El último mercenario – The Last Mercenary – Película Netflix – Jean-Claude Van Damme es lo único destacable de una comedia de acción sin chispa ni gracia

Hablar a estas alturas del cuento del señor Jean-Claude Van Damme es tontería, por lo que me limitaré a confesar que siempre me ha parecido mejor actor de lo que se ha dicho de él, siendo uno de los mejores referentes del género, con una filmografía bastante curiosa (por favor, como en el caso de muchos de sus compañeros de profesión, obviad sus últimos años) y que siempre ha sido un ejemplo de carisma innato (algo de lo que no todos pueden alardear). Es el rey de las patadas, le pese a quien le pese, y todavía se resiste a dar la última. Y hablando de último, precisamente ése es el título de la película, El último mercenario (muy originales no han sido…), teniendo el actor belga su particular «El último gran héroe», aunque salvando las distancias, ya que el clásico con Schwarzenegger era un acertadísimo guiño al género y al metacine, mientras que aquí nos tenemos que conformar con una broma sin gracia cortesía de Netflix.

No nací ayer, siendo consciente de que no iba a encontrarme ninguna obra maestra ni un film que resucitase la carrera de Van Damme (¿cuántas resurrecciones más necesitan para darse cuenta de que es único?), esperando simplemente pasar un rato entretenido de la mano del experto en artes marciales. Pues ni por esas, siendo el actor un mero reclamo publicitario, ya que sin él la película sería todavía peor (qué ya es decir…), siendo lo único destacable y rescatable en una comedia de acción sin gracia ni chispa, que se olvida bien pronto y que no es capaz de exprimir todo el potencial de uno de los mejores actores de acción que ha habido en la historia. Vamos, una decepción, con todas sus letras.

La labor tras las cámaras del director (también guionista) sólo se puede calificar de simplona, siendo incapaz de sacar partido a su estrella principal o a la fascinante ciudad de París. Lo segundo es pura torpeza, pero lo de que Van Damme salga menos de lo esperado lo achaco más bien a temas presupuestarios, o que simplemente el mítico actor ya no está para muchos trotes y le daba pereza salir más. Lo que es seguro es que el guion es flojo hasta decir basta, con un personaje principal que juega al rol de action hero, pero que está bastante desdibujado, siendo mejorado por la interpretación del belga. En otras manos no habría sido lo mismo, eso seguro. Debido a la ausencia intermitente del actor, el film se centra demasiado en personajes secundarios irritantes, como es el caso del hijo, que juega a ser el alivio cómico (atención porque hay varios personajes que buscan desesperadamente cubrir esa papeleta, no lográndolo ninguno de ellos) pero que acaba siendo insufrible, cuando se supone que nos debemos encariñar con él. No olvidar la ausencia de un villano claro, habiendo varias opciones que al final se quedan en nada.

Por otro lado, es injustificable que una comedia de acción dure casi dos horas, siendo otro traspiés de un cineasta que se nota que adora el género de acción y sus clásicos (infinidad de referencias y guiños lo confirman), pero que no sabe manejar los elementos de los que dispone, siendo un trabajo bastante endeble. Y que nadie espere grandes escenas de acción, ya que esto lo hemos visto todos antes, tanto la trama principal (conflicto padre-hijo) como las persecuciones y peleas cuerpo a cuerpo, que tampoco se pueden calificar de mediocres, pero que no sorprenden ni atrapan. La cosa prometía más, y al final se ha quedado en un quiero y no puedo de los de toda la vida.

No hay nada de malo en que la película sea un vehículo para el lucimiento del mítico actor, porque es lo que es y no se esconde, pero no puedes jugar todas tus cartas a una mano, y esa mano es el señor Van Damme, siendo el único reclamo de una comedia que jamás hace reír y una película de acción que no convence, siendo un híbrido fallido y descafeinado. Podría decir que incluso estamos ante una comedia familiar (un mercenario que no mata, con eso os lo digo todo), pero hay un chiste sexual en los últimos minutos que me impide hacer tal afirmación, siendo una prueba más de que su máximo responsable no tiene muy claro lo que tiene entre manos.

Y llegamos al punto clave de la cinta, ya que la misma no tendría ningún sentido sin un Jean-Claude Van Damme demostrando que todavía tiene mucho que decir. El actor belga es consciente de que quizás esté ante una nueva oportunidad de estar en una producción más llamativa y accesible al público (ya sabéis, estreno en Netflix) y lo aprovecha, ofreciendo una interpretación que, si bien no está entre sus mejores, vuelve a desplegar carisma y buen hacer en cada mirada y patada que regala al espectador. Es una lástima que uno de los mejores actores de acción que hemos tenido en el cine esté relegado a producciones de videoclub, cuando está pidiendo a gritos más papeles en películas de más presupuesto, como es el caso que nos ocupa, aunque los resultados disten mucho de ser los esperados. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de sus compañeros de reparto, desaprovechando el film a un hilarante Nassim Si Ahmed, repitiendo los mismos tics de su alocado personaje en la inclasificable Pasando tema en París.

En conclusión, estamos ante una comedia del montón confeccionada a medida para Van Damme. Eso es todo. El problema es que no divierte, no emociona (esa trama mencionada, recurso visto en infinidad de producciones y que ya cansa), no convence (es más light de lo esperado) y que deja la sensación de que han contratado a la estrella para atraer a sus fans, pero algo me dice que incluso los más acérrimos van a salir bastante decepcionados, por mucho que el bueno de Jean-Claude ponga todos sus esfuerzos en una película que no lo merece. Una lástima, porque podría haber quedado un producto simpático y perfecto para pasar el rato, pero que finalmente es otra tontería sin alma para rellenar el catálogo de una plataforma que cada vez va a peor. Van Damme, tú mereces más. Mucho más.

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