
Soy un fan confeso de Venom (junto al trepamuros, me parece lo mejor de Marvel), mítico villano de Spider-Man que tomó su propio camino con una colección de cómics fabulosos. Es por ello que ya tuve bastante desconfianza en el proyecto de hace un par de años protagonizado por Tom Hardy, entre otras cosas porque no respetaba el origen del personaje (ni rastro del amigo y vecino). Las pésimas críticas bajaron mis expectativas hasta los infiernos, y es por ello que salí del cine conforme con una cinta cuya única intención era entretener, y que nada tenía que ver con el personaje original, por lo que te la tomabas de otra forma. Eso sí, se olvidaba al día siguiente. A pesar de todo, la película fue un enorme éxito de taquilla, dejando bastante satisfecho al público en general.
Pues aquí estamos, tres años después, con una secuela que la crítica ha machacado casi de la misma forma (y digo casi porque algunos profesionales del medio han quedado algo más contentos…) y que ha vuelto a ser un éxito incontestable de taquilla. Pues bien, me dejo de introducciones y os doy mi opinión, sin paños calientes: esta secuela vuelve a ser un insulto a los personajes, pero con el añadido de que es una segunda parte mediocre (infinitamente inferior a la primera), además de una de las peores películas del año. Y es que estamos ante uno de esos desastres que seguramente generarán debate durante años, a la espera de que el tiempo la relegue al más que merecido olvido, aunque hay un problema… A la gente parece que le está gustando, por lo que preparaos para más entregas. Pero mejor vayamos por partes.

¿Recordáis producciones como las infames Ghost Rider, Batman & Robin, Catwoman o Los 4 fantásticos y Silver Surfer? Espero que la respuesta sea no, pero el caso es que todas eran comedias involuntarias, además de un sonoro bofetón al fan del cómic. Pues bien, parece que los responsables de Venom 2 no han aprendido la lección (o estaban refugiados en cuevas en el momento del estreno de esos bodrios), ya que este horror de secuela es muy similar a aquéllas, pero con la diferencia de que aquí sí se nota que los artífices sabían lo que hacían. ¿De verdad un personaje como Venom merecía una comedia estúpida para adolescentes? Esto último no es capricho mío, ya que los jóvenes de la sala a la que he asistido, han aplaudido a rabiar (algún niño también, que ya me dirás qué hacía ahí…), e incluso uno se ha puesto a bailar para celebrar el «triunfo» de la película. No es broma (ojalá…). Es obvio que Venom 2 está dirigida a ellos. Me alegro de estar fuera de ese target, de corazón.
Dicho esto, es indudable que la película es ridícula, con unos personajes poco menos que idiotas, y unos diálogos que pretenden ser hilarantes, pero que causan rubor y vergüenza ajena, a pesar de que la guionista no sepa qué es eso. Entiendo que quieran ofrecer un festival del humor para hacer pasar un buen rato al espectador, con bromas a cada minuto (aunque dudo que alguien sea capaz de defender la de la discoteca), buscando el híbrido entre el clásico La Mascara (las referencias son más que claras) y Ghost Rider (si es que eso tiene algún sentido), pero el experimento les ha salido rana, siendo un cóctel de imposible digestión, y en el que sólo se puede destacar la breve duración del film, de apenas noventa minutos, siendo una bendición para algunos de los espectadores, entre los que me encuentro. Al menos la tortura no se prolonga más de lo necesario. Eso que nos llevamos.

