
‘El club del paro’ es una comedia española que pasó sin pena ni gloria por las salas de cine (el pan de cada día), con una crítica más o menos satisfecha, y un público que no le hizo ningún caso, y si se lo hizo, tampoco salió demasiado satisfecho de la experiencia. Atraído por su particular premisa y por su atractivo reparto, me he embarcado en esta peculiar aventura. Pues bien, una vez vista, puedo confirmar que se trata de una comedia social con algunos aciertos, pero que acaba siendo una más.
La dirección es la que es, aunque curiosamente no alcanza el nivel de mediocridad de otras producciones mucho más grandilocuentes del reciente cine patrio (no daré nombres…), siendo un trabajo al que se le nota el bajo presupuesto, pero que cumple, sin más. El mismo director se encarga del guion, y lo mejor que se puede decir es que al menos ‘El club del paro’ no es un desastre como una de sus anteriores películas, ‘Desechos’, que tuve el «placer» de ver (o sufrir, según se mire) hace unos años. Llego a saber que es del mismo responsable, y me planteo el visionado de ésta, pero en fin, la cosa no es tan grave en esta ocasión.

Y es que hay algunos destellos de genialidad en los diálogos y personajes de la película, aunque se note que han alargado el metraje en exceso. Me funciona cuando los cuatro protagonistas divagan entre cañas en el bar, y son entrevistados al más puro estilo ‘The Office’ (un claro referente), pero el film fracasa estrepitosamente cuando mete con calzador las vivencias de estos perdedores, con unas anécdotas que buscan ser divertidas, pero que caen en saco roto. Por mucho que estires la broma durante varios minutos, no vas a provocar la risa, con unas incesantes e interminables verborreas, las cuales acaban agotando.
Es una lástima, porque esto hubiese quedado genial como un corto. Un momento… Investigando para esta crítica (bueno, investigando…), he descubierto que existe un corto de los mismos responsables, con la misma premisa y con casi el mismo reparto (se cambia a Alberto San Juan por Fernando Tejero). Le he echado un vistazo, y sí, es lo mismo pero sólo con las escenas del bar, aunque con menos medios. Y ahora viene la inevitable pregunta: ¿era necesaria una película? La respuesta es un rotundo no. Y es que no tiene sentido alargar las cosas en exceso, porque al final te quedan producciones fallidas como la que nos ocupa.

En cuanto al reparto, tenemos a un fabuloso Carlos Areces, a un hilarante Eric Francés, a un raro Fernando Tejero (intenta dejar de ser Tejero, cambiando la dicción, pero no… aunque está divertido, las cosas como son) y a un entregado Adriá Collado, intentando defender un personaje que no le pega ni con cola. Y no, no es porque el hombre sea atractivo, es que el papel de idiota no está hecho para él. Los cuatro parecen pasárselo bien en un conjunto que no está a la altura de su esfuerzo, siendo lo mejor del film, especialmente en el caso de Areces, con un personaje que le va como anillo al dedo.
En conclusión, no creo que estemos ante un bodrio o un desastre absoluto (el nivel de la comedia española está en niveles infernales), pero sí ante una comedia fallida y que se queda en tierra de nadie, no aprovechando el potencial que tiene, y delegando demasiado en su conocido reparto. Compro la crítica social y política, y me parecen graciosas las constantes referencias al Covid (aunque se juega demasiado con ese tema), pero al final queda la sensación de que estamos ante otra película que habremos olvidado mañana. Lo dicho, otra más.
Crítica en vídeo:
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