
Hay películas en las que sus protagonistas son el mayor aliciente para verlas, y Descarrilados es un ejemplo más de ello. La comedia española está protagonizada por Arturo Valls, Julián López y Ernesto Sevilla (casi nada), con la premisa de tres amigos que deben viajar por Europa con el Interrail, para cumplir la última voluntad de su amigo fallecido. Si a eso le añadimos que hay mucho dinero en juego, el trato está hecho. Pues bien, debo reconocer que no esperaba demasiado de esta producción (dudo que nadie espere El padrino), siendo atraído únicamente por su elenco de cómicos. A pesar de ello, no puedo negar el hecho de que estemos ante una comedia que se queda a medio gas, dejando la sensación de que podría haber dado mucho más de sí.
Es curioso el caso de esta comedia, ya que se suponía que se iba a rodar en todas las localizaciones que visitan, pero debido al Covid se tuvieron que conformar con rodar todo el metraje en Bilbao. El director pone todos sus esfuerzos en hacernos creer que realmente los personajes están en París o Roma (por citar dos ejemplos), gracias a unos efectos especiales que no suponen ninguna revolución, pero que tampoco chirrían (atención a la escena del pinball). La película no luce mal y técnicamente cumple, por lo que misión cumplida. Bueno, en este aspecto.

Luego tenemos el guion, el cual presenta un punto de partida que ya hemos visto en infinidad de producciones, pero con el que se puede jugar. Y es que podría haber habido hueco para la originalidad, no siendo el caso, al navegar el film por lugares comunes y dejando la sensación de que esto ya lo hemos visto antes, aunque seguramente mejor. En cuanto al humor, que nadie espere una oda a la inteligencia o la sátira, ya que estamos ante una comedia escatológica de las de toda la vida con los típicos chistes (también conocido como humor rancio), lo cual se supone que debe ser suficiente, o al menos eso esperan sus responsables. Quizás para algunos espectadores sí (nada que objetar), pero el resto no saldrá muy satisfecho de la experiencia. Y es que no se puede negar que han pecado de conformistas y perezosos.
Ojo, no estoy en contra de este tipo de humor, es más, a veces lo disfruto (me declaro culpable), pero no hay mucho más debajo de la superficie, entre otras cosas porque los responsables de la propuesta renuncian a la emotividad de la historia, ignorando al amigo fallecido (apenas se le nombra, y si es el caso es para hacer mofa) o abordando con torpeza la amistad de los tres personajes principales. Lo sé, quizás es pedir demasiado, pero es que podríamos haber estado ante una comedia que como mínimo dibujase una sonrisa en sus últimos compases, pero no, es lo que parece, ni más ni menos. Eso sí, nos podemos consolar (aunque no sé si es la palabra indicada) con la que seguramente acabe siendo las escena más tétrica del año, costando dilucidar si es obra de un perturbado o de un genio, o quizás de ambos. Ahí lo dejo.

Por cierto, no creo que los franceses (si es que la película llega a Francia) queden muy contentos. Bueno, ni los rumanos (este caso es digno de estudio), ni los italianos, ni casi nadie fuera de nuestras fronteras, aunque el guionista tiene el acierto de también hacer una mofa sobre los españoles, seguramente para equilibrar la balanza, pero dudo que esta comedia mejore la mala fama que tienen en el exterior de nosotros, y menos cuando se bromea con según qué situaciones. Pero oye, tampoco se les podrá tachar de no haber sido políticamente incorrectos, sean cuales sean las consecuencias. Algo es algo.
Y bueno, llegamos al punto clave de la cinta, que no es otro que el reparto, con un Valls, López y Sevilla entregados a la causa y pasándoselo en grande (en especial el último). No quiero ni pensar qué sería de esta película con tres intérpretes menos inspirados, porque ellos son el alma y quizás lo único destacable del film, elevando el conjunto final e impidiendo el suspenso, ya que el resto de los elementos no están a la altura. Hay diálogos y gags divertidos, pero dudo que tuviesen la misma gracia de no ser recitados por el trío protagonista, en especial por Sevilla. Por otro lado, se agradece la presencia de Ana Milán y Dafne Fernández, aunque ambas estén tan desaprovechadas, en especial la primera.
En conclusión, estamos ante una comedia olvidable, de la que sólo se pueden rescatar algunos gags y la presencia de sus tres principales protagonistas. Fuera de eso, poco más hay, siendo una producción que se queda a medias de todo. Si tienes las cosas claras y vas sin muchas pretensiones, quizás pases un buen rato, pero en caso contrario, no creo que se te haya perdido nada. Una pena, porque algo me dice que podría haber salido una comedia mucho más inspirada, simpática y recomendable de lo que ha acabado siendo. Y es que a veces los actores te levantan una película, aunque no se lo pongan nada fácil.
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