
‘A 1000 km de la Navidad’ es la enésima producción navideña de Netflix, aunque en esta ocasión sea una comedia de nacionalidad española. Poco se ha dicho de la película, acercándome a ella sin saber demasiado de la misma. Pues bien, la sorpresa ha sido bastante agradable, ya que estamos ante una simpática comedia perfecta para disfrutar en Navidad, gracias a su ternura y buen hacer. ¿Por qué funciona tan bien la cinta, sin ser tampoco ninguna maravilla? Vayamos por partes.
La dirección está por encima del nivel esperado en un producto de estas características, siendo una producción que podría haberse estrenado perfectamente en cines, al contrario que muchas de sus hermanas (productos televisivos, para que nos entendamos). Los gags visuales funcionan, y los efectos especiales no chirrían (al contrario que cintas mucho más ambiciosas), siendo un trabajo tras las cámaras más que competente, sacando todo el partido al maravilloso e idílico pueblo en el que se ha rodado la historia. No sé vosotros, pero yo ya tengo lugar predilecto para pasar las fiestas en próximos años.

En cuanto a los guionistas, tampoco han reinventado la rueda, precisamente, presentando todos los clichés habidos y por haber (el protagonista y su odio a la Navidad, el villano, la relación amorosa…), en una historia que sabemos cómo acabará desde el minuto uno. Eso no impide que la disfrutemos, ya que navega por lugares comunes desde la sencillez y la humildad, con unos personajes que caen bien, y una trama que no sorprende, pero que genera cercanía, siendo una película agradable y que deja un buen sabor de boca. No digo tampoco que estemos ante un nuevo clásico navideño, pero la película da exactamente lo que se espera de ella, e incluso un poco más, no engañando a nadie y siendo consciente de sí misma.
Estoy seguro de que esto que voy a decir es bastante polémico, pero es lo que creo: si la película triunfa y sale airosa, es por buscar parecerse a producciones internacionales más que nacionales, renunciando a un tipo de humor casposo y trasnochado que aquí no hace acto de presencia en los ajustados cien minutos que dura la cinta, y apostando por un humor más blanco y apto para todos los públicos, lo que no siempre es algo malo. Y es que el film recuerda más a las típicas producciones extranjeras para pasar un buen rato, que no a comedias patrias.
Quizás es que el género de la comedia nos tiene mal acostumbrados en este país, aunque creo que este año 2021 ha sido clave para dar un golpe en la mesa y confirmar que el género del humor vive uno de sus mejores momentos en España, gracias a ejemplos como los de ‘Mamá o papá’, ‘Operación Camarón’ o la película que nos ocupa. Este es el camino a seguir, aunque a veces haya atentados que nos recuerden el humor más casposo y lamentable, como en la reciente y también navideña ‘Cuidado con lo que deseas’, pero esa es otra historia.

Todos dan lo mejor de sí mismos en lo que respecta al reparto, destacando a sus dos protagonistas, Tamar Novas (el niño de ‘Mar adentro‘, aunque cueste creerlo) y Andrea Ros, ambos entrañables y con muy buena química. Y para finalizar el apartado actoral, la película supone el trabajo póstumo de Verónica Forqué, fallecida un par de semanas antes del estreno. Un detalle que se le rinda homenaje en los créditos, siendo un último trabajo de la actriz tan convincente como agradecido. Descansa en paz, Verónica.
En conclusión, y como ya he indicado, la película no es ninguna maravilla, ni se encuentra entre lo mejor del año, pero hace pasar un buen rato y se encuentra entre lo mejor del cine español de 2021. Una agradable sorpresa que cumple su cometido y que deja buen sabor de boca, siendo una producción perfecta para ver en esas fechas tan señaladas. ¿Se puede pedir más?
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