
Me da la sensación de que la primera temporada de ‘Negocio Familiar: Viviendas de lujo (L’Agence)‘ pasó totalmente desapercibida más allá de sus fronteras, y la verdad es que es una lástima. Estamos ante una serie documental (por favor, no confundir con reality, ya que esto es algo más) de Netflix, la cual sigue a una familia francesa y su negocio inmobiliario de casas de lujo en Paris. Es lo que es, sin más, pero la primera entrega nos confirmó que era un entretenimiento de primer orden, combinando muy bien la vida personal de sus protagonistas con la venta de casas, siendo un sector que me genera muchísima curiosidad, y más si se trata con mimo y respeto (no como en las últimas temporadas de ‘Selling Sunset’…).
Pues aquí estamos, con una segunda temporada con la promesa de mantener el nivel y ofrecer más entretenimiento al espectador. Pues no sólo lo consigue, sino que lo supera con creces. Quizás el motivo de su éxito sea que han apostado por la máxima de las secuelas, que no es otra que el ‘más y mejor’, y aquí se nota que han tirado la casa por la ventana, con casas y mansiones mucho más caras y ambiciosas, y viajando a otros lugares (incluso fuera de Francia), logrando que la serie sea todavía más exótica.
Por supuesto, la deliciosa y preciosa Paris sigue siendo la gran protagonista, con sus característicos pisos y sus indescriptibles palacios, siendo un personaje más de la propuesta. Si amas esa ciudad (como es mi caso), te vas a enamorar irremediablemente de la serie. Y hablando de personajes, todos vuelven a dar lo mejor de sí mismos, destacando de nuevo a los hijos, Martin y Valentin, y agradeciendo el mayor protagonismo de Louis, el hermano mediano. Todos conforman una gran familia y un elenco que no deja indiferente, siendo una de las claves del triunfo de la producción.

Creo que lo que diferencia a esta propuesta de otras de la misma índole, es la naturalidad de la familia, creyéndote cada una de las conversaciones y situaciones que se muestran en pantalla. Eso es algo que no se ve en otras producciones, dando la fascinante sensación de que han colocado una cámara y se han limitado a grabar, mostrándonos de primera mano los tejemanejes de este apasionante mundo inmobiliario, sin que el término ‘guionizado‘ asome ni por un momento. Las entrevistas a sus protagonistas nos devuelven a la realidad de que estamos ante un show, pero no deja de ser una serie que apuesta más por el documental que por el reality (al uso), y por eso creo que estamos, sin lugar a dudas, ante la mejor serie en lo que al género de inmobiliarias se refiere.
Esta segunda entrega lo confirma, dejando la puerta abierta para una tercera entrega, que espero que llegue lo antes posible, porque me confieso adicto de una de las mejores series del catálogo de Netflix, y no estoy de broma. Ojalá otras propuestas tuviesen este buen hacer y cariño, pero creo que ya es motivo de celebración que ‘Negocio Familiar’ esté en nuestras vidas. Si te gustó la primera temporada, no sé qué haces leyéndome y no dándole al play, y si te gusta este mundo, más de lo mismo. En definitiva, si sabes a lo que vienes la vas a disfrutar como nadie. Oro puro.
Crítica en vídeo:
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