
En 1999 se estrenó una cinta de ciencia ficción que pocos sospechaban que acabaría siendo el clásico de culto que es hoy en día. Yo soy uno de los que estuvo en la sala de cine el día de su estreno, y quedaría genial afirmar que salí maravillado y que soy muy fan, pero no es la realidad. En efecto, jamás me ha convencido la primera parte, con unas escenas de acción maravillosas, pero con una frialdad que me impidió introducirme en su peculiar premisa. Dicho esto, no le resto valor a la cinta original y entiendo su estatus de culto. Al César lo que es del César.
Unos años después llegaron las secuelas, siendo unas entregas que restaron valor a la marca (hasta el punto de que algunos reniegan de ellas, como si no hubiesen existido), y que pocos fans abrazaron con emoción. Personalmente, me lo pase pipa con la alocada segunda parte, siendo un blockbuster de acción que cumplía su cometido de entretener, mientras que la tercera me pareció un aburrido despropósito, además de un cierre nefasto. Pues bien, después de años de rumores, aquí estamos, más de dos décadas desde la primera entrega, con una cuarta parte que resucita a los personajes de Neo y Trinity, intentando corregir el gran estropicio de la tercera parte. Esto no se puede considerar spoiler, ya que el propio título lo deja bien claro. Y hablando de spoilers, esta va a ser una crítica sin ellos, por lo que podéis leer con tranquilidad si todavía no habéis visto esta nueva entrega.
La crítica no ha quedado demasiado satisfecha (aunque tampoco la ha machacado sin piedad), y algo me dice que los fans tampoco lo estarán, ya que estamos ante un quiero y no puedo, que quiere ser demasiadas cosas, y que acaba siendo un experimento fallido que estoy seguro de que decepcionará a los seguidores de la saga. Eso sí, no es el desastre que muchos esperábamos, ya que entretiene, con dos horas y media (una duración exagerada, se mire por donde se mire) que no se hacen pesadas, pero estando muy lejos de alcanzar los logros del clásico original o la diversión de la secuela, siendo únicamente superior a la infame tercera entrega, aunque tampoco era muy complicado. ¿Por qué estamos ante un regreso innecesario y que sabe a poco? Vayamos por partes.

Lo de la primera parte de ‘Matrix‘ fue un golpe de suerte. ¿Por qué hago tal afirmación? Pues porque Lana Wachowski realiza una labor tras las cámaras tan rudimentaria como descafeinada. Desconozco el presupuesto de la cinta, pero que Warner Bros. no ha sido generosa es un hecho. No hay ni una sola escena de acción que se quede en la retina y para el recuerdo, por no hablar de que ninguna se acerca ni a la mitad de impacto e intensidad de la trilogía original. ¿Cómo es posible? Sencillo, porque estamos ante una secuela que prefiere ir por otros derroteros, haciendo malabares para intentar justificar la ausencia de acción. No tendría objeción si hablásemos de otra producción, pero es incomprensible que el film de 1999 luzca infinitamente mejor que este de 2021.
Esto confirma lo que muchos ya sospechábamos: las Wachowski no son buenas directoras (incluyo a la hermana por no hacerle el feo). Los sosos efectos especiales tampoco ayudan (indignos de un blockbuster tan cacareado), siendo una propuesta que jamás impresiona o deja pegado a la butaca, cosa que sí sucedía con las dos primeras partes. Quien esté esperando acción desenfrenada, se ha equivocado de la película, y es que la buena de Lana tiene otras intenciones, potenciando la trama romántica y el desarrollo de los protagonistas, algo que, por otro lado, me parece estupendo. Y es que aquí te crees más a los personajes, ya sean los viejos conocidos o las nuevas incorporaciones.
Una de mis quejas de la ‘Matrix’ original era lo soso y plano que era su protagonista, algo que se corrige en ésta, con un Neo mucho más sentido y entregado, y lo mismo se puede decir de Trinity. Se nota que Reeves y Moss dotan de más sensibilidad a sus personajes, conscientes de que ese es el motor de la cinta. Y quizás ese sea el único punto positivo respecto a la primera película, ya que aquí hay más emotividad y cercanía, aunque debido a ello se sacrifique la emoción y la tensión de las secuencias de acción, hasta el punto de que parece que estén metidas con calzador por puro trámite. Me atrevería incluso a decir que estamos más ante una historia de amor que no ante una propuesta de acción y ciencia ficción. Ahí lo dejo.

