
Amor con fianza es el nuevo reality de Netflix, con todo lo que ello conlleva. No negaré que he disfrutado con producciones como ‘Jugando con fuego‘ (afortunadamente, menos tóxica de lo esperado), pero el programa que nos ocupa se acerca peligrosamente a lo que es un producto de Telecinco (la basura hecha televisión, es decir, telebasura de toda la vida), siendo una ‘Isla de las tentaciones 2.0’, con elementos del citado concurso. ¿Qué tal habrá salido el experimento? Pues ni tan mal, siendo un reality que se deja ver, que no molesta ni apasiona, y que, seguramente, los adolescentes disfrutarán como los que más. Pero mejor vayamos por partes.
Para empezar, no sé qué demonios hace Mónica Naranjo presentando esto, sinceramente. Dejando a un lado que me cae tan bien como una patada en las partes bajas (su papel de jurado jamás me ha convencido, y le veo un lado oscuro latente…), hablamos de una cantante reputada, con tablas en la profesión y que se ha visto obligada a participar en algo así, claro que antes ya había presentado ‘La isla de las tentaciones‘. ¿Casualidad? No lo creo. Qué listos los de Netflix…
Entiendo que el cheque debía de ser jugoso, pero es bastante chirriante ver a profesionales como ella o Najwa Nimri (presentadora del infame Insiders) en producciones semejantes. No obstante, no se puede negar que Naranjo tiene presencia y cumple con su rol de anfitriona de la función. Quizás la hayan fichado como reclamo (su cara es lo más usado en la promoción), pero hace unos años estaba de jurado en concursos y ahora presenta realities. ¿Qué será lo siguiente? Sí, ‘Amor con fianza 2′, a no ser que Telecinco pague mejor, que lo dudo mucho. Hagan sus apuestas.

Dicho esto, pasamos al casting, que la verdad es que no está nada mal, y más si los comparamos con el desastre de ‘Insiders’ (lo sé, tengo un trauma…). Son gente normal y corriente, que siente y padece, y que no se comporta como robots ni sobreactúa como si esto fuese una telenovela barata, como sí sucedió en… ¿Tengo que volver a decirlo? Al menos hay algo de autenticidad en todo este show, siendo lágrimas reales lo que brotan de los ojos de los concursantes, hasta el punto de que es prácticamente imposible no encariñarse con algunos de ellos. Eso sí, hay parejas que no dan nada de juego y no pintan absolutamente nada, pero todo no se puede tener.
En cuanto al formato en sí, hablamos de siete episodios de apenas cuarenta minutos cada uno, agradeciéndose que la plataforma opte por realities de corta duración, sin extender la trama más de lo necesario y confirmando que la duración perfecta de este tipo de programas es ésta. Técnicamente el concurso no luce mal, pero jamás llegando a la calidad de ‘Jugando con Fuego’. Y hablando de ese reality, el programa le copia (tampoco pasa nada, ya que todo queda en casa) el recurso de penalizar a los concursantes si mienten (otra forma de infringir las normas), siendo un elemento que al final no aporta nada y que queda en un segundo plano. Lo que aquí importa es ver cómo se comportan y si dicen la verdad o mienten, no cuánto dinero les queda en la hucha por ser unos pillos, que la mayoría lo son.

La verdad es que no creo que sea necesario que participen en un programa de estas características para poner a prueba su fidelidad, ni tengan un viaje de redención, ni tonterías por el estilo. De verdad, chicos y chicas, no estáis hechos para tener pareja (quizás se salve alguno/a) , y si lo que os preocupa es perpetuar la raza humana, tranquilos, yo os cubro. Sed libres y dejad que vuestros instintos primarios afloren, porque tenéis de fieles lo mismo que yo de ingeniero cuántico. Y es que ese es uno de los grandes problemas de la sociedad, que algunos dan lo que se espera de ellos, cuando deberían ser sinceros con ellos mismos, y este reality es una prueba más de cómo es la juventud hoy en día (bueno, casi toda…). ¿Hay algo malo en ello? No, mientras no se haga daño a terceras personas. Mira, al final nos hemos llevado una bonita reflexión…
Mención especial al aparato que detecta las mentiras. El programa mantiene que es infalible y jamás falla como detector de mentiras, por lo que las preguntas son, ¿por qué no lo está usando la policía en los interrogatorios (o en los juicios, sin ir más lejos)? ¿Hablamos de un prototipo futurista al que sólo tiene acceso Netflix? ¿Soy el único que piensa que se han venido arriba con un aparato que es obvio que todavía no existe? Demasiadas preguntas, muy pocas respuestas. Seguiremos informando.
Y dicho todo esto, ¿merece la pena el programa? Si te van este tipo de producciones, sí, aunque estoy leyendo por ahí que a los fans de ‘La isla de las tentaciones’ les sabe a poco y les parece una copia descarada (que es lo que es). A estas alturas del cuento, no voy a negar que he pasado un rato entretenido, pero tampoco habría pasado nada si me hubiera perdido este show prediseñado para adolescentes. Pero claro, en ese caso, ¿quién os hablaría de él? Exacto… Y de nada. Lo de Netflix queriendo ser Telecinco, ya para otro día.
Crítica en vídeo:
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