
Tenía muchas ganas de ver el nuevo estreno de Netflix, ‘El proyecto Adam (The Adam Project)‘, ya fuese por la presencia del estimable Ryan Reynolds (uno de los actores del momento, le pese a quien le pese), la dirección de Shawn Levy, responsable de la reciente y estupenda ‘Free Guy’, o por su premisa de viajes en el tiempo, prometiendo una aventura nostálgica que nos evocase esa época dorada del cine de los 80, donde todo era posible. Pues bien, una vez vista, puedo confirmar que las buenas intenciones están ahí, pero que se quedan en eso, intenciones. Y es que la película peca de conformista y poco ambiciosa, siendo otro producto de Netflix para ver en familia. Nada más.
La verdad es que la fórmula es bastante sencilla. Metes en una coctelera ideas ya vistas en otras producciones de ciencia ficción, clichés tan obvios como inofensivos, las suficientes escenas de acción para que el público no se aburra, un soundtrack con canciones tan pegadizas como reconocibles, y a Ryan Reynolds, y ya tienes el nuevo éxito de Netflix. Es así, porque si bien estamos ante una propuesta que cumple su cometido de entretener, se olvida tan pronto aparecen los créditos finales, siendo otro film de fácil consumo, que suena a ya visto, y que se conforma con lo que tiene, sin ninguna intención de ir más allá. ¿Suficiente? En manos del espectador está la respuesta.

Levy realiza una convincente labor tras las cámaras, aunque jamás alcanzando el nivel de su anterior película con Ryan Reynolds. Y es que ya son más que evidentes las herramientas de la plataforma, hasta el punto de que si hubiesen estrenado ‘El proyecto Adam’ en cines, quedaría bastante extraño, siendo su claro destino el del estreno directo en los hogares de todo el mundo. La verdad es que la factura técnica es la misma de siempre en los estrenos de Netflix, por mucho que las coreografías sean resultonas y las persecuciones estén bien filmadas, pero visualmente no impresiona. Algo no acaba de funcionar del todo, y no me estoy refiriendo a la espantosa técnica de rejuvenecer a los actores (me ha dejado casi sin palabras…), algo que todavía se le resiste a Hollywood. Con lo bonito que es el maquillaje… Finalizando este apartado, Levy da la talla, pero no ofrece nada nuevo. Vamos, que la podría haber rodado cualquiera.
En cuanto al guion, no tiene mucho sentido detenerse a enumerar los contras de la trama, porque es tan obscenamente obvia, que es mejor verla por uno mismo. Sí, esta película la hemos visto todos antes, y mucho mejor, pero ahí está, treinta años después. Afortunadamente, la propuesta se esfuerza por hacer pasar un buen rato al espectador, con unos diálogos a veces graciosos, a veces no tanto, y una emotividad que da en la diana en algunos momentos, lo cual se agradece. Pero fuera de eso, el argumento es tan banal que cuesta asimilar que cuatro personas hayan estado detrás del guion. Yo también he visto ‘Regreso al futuro’ y ‘Terminator’ (curiosamente se mencionan ambos clásicos en el film, por si no habían quedado claras las referencias…), y no me pagan por ello…
Y llegamos al que seguramente sea el mejor apartado del film (últimamente sucede mucho…), que no es otro que el del reparto. De cabeza de cartel tenemos a Ryan Reynolds haciendo de Ryan Reynolds, que es a lo que nos tiene acostumbrados últimamente. No obstante, cabe preguntarse, ¿hay algo de malo en eso? Yo lo tengo claro (un rotundo no), pero supongo que será a gusto del consumidor. El actor vuelve a desplegar su gran carisma y vis cómica en un personaje que combina al héroe intrépido y bocazas de toda la vida, un clásico en la filmografía del canadiense. Sé que no soy justo a la hora de valorar el trabajo del intérprete (bueno, antaño hizo grandes papeles dramáticos y no se le hizo ningún caso…), pero este buen hombre puede hacer lo que le dé la gana que voy a comprar. Y Netflix lo sabe… malditos.

Por otro lado, la película supone el debut de Walker Scobell, el niño protagonista, y se puede afirmar que sale totalmente airoso con su primera experiencia en el cine, hasta el punto de mantenerle el pulso a Reynolds. Quizás sea pronto para vaticinarle una gran carrera en Hollywood, pero el joven intérprete cumple con creces. Como secundarios de lujo tenemos a Mark Ruffalo, Jennifer Garner, Catherine Keener o una anecdótica Zoe Saldana (casi podríamos llamarlo cameo). Todos están a la altura de las circunstancias, aunque se nota que su participación es un mero reclamo publicitario para dar más renombre a una producción que jamás está al nivel de sus talentos. Supongo que el cheque habrá sido sustancioso, pero al menos parece que se lo pasan bien (aunque Keener se aburra a ratos…).
En conclusión, la película prometía ser mucho mejor de lo que ha acabado siendo, ya que con semejantes elementos (reparto, el director de ‘Free Guy’, premisa de viajes en el tiempo) se tendría que haber ofrecido un producto más inspirado, y al final únicamente se vuelve a confirmar que Netflix juega sobre seguro, conformándose con sacar producciones como churros que contenten al espectador y le sirvan para un viernes noche. Quien busque algo más no lo va a encontrar.
¿Me parece mal? Pues no del todo, ya que tampoco estamos ante un desastre (si se hubiese estrenado en los 80, hoy sería un clásico de culto, pero llega tarde), pero todo parece indicar que este es el futuro (por no llamarlo ya presente) del cine, y la verdad es que da qué pensar. Lo dicho, una película tan correcta como insustancial, que todos habremos olvidado mañana, y que ofrece lo justo y necesario para que no haya quejas. El modus operandi de la plataforma, y no tiene pinta de que vaya a cambiar, por mucho dinero que pongan en sus producciones, obviando siempre lo más importante. Otra más de Netflix, y van…
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