
Lo reconozco: yo era uno de esos críos que estaban embobados con Pamela Anderson en los 90 (póster de grandes dimensiones, incluido). Y es que la popular actriz fue un mito de dicha década, siendo una de sus figuras más representativas (gracias a la exitosa ‘Los Vigilantes de la Playa’). Por otro lado, Tommy Lee es conocido por ser el batería de los legendarios ‘Mötley Crüe‘, aunque a nadie se le escapa que también se hizo mundialmente famoso por su relación con Anderson y el robo del que seguramente sea el vídeo sexual más famoso de la historia (aprovecho para afirmar que no lo he visto jamás, ni lo veré…). Y ese es el motor principal de la miniserie ‘Pam & Tommy’, compuesta de ocho episodios, y con la promesa de contarnos una historia que presumíamos conocer. Ya os adelanto que no…
Aquí nos cuentan la complicada relación entre Pam y Tommy (de ahí el título), así como las vivencias del ladrón del vídeo (de hecho es el máximo protagonista del primer episodio), y todo el cúmulo de sucesos que llevaron a su publicación. Tenía muchas ganas de ver esta serie, vendida como una gamberrada que no te podías perder, y la verdad es que, una vez vista, puedo confirmar que da lo que promete, e incluso más, siendo una tragicomedia (sí, habéis leído bien) que no deja indiferente y que arriesga con su combinación de géneros, además de regalarnos un acertado mensaje feminista que nadie vio venir. Pero mejor no adelantar acontecimientos.

Nada se le puede reprochar a la dirección de la miniserie, con ocho episodios con una duración maravillosa, la cual oscila entre la media hora y los cincuenta minutos (el último capítulo es el más largo, pero se pasa como un suspiro). En una época en la que la mayoría de series han cogido el mal vicio de ofrecer episodios de una hora, se agradece que los responsables de esta miniserie tengan las cosas tan claras y no nos atormenten con innecesario relleno o capítulos interminables. Por otro lado, la serie luce estupendamente bien, hasta el punto de que me dices que es una película, y me lo creo. Es encomiable el salto de calidad que han dado las ficciones televisivas en los últimos años, sin nada que envidiar a las propuestas cinematográficas, y ‘Pam y Tommy‘ es un ejemplo más de ello.
Mención especial a cómo logran evocar la década de los 90 (aprende, ‘Archivo 81…’), ya sea por su magnífico soundtrack (con canciones reconocibles, pero también con algunas sorpresas), o por su estética, transportándote a esa irrepetible década, y convenciéndote de que éstas en ella en todo momento. Sin cuidar una producción, no se consiguen este tipo de detalles, notándose el mimo y presupuesto, por lo que chapó a los responsables de este apartado.
En cuanto al trabajo de los guionistas, han cogido un chiste (como es la publicación de un vídeo sexual de dos figuras tan controvertidas) y lo han convertido en una historia de traiciones, toxicidad y desenfreno, y con unas reflexiones feministas que dan en la diana y no hacen prisioneros. Es increíble cómo se empatiza con el personaje de Anderson, seas mujer o no, siendo la gran protagonista de la función, y convirtiéndola en un ser de carne y hueso, totalmente alejado de la imagen que se ha dado hasta el momento. Yo soy de los que esperaban una comedia gamberra y sin mensaje alguno, pero aquí han querido ir más allá, arriesgando y no pecando de conformistas, y eso es digno de aplauso. Que no os engañen los primeros episodios, porque en los últimos es cuando la historia se vuelve más turbia y nos muestra la cruda realidad del asunto. No éramos conscientes de las consecuencias, y gracias a esta miniserie por fin lo somos. Y hasta aquí puedo leer.

Por supuesto, nada sería lo mismo sin la brillante labor de su reparto, con una sobresaliente Lily James a la cabeza. De verdad, no he visto a James (ya la tenía ubicada de otras producciones) en ningún momento, y sí a Pamela Anderson, siendo fascinante cómo se transforma en ella. Si no le dan todos los premios televisivos habidos y por haber, me voy a enfadar, porque es una de las mejores actuaciones de los últimos años, y no estoy de broma. Y me peleo con quien sea. Otra no le hubiese sacado tanto jugo a la interpretación, y James lo da todo en el que es, de lejos, su mejor papel hasta la fecha. Ella es la mejor del reparto, aunque eso no quita que Sebastian Stan (nuestro querido Soldado de Invierno) esté también increíble, demostrando que tiene mucho qué decir más allá de Marvel. Otra transformación digna de todos los elogios. Ambos forman un tándem perfecto, con una química brutal y logrando lo imposible: que te encariñes con ellos, especialmente con Anderson.
Seth Rogen es el tercero en discordia, siendo el otro gran protagonista de la función, y con no pocos momentos para su lucimiento. El cómico ofrece un registro en el que se le nota cómodo, que no es otro que el de perdedor, demostrando que le viene como anillo al dedo. En cuanto al resto de secundarios, todos están maravillosos (atención al legendario Andrew Dice Clay, ‘Ford Fairlane’ para los amigos), conformando un elenco cinco estrellas, y que confirma que la calidad de la propuesta es inmejorable.
Y dicho todo esto, sólo me queda confirmar lo evidente, y que no es otra cosa que el hecho de que estamos ante una de las mejores miniseries de la historia, al menos para un servidor, no siendo una comedia al uso (como cabría esperar), y exprimiendo todos los elementos de los que dispone para obsequiarnos con un cóctel de géneros (comedia, romance, drama, thriller…) que funciona a la perfección. Eso no quiere decir que sea perfecta, porque no lo es (tampoco sería justo demandárselo), pero ojalá se hiciesen más producciones tan conscientes de sí mismas y con las ideas tan claras, además de plasmar un mensaje feminista al que es imposible dar la espalda. Una producción divertida, inteligente, fresca y que invita a la reflexión, y encima con un reparto impagable. ¿Se puede pedir más? No os la perdáis.
Crítica en vídeo:
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