
Tenía muchas ganas de ver ‘Licorice Pizza’, ya fuese por su estupendo tráiler (ya adelanto que superior a la película… malditos montadores de tráilers) o por su premisa, que no por tópica deja de tener su encanto. La guinda del pastel era Paul Thomas Anderson, aplaudido director responsable de obras tan recordadas como ‘Boogie Nights‘, ‘Magnolia‘ o ‘Pozos de ambición (There Will Be Blood)’, entre otras. Aprovecho para reconocer que a mí sí me gustó ‘Puro Vicio (Inherent Vice)’. Ahí lo dejo. Obviamente estamos ante un cineasta único, con un estilo propio, y que no suele dejar indiferente. Bueno, esto es a gusto del consumidor, ya que, aunque le reconozco sus valores cinematográficos, no acabo de conectar con su cine. Y me ha pasado exactamente lo mismo con ‘Licorice Pizza’, aplaudida con entusiasmo por la crítica y nominada a varios premios, como son los de mejor película, director y guion original. La pregunta clave es: ¿merece tanto elogio? Para mí es un rotundo no, y a continuación intentaré explicar el porqué.
Nada se le puede reprochar a la labor tras las cámaras de Anderson, sacándole todo el partido a una historia pequeña, intimista y sin grandes alardes (técnicos). Ahora bien, de ahí a nominarle a un Oscar por este trabajo, perdónenme ustedes, pero no. Sí, hay planos bellos y escenas estimulantes, pero nada que no se haya visto con anterioridad. El film es puro Anderson, pero eso no quiere decir que debamos rendir pleitesía a cada cosa que hace. Que se le nominase por ‘Pozos de ambición‘ es totalmente comprensible (seguramente su mejor trabajo como director), pero, ¿por qué no se nominó su trabajo por ‘Puro Vicio‘ y sí por ésta, cuando uno no tiene nada que envidiar al otro? Nada más que añadir, señoría.

Y pasamos al apartado del guion, con una historia que a priori parece sencilla y cotidiana, pero a la que se le nota la ambición, como si Anderson hubiese querido hacer su particular ‘Once Upon a Time in Hollywood’, salvando las distancias. El cineasta no tiene un pelo de tonto, sabiendo de antemano que su nueva película iba a encandilar a los críticos (en especial a los americanos), con una historia ambientada en los 70 y que es una carta de amor a dicha década. Ahora bien, ¿el público va a conectar de la misma forma? Por lo que he estado leyendo, no tanto, siendo un error que alaben tanto una propuesta que no lo merece, porque cuando acaban sus excesivas dos horas de duración y salen los créditos, te quedas con la sensación de que has visto otra película totalmente distinta. Tampoco digo que sea un horror, pero sí más insípida y mundana de lo que nos quieren hacer creer. Las buenas intenciones están ahí, pero no son suficientes.
Ojo, no tengo nada en contra de la cotidianidad del relato, ya que he disfrutado producciones tan ligeras como la maravillosa ‘Movida del 76 (Dazed and Confused)’ o la estupenda ‘Todos queremos algo (Everybody Wants Some)’, ambas de Richard Linklater (otro cineasta inclasificable), por no hablar de la reciente y vilipendiada (en especial por los críticos) ‘The Tender Bar’. Sobra decir que cualquiera de ellas me parece muy superior a ‘Licorice Pizza’, y claro está, ninguna fue nominada a nada. ¿Por qué lo nuevo de Anderson no me ha convencido de la misma forma, cuando todas son películas sencillas, desenfadadas y con historias pequeñas? Sencillo, por sus protagonistas.
Nada puedo objetar a las sobresalientes actuaciones de Alana Haim y Cooper Hoffman (hijo del malogrado Philip Seymour Hoffman, amigo del director), hasta el punto de que considero que son lo mejor de la película (y lo mismo se puede decir de unos breves pero hilarantes Sean Penn y Bradley Cooper), pero es imposible empatizar con sus personajes, entre otras cosas porque ambos son insufribles, en especial él. No sé dónde han visto esa gran historia de amor los críticos, pero esta cinta es todo lo contrario, dando ganas de atravesar la pantalla y recriminarles lo estúpidos que son.
Y creo que ese es el mayor problema del film (aparte de que no es nada del otro mundo), sentenciado por unos personajes que no te crees, y lo surrealista de la mayoría de las situaciones tampoco ayuda. Si me la vendes como comedia absurda te lo compro, pero creo que las intenciones son otras, cayendo en saco roto. Es eso lo que la diferencia de las películas comentadas, que esas historias sí te las creías y sí conectabas con sus protagonistas, pero aquí es imposible, al menos para quien esto escribe.

Lo dicho, nada que reprochar a sus fabulosos y jóvenes intérpretes, a los que les auguro un gran futuro en el cine, siendo indignante que no se les haya nominado a ningún premio, cuando lo merecían con creces, y más si se tiene en cuenta que han defendido con tablas unos personajes nada sencillos. Al final estamos ante una aventura romántica en la que todo el rato corren, se pelean, se reconcilian, hacen el imbécil y se topan con personajes todavía más desquiciados que ellos, sin rumbo fijo y no yendo a ninguna parte, hasta aterrizar en un final predecible, y dejando la sensación de que esto se podría haber contado perfectamente en una hora y media.
Y es que la cinta es un cúmulo de episodios, algunos más inspirados que otros (el de Sean Penn es un tanto absurdo, pero el de Bradley Cooper y la gasolina me ha hecho bastante gracia), pero que no llegan a cuajar si los valoramos como conjunto. ¿Qué pretendía Anderson? Los críticos lo tienen claro, pero yo no, y mucho me temo que gran parte de los espectadores tampoco. Y es que no hay nada peor que las alabanzas desmedidas, y este es un caso más.
En conclusión, no creo que sea una mala película, pero estoy seguro de que la habré olvidado en breves, siendo otro caso de ‘mucho ruido y pocas nueces’, en un film en el que destacan sus dos actores protagonistas (y algunos secundarios), pero que se queda a medias de todo. Esto ya lo hemos visto todos, pero mejor, y no tiene sentido que se apruebe con nota una producción que jamás va más allá, cuando luego hay otras que son completamente ignoradas. Si hablamos de historias pequeñas y cotidianas, me quedo con Linklater de lejos, aunque reciba menos aplausos (exceptuando ‘Boyhood‘, que por cierto, tampoco me convenció…). Ojalá hubiese salido maravillado del visionado, que es lo que esperaba después de su estupendo tráiler, pero me debo a la verdad, por cruda que sea, y no es otra que el hecho de que ‘Licorice Pizza’ es uno de los trabajos menos acertados de Anderson. El tiempo dirá quién tiene razón, si los críticos o un humilde espectador. Mientras tanto, tú decides.
Crítica en vídeo:
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