los momentos más surrealistas, pero intentad ir más allá y pensad en el público mayoritario que no está habituado a este tipo de propuestas. No van a saber dónde meterse. No deja de ser gracioso que luego los críticos que han aplaudido esta rareza, animen a los espectadores a acudir a los cines a ver esta producción, cuando son conscientes de que esto no es para todos los paladares, siendo imprescindible saber a qué fiesta has sido invitado para disfrutar de la experiencia, porque de lo contrario buscarás la salida lo antes posible.

Yo me he dejado llevar y he aceptado las reglas del juego, pero creo que los Daniels se han pasado de listos, con unos momentos que pretenden ser hilarantes, pero que acaban siendo ridículos. Y no, no me refiero a objetos fálicos, me refiero a piedras y piñatas, pero bueno, entiendo que es a gusto del consumidor. Aquí hay para todos, aunque el precio a pagar incluye momentos escatológicos (que ojo, a mí no me molestan) que los críticos han aplaudido en esta producción, pero que luego defenestran en otras cintas menos pretenciosas. Lo sé, injusto, pero que les compre quién les entienda.

En cuanto el reparto, están todos maravillosos, sin excepción, empezando por una fabulosa Michelle Yeoh, en el que es, de lejos, uno de los mejores papeles de su carrera, y quizás el mejor. La actriz sabe el regalo que se le ha dado (en una entrevista del film lloró, consciente de que ya no dan este tipo de papeles protagónicos a actrices de su edad), aprovechando la oportunidad y ofreciendo una interpretación magistral. Es obvio que Yeoh merece más papeles protagonistas. Lo sé yo, lo sabe ella, lo saben los Daniels y lo sabes tú. El que parece que no se entera es Hollywood

Y bueno, menudo plantel de secundarios, todos rostros míticos como es el caso de un sorprendente Jonathan Ken Quan (Tapón en ‘Indiana Jones y el Templo Maldito‘ o Data en ‘Los Goonies’), el cual ha estado demasiado tiempo apartado del mundo del cine, y que confirma que todavía hay tiempo para que se le haga un hueco en el género de acción (o el que le dé la real gana), porque es increíble como reparte a su edad; la siempre estupenda Jamie Lee Curtis (no me hubiesen importado más minutos de su personaje) o un entregado James Hong (el villano de ‘Golpe en la pequeña China‘). Como se puede apreciar, los Daniels han sido muy inteligentes a la hora de seleccionar al reparto, buscando tocar la patata de los más nostálgicos. Y vaya si lo han conseguido los malditos… Por último, pero no menos importante, destacar a la joven Stephanie Hsu, otra de las grandes sorpresas de la película, y a la altura del resto del elenco, a pesar de su edad.

En conclusión, creo que ‘Todo a la vez en todas partes’ es una película diferente, alocada y que hace pasar un buen rato, pero volvemos a encontrarnos ante otra cinta alabada por los críticos (algunos hablan de obra maestra…) y que la mayoría del público no entenderá, sintiéndose estafado ante una propuesta que podría haber sido menos excesiva y más accesible (no confundir con rudimentaria) si alguien le hubiese pedido a los Daniels que echasen el freno (¿quizás una variante suya de otro universo? Pues llega tarde…).

Y en este punto, cabe preguntarse, ¿acabará siendo la película una obra de culto, como muchos parecen presagiar? Si me preguntáis, creo que el año que viene nadie estará hablando de ella (como tantas otras…), pero en fin, lo mejor es dejarse llevar y disfrutar, porque la cinta sirve como entretenimiento si sabes a lo que vienes. En caso contrario… ni te acerques. No considero que sea la maravilla que están diciendo, ni tampoco creo que acabe siendo de lo mejor del año, pero tampoco es el desastre que podría haber sido, cumpliendo su cometido si se tienen las expectativas controladas. Menos da una piedra… Ejem ejem.

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