Una vez aclarado que la historia cabe en una servilleta y que no hay por dónde cogerla, le toca el turno al bueno de Andy Serkis, actor que está detrás de Gollum o César (Planeta de los simios), y que aquí coge las riendas de la dirección, en un trabajo tras las cámaras que peca de caótico. Es obvio que habría saturación de efectos especiales en un duelo de simbiontes, pero éstos no están demasiado inspirados (el diseño de Carnage no convence) y las escenas de acción no destacan, siendo un film que ya hemos visto antes. Oye, que el guion sea malo, pues mira, lo podemos pasar, pero al menos dame un entretenimiento digno, pero ni eso, ya que el único enfrentamiento no llega hasta los últimos minutos (sí, como lo leéis) y las escenas de acción se pueden contar con los dedos de una mano, siendo también decepcionante en ese aspecto. Me sabe mal por Serkis, pero podrían haber puesto a cualquier otro que el resultado sería el mismo.
Y toca hablar del reparto, pero es imposible hacerlo sin rescatar lo mal escrito que está el libreto de este memez. Por un lado tenemos a Tom Hardy como gran protagonista, es decir, como Eddie Brock. Cuando se confirmó su fichaje, me alegré hasta límites insospechados, ya que es un actor con mucho talento y que no suele decepcionar, pero ya en la primera se le vio incómodo en un personaje que le exigía desmelenarse demasiado, ofreciendo una actuación un tanto histriónica, y no lo digo en el buen sentido. El problema es que esta vez no podemos decir que el pobre esté obligado por contrato a protagonizar esta secuela, ya que la historia es suya, algo que sorprende, porque es insulsa y boba hasta decir basta. Supongo que es una compensación de Sony (que al igual que en Warner, parece que no hay nadie al volante…) por lo descontento que quedó Hardy con la primera parte (sólo había que fijarse en las entrevistas), pero no sé qué pensará del resultado final de esta segunda parte, porque para mí es peor… mucho peor. No sé si Hardy volvería a firmar para el papel sabiendo los deplorables resultados en lo que se refiere a la calidad, pero el dinero manda. En lo que respecta a su actuación en esta ocasión, repite los tics de la primera parte, aunque se le nota entregado. Es capaz de más, eso seguro.

Lo mismo puede decirse de Michelle Williams o Naomie Harris (vista en la saga Bond o las secuelas de Piratas del Caribe), que hacen lo que pueden con los personajes que les han dado (el de Harris es de los más ridículos del año), pero que hacen que te cuestiones qué demonios hacen aquí unas actrices de su talento, que es lo mismo que se puede decir de Hardy o Harrelson (que ahora iremos con él…). De verdad, muy buen casting, pero si desaprovechas su buen hacer en productos tan espantosos, la sensación que te queda es de lástima. Quizás los cheques sean jugosos, pero estoy seguro de que, cuando repasen sus carreras, se darán cuenta de que estos films fueron un error. Que no os quepa duda que, en una futura entrevista, renegarán mientras cuentan los billetes, como hacen tantos otros. Al tiempo.
Y llega el turno de Woody Harrelson, al que le he querido dedicar un apartado especial, ya que es un actor que me tiene maravillado y que jamás decepciona. Bueno, al menos hasta este momento. Y es increíble, porque creo que todos coincidiremos en que Harrelson era el tipo perfecto para el papel de Cletus Kasady, pero aquí nos topamos con un villano totalmente desaprovechado y que tampoco tiene nada que ver con el de los cómics. No sólo se atreven a presentar a un protagonista totalmente distanciado del material original, sino que echan por tierra la oportunidad de plasmar a un villano del calibre de Carnage (Matanza), en pro de un personaje sin carisma y con el que Harrelson vuelve a desplegar el registro de siempre, cosa que no suele importarme, pero que aquí no me ha convencido en absoluto. Sí, lo intenta, pero el guion no da para más, sentenciando a un villano que debería haber sido la gran novedad y un nuevo icono, pero que se queda en tierra de nadie. Decepción se queda corto.
Y dicho todo esto, ¿qué mas se puede decir de esta basura que no haya dicho ya? Cuando lo único bueno que tienes que decir es que es corta, está todo dicho. Nada funciona, ni la dirección, ni el espantoso guion, ni el reparto, repleto de rostros con experiencia, los cuales deberían plantearse cambiar de agente, pero con urgencia. En conclusión, una secuela que hace buena a la anterior, y un subproducto que debería quedar relegado al olvido, pero que parece que a la mayoría del público le está gustando. No seré yo el que juzgue sus gustos, pero debido a ello tendremos una tercera parte. Que no me esperen. Esta vez no. De lo peor del año, que ya es decir.
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