‘La vida sexual de las universitarias (The Sex Lives of College Girls)’ es una serie de HBO MAX entorno a unas universitarias y su vida estudiantil. Podría decir que también se centra en su vida sexual, pero estaría faltando a la verdad, ya que sí, hay de eso, pero en pequeñas dosis. Esto no es ‘Sexo en Nueva York‘ (afortunadamente…), aunque se haya vendido como tal, estando ante una agradable y entretenida comedia estudiantil que se queda un poco a medias, ya que le falta picante (o dicho de otra forma, mala baba).
Con esto no quiero decir que necesite más sexo en la serie, no van por ahí los tiros, sino que el humor no es tan gamberro y desternillante como se vende en sus adelantos (sinceramente, me esperaba una especie de ‘American Pie’, y no lo es). Y es que la serie no da tanta gracia como se había prometido, aunque cuando apuesta por el dramatismo funciona de forma espectacular, abordando temas como los de la homosexualidad, el feminismo, el machismo o el abuso sexual, todos tratados de forma impecable y sin que pensemos que están metidos de forma forzosa, como sucede en infinidad de producciones.
También hay un gran hueco para la amistad, potenciada por unas protagonistas sensacionales. Bueno, casi todas, ya que hay una que no está a la altura de las otras tres (la hija de la senadora, con una trama que jamás funciona, que no es otra que la del entrenador). A pesar de ello, se les coge cariño, con unas actrices entregadas a la causa y engrandeciendo el conjunto final, como es el caso de la estupenda Pauline Chalamet (hermana de Timothée, la gran sorpresa), una hilarante Amrit Kaur (claramente inspirada en la humorista Mindy Karling, vista en ‘The Office‘ y creadora de esta serie) o una emotiva Reneé Rapp, en un personaje cargado de matices. Las tres (no menciono Alyah Channelle Scott porque su personaje la impide brillar) hacen que la serie sea algo más.
No voy a centrarme demasiado en el apartado técnico, limitándome a confirmar que es el esperado en un producto de estas características, cumpliendo sin más. Eso sí, es una delicia y un total acierto que sean diez episodios de apenas veinte minutos cada uno, sin subtramas innecesarias y contando lo justo y necesario. Eso hace que la serie sea más atractiva y se pase como un suspiro. Qué aprendan otras series, porque, mal que nos pese, es el nuevo formato que muchos esperamos y necesitamos.
Y dicho todo esto, la serie supone un buen entretenimiento con mensaje, que da lo esperado como comedia estudiantil, pero a la que le falta mala baba y humor más cafre, en pro de uno más convencional de lo deseado. Si se hubiese desmelenado un poco más, estaríamos hablando de una de las grandes series de 2021, pero no deja de ser una propuesta la mar de recomendable.
La serie deja muchos frentes abiertos (de hecho el final parece el Cañón del Colorado), pero por fortuna esto no es Netflix, por lo que se ha confirmado una segunda temporada, en la que por supuesto me embarcaré, porque quiero saber más de estas alocadas y entrañables universitarias. Por lo tanto, misión cumplida.
Crítica en vídeo:
Ocio World 
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