No deja de ser curiosa la selección musical, no por los logros de la banda sonora (hay un tema rescatable, pero poco más), sino más bien por la ausencia de temas techno, rompiendo totalmente la estética punk de las anteriores entregas. Es obvio que Lana ha querido ofrecer una historia más optimista y colorida, renunciando a los trajes de cuero (fetiches incluidos…) y la música machacona, así como el tono sombrío y desolador de la primera parte. Otra cosa que decepcionará a los fans más acérrimos, pero que no está de más destacar como un hecho curioso, porque parece otra película, como si la responsable no tuviese nada que ver con el material original. ¿Traición a lo visto hasta el momento? Indudable, aunque algunos quieran ver riesgo. No cuela…
Sus intenciones están claras, pretendiendo presentar una secuela arriesgada y diferente, con constantes autorreferencias y guiños, con una Wachowski pagada de sí misma (lo pillamos, hiciste una obra maestra…), hasta el punto de que hay momentos que buscan el aplauso (como en ‘No Way Home’, que sí daba lo que se esperaba de ella), pero éstos nunca llegan (en la sala del cine se escuchaban grillos…). Sólo le ha faltado a la Wachowski sacar el típico letrero de ‘Aplausos’, aunque en esta ocasión no se han repartido bocatas entre el público (con ese presupuesto no me extraña…). Está claro que se pretende que estemos ante una gran fiesta de reencuentros, pero la indiferencia es generalizada, en una reunión de viejos conocidos que se nota demasiado forzada. Esta vez el fan service (recurso que no suele fallar) ha hecho aguas.
El problema es que la propuesta es más convencional de lo deseado (esto ya lo hemos visto antes), logrando únicamente cabrear a los fans, porque se juega con la broma (por no decir parodia) en no pocas ocasiones, con el recurso del metacine y la crítica a la nostalgia, a pesar de que la cinta no deje de mirar al pasado, incapaz de tomar su propio camino (hay momentos que parece más un remake que una secuela directa).

Y no son invenciones mías, ya que los propios personajes (unos secundarios que aparecen pocos minutos, pero que saturan…) nos lo dicen a la cara, por si nos perdemos por el camino, debatiendo sobre los reboots y las franquicias, jugando demasiado con la cuarta pared. ¿Era necesario? Está claro que no, y es que la película mejora mucho cuando se toma en serio a sí misma y se pone en faena (hay que esperar a la segunda hora para que eso suceda), con un primer arco que es una chorrada y coquetea con la parodia. Iba sobre aviso (hubo rumores hace unos meses), y espero que el resto del público también, pero no deja de sorprender, aunque sea de forma negativa.
¿Por qué no respetar el espíritu de la trilogía original? Bien es cierto que ‘Reloaded’ tenía alguna pincelada de humor (bastante acertado, a mi juicio), pero aquí asistimos a otro caso de autor que se ríe de su propia obra (los ejemplos son incontables), como si eso fuera gracioso y pretendiese hacer cómplices de sus fechorías a los espectadores. Algo me dice que la única que se va a reír es Lana (y puede que su hermana), porque estamos ante una secuela menor, de usar y tirar y que peca de rudimentaria. No creo que haya buscado otro clásico (en ese caso tendría un serio problema…), pero una secuela tan inferior tampoco. Mucho ruido y pocas nueces, como suele decirse.
Keanu Reeves ofrece una interpretación mucho más inspirada y cercana, con un Neo más experimentado y sufrido. Quizás haya sido el paso de los años, pero me gusta mucho más este protagonista y este Reeves, siendo un actor que ha empezado a convencerme desde su etapa ‘John Wick‘, y desde entonces estoy embelesado por su carisma y buen hacer. Sí, no es tan molón como en las originales, pero al menos parece una persona de carne y hueso, y no un maniquí, así que mini punto para esta cuarta entrega. Lo mismo se puede decir de una felizmente recuperada Carrie-Anne Moss, con una actuación convincente y derrochando química con Reeves, algo que me fallaba en la trilogía.

El ascendente Yahya Abdul-Mateen II (lo reconozco, he tenido que buscar el nombre…) se entrega a la causa, pero no es suficiente en un personaje metido con calzador y que no aporta absolutamente nada, todo lo contrario que Jessica Henwick, la gran sorpresa de la película, y con uno de los mejores personajes de la función. Mención especial para unos hilarantes Neil Patrick Harris y Jonathan Groff, pasándoselo en grande y totalmente conscientes del producto en el que están, aunque sus personajes se parezcan demasiado y sean totalmente intercambiables, pero se agradece su presencia. Por contra, Lambert Wilson está demasiado desaprovechado (podríamos hablar de cameo), y la ausencia del genial Laurence Fishburne se nota demasiado. Se le echa de menos.
En conclusión, todavía no me queda claro si estamos ante un experimento o una broma, jugando a ser diferente y transgresora, para acabar siendo del montón. Si fuera fan de la saga estaría cabreado, pero como no lo soy, me limitaré a decir que al menos no es el bodrio que podría haber sido, entreteniendo y sirviendo para pasar el rato, pero de la que mañana me habré olvidado. Y no tengo ninguna duda de que la mayoría del resto de espectadores también. Y es que a veces es mejor dejar las cosas como están, porque ‘Resurrections’ es otra secuela tardía e innecesaria, como tantas otras. ¿Alguien se acuerda de ‘Indiana Jones 4’? Pues eso, aunque la diferencia es que dudo que vaya a hacerse ‘Matrix 5’. Lo siento por los fans, aunque se veía venir.
Crítica en vídeo:
Deja una respuesta