Jugando con fuego: Brasil (Brincando com fogo: Brasil) – Too Hot to Handle: Brazil – Netflix – La versión brasileña presenta más conflictos pero el mismo entretenimiento

Jugando con fuego Temporada 3

Jugando con fuego Temporada 1

Jugando con fuego Temporada 2

Jugando con fuego es un reality de Netflix que sorprendió a propios y extraños con su primera temporada. Sobra decir que el formato fue un rotundo éxito, por lo que la plataforma tomó buena nota de ello, estrenando en un mismo año la segunda temporada y la versión Brasil (y esperad que se avecina la versión Latina). Pues toca hablar de esta última, y como no podía ser de otra forma, hay mucha tela que cortar. ¿Está a la altura de la versión americana? Ya os adelanto que es un rotundo sí, pero mejor vayamos por partes.

El formato es exactamente el mismo, sin modificar las reglas ni ninguna intención de innovar por parte de sus responsables (tampoco nadie se lo había pedido), habiendo únicamente una diferencia: los concursantes son brasileños, con todo lo que ello conlleva. Y sí, estoy hablando de sexo. No quiero destripar el dramatismo de la historia, pero ya os adelanto que el nivel de reglas quebrantadas es digno de estudio. En eso no decepcionan, hasta el punto de que algún iluminado les deja 24 horas para conocerse al comienzo, no formando una familia de retoños de milagro. ¿A quién se le ocurre? Esto es como en Jurassic Park, cuando dejan a los velociraptor sueltos, y dicen «saben abrir puertas», pues esto es lo mismo. En fin, cosas que pasan…

Antes de entrar en materia (es decir, concursantes y sus acciones), quiero pararme en el apartado técnico, ya que está bastante por debajo de lo mostrado en las versiones americanas, por mucho que se pretenda presentar exactamente lo mismo. Y es que aquí hay demasiadas escenas de convivencia (por lo tanto, grabaciones deslucidas), recordando a otros reality menos inspirados, y distanciándose bastante de las versiones originales (aunque no descarto limitaciones presupuestarias). Parte de la culpa la tienen unos concursantes (ahora sí) que discuten demasiado y entran en conflicto por banalidades, como si hubiesen llegado enfadados de casa. Maldita sea, que estáis todo el día en la piscina y restregándoos, menos humos.

No se puede negar que es un casting interesante, como unos maromos destacando su hombría en los primeros compases del show (unga unga style), para después descubrirse como hombres sensibles que necesitan derribar el escudo que nadie les había pedido que trajeran al retiro. Cosas que pasan. Especial atención al rol del villano, el cual dura apenas un episodio, pero eh, la intención es lo que cuenta. Tampoco podemos olvidar a las que juegan con todos y acaban comiéndose una… mejor lo dejamos ahí, la que no pinta absolutamente y calienta silla, o las parejas que sólo interesan cuando están juntas, no destacando por separado. En el ecuador del programa llegan nuevos concursantes, uno mejor que otra, siendo un soplo de aire fresco, aunque el nuevo visitante acaba saturando. Y bueno, mejor no mentar la trampa de los últimos episodios, cuando ya estaba todo el pescado vendido. Una maniobra endeble y patosa con la intención de animar la función. Pues vale.

La verdad es que mis sensaciones eran bastante negativas hasta la mitad del concurso, debido al exceso de conflictos y toxicidad constantes. Afortunadamente, las aguas se calman y los protagonistas comienzan a crear vínculos (también de amistad), en especial gracias a unos talleres la mar de interesantes y efectivos, notándose que sí hay interés en la evolución por parte de los concursantes, lo cual es de agradecer. Por otro lado, no se puede negar que la temporada es entretenida de narices, aunque el último episodio tenga diez finales y se haga interminable, con una decisión final inteligente y que mejora la patochada de la última temporada. Y sí, me refiero a la repartición del premio. Como veis, los productores hacen lo que les da la gana con su propio show, con finales y decisiones distintas dependiendo de la temporada o el país. Coherencia. Me gusta.

En conclusión, estamos ante una versión tan efectiva como divertida, que cumple su función de hacer pasar un rato ameno, y cuyo principal problema son las polémicas de los primeros episodios, centrándose más el programa en sus broncas que no en la evolución de los participantes, corrigiendo este punto en el ecuador del formato. Si os gustaron las versiones americanas, no os la podéis perder, siendo una extensión que funciona y da lo que promete, o incluso más (en especial si eres un pervertido y te has apuntado a esto por asuntos ajenos a los sentimientos… cómo os conozco). Y sí, se acerca la versión latina (que entiendo que juntará a todo América del Sur). Que Afrodita nos pille confesados….

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