
¿Cómo resistirse a un documental que trata sobre los clichés de Hollywood en clave de humor (o así lo venden) y con rostros conocidos como los de Rob Lowe, Florence Pugh, Richard E. Grant o Robert Englund, entre otros? Si te gusta el mundo del cine, es prácticamente imposible. El problema es cuando descubres, para tu desgracia, que en este especial de una hora de Netflix se habla más de la corrección política que de cine, aprovechando la plataforma para intentar buscar más aplausos, no vaya a decirse que no están a la última.
Como cinéfilo que me considero, os adelanto que este especial no merece la pena, ya que no aporta absolutamente nada al mundo del cine, contándonos cosas que ya sabemos, y desaprovechando a sus invitados de forma deplorable. Sin ellos estaríamos ante un producto todavía peor, siendo una de las grandes decepciones del año, entre otras cosas porque se ha vendido como lo que no es. ¿Por qué en la promoción no salen las escenas en las que se denuncia el machismo, racismo y homofobia de Hollywood? Ah, sí, eso no vende… Hipocresía lo llaman en mi pueblo.

Pero no nos vamos a engañar, ya que hablamos de una producción de Netflix, por lo que es obvio que no van a desaprovechar la oportunidad de cumplir con la agenda política, acorde a los tiempos que corren. Es algo que ya hicieron con la fallida La historia de las palabrotas, otra propuesta que prometía pero que acabó siendo enterrada entre tanta denuncia social. Jamás me quejaría de algo así en otras circunstancias, pero es que el formato no es el indicado, ya que si me tienes que hablar de palabrotas o clichés de cine, espero precisamente eso, y no un intento desesperado de obtener otra medallita. Al final el espectador es el que paga el pato.
Como ya digo, me parece estupendo que haya críticas a errores del pasado, pero en los dos programas en los que lo han hecho (la otra es la de las palabrotas, para los despistados), los dos presentadores eran hombres, blancos y heterosexuales, y lo volverán a ser en las siguientes producciones de este estilo, buscando desesperadamente ser canalla (las bromas del presentador) y políticamente correcta al mismo tiempo, si es que eso tiene algún sentido. Muy bien, Netflix, pero no cuela vuestra doble vara, que ya huele el asunto. Si queréis el aplauso que sea con todas las consecuencias, y eso incluye que os presenten estas producciones los invitados y cómicos sin gracia a los que les dais apenas dos minutos para hablar, no vaya a ser que el público salga huyendo.
Por cierto, la maravillosa Florence Pugh está entre los invitados especiales, al mismo tiempo que se critica el machismo de las producciones Marvel, concretamente del personaje de Viuda Negra (Black Widow). Brillante. Lo de cómo critican películas como Green Book o La Milla Verde (entre otras) por su racismo, mejor lo dejamos para otro día, que no me quiero encender (aunque dejo claro que el racismo viene de otra parte, y está en este mismo especial). Y es que se nota a leguas la desesperación por quedar bien con la generación de cristal y las voces que más ruido hacen (como las de Spike Lee, más empeñado en generar polémica que en hacer buenas películas).

Rob Lowe (genial en Grinder, simpática sitcom que mereció mejor suerte) está fabuloso como maestro de ceremonias, aunque sea hombre, blanco y heterosexual, algo que él mismo recalca en no pocos momentos. Bueno, será cosa del guion, pero el caso es que está totalmente entregado a la causa y muy por encima del nivel de la propuesta (no era complicado…), al igual que la mayoría del resto de estrellas invitadas (los citados en el primer párrafo), aunque algunos aporten bien poco, estando más preocupados en soltar el discursito que en aportar algo del mundo del cine (del que se nota que no tienen ni idea). Y sí, me refiero a los citados cómicos actuales, que cada vez que abren la boca parece que tienen un palo metido en el…. Bueno, ya me entendéis, pero los tuvimos que sufrir en La historia de las palabrotas, y aquí vuelven a hacer acto de presencia. Qué casualidad que todos sean jóvenes…
Seamos sinceros, el material daba para más, y es que volvemos a estar ante una prometedora premisa que se queda en tierra de nadie, y que ha generado más ruido y expectativas de las que merecía. Sí, Netflix vende sus productos (casi) mejor que nadie, pero cuando te tienes que enfrentar a la cruda realidad, te das cuenta de que todo el interés está puesto en contentar a las corrientes actuales, con una promoción que sólo se puede tildar de engañosa. Vamos, que es una pérdida de tiempo, te guste o no el cine (aprovecho para decir que si no te gusta tienes un problema…). Afortunadamente, han tenido el buen gusto de robarnos solamente una hora de nuestro tiempo. Eso que nos llevamos, aunque la palabra decepción vuelva a estar tan presente. Una vez más, gracias, Netflix…
Crítica en vídeo:
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