
Desde que Endgame cerró una etapa, había muchas expectativas en el futuro de los personajes, concretamente en la Fase 4. Mentiría si dijese que tenía el mismo interés que otros en la misma, ya que creo que se han perdido (o despedido, si se prefiere) grandes personajes por el camino, y que esto jamás va a volver a ser lo mismo. Sin embargo, tampoco puedo negar que las anunciadas series (ojo a la de Loki, que está al caer) generaron en mí cierta curiosidad, ya sea por recuperar algunos queridos personajes que tuvieron poco tiempo para su lucimiento en las famosas películas. La primera en aterrizar fue WandaVision, que me pareció una serie que tuvo algunos buenos episodios y un desenlace satisfactorio, pero que no dejaba de ser un producto fallido (que no malo), tan irregular como decepcionante.
A pesar de este pequeño traspiés, abracé con entusiasmo el estreno de la serie de Falcon (lo de Halcón pasó a mejor vida…) y el Soldado de Invierno, ya que es bien conocido que las manos detrás del proyecto son otras, y el tono iba a ser bien distinto y con unas intenciones muy opuestas, enfocado más en la acción y el thriller. Pues bien, al contrario que con la serie de la fascinante Bruja Escarlata (personaje que ha pasado a convertirse en el favorito de muchos, y no me extraña), he optado por no realizar crítica alguna hasta haber visto los seis episodios (visto lo visto, todo un acierto que sean tan pocos) que componen la serie en su totalidad. Y aquí estamos, en el final del camino (o no…) y en lo que considero que es una serie tan correcta como entretenida, pero que se queda a medio gas, a pesar de sus innumerables aciertos. Pero mejor vayamos por partes.
El primer episodio me parece el más tibio, a pesar de contar con una escena de acción fabulosa (seamos sinceros, orquestada para enganchar a los que buscan espectacularidad) y de poner las cartas sobre la mesa, cocinándolo todo a fuego lento, lo que no es nada reprochable, ya que hablamos de un piloto. No obstante, todo mejora a partir de su segundo episodio, con una set piece a la altura de las circunstancias, y con la presentación de un personaje que muchos han odiado de forma tóxica. Y sí, me refiero a John Walker, el nuevo Capitán América, pero luego iremos con él. El tercer episodio es un homenaje a la espléndida trilogía de John Wick (se notan las referencias), con estética Cyberpunk (afortunadamente sólo eso, porque menudo juego…) y trayendo de vuelta a uno de los mejores personajes de la serie que nos ocupa, que no es otro que Zemo. Lamentablemente, no se ha sabido aprovechar del todo al enigmático villano, seguramente con vistas a un futuro. El cuarto es otro capítulo rabiosamente entretenido, mientras que el cinco se centra más en los personajes y es un poco de transición, siendo un preámbulo del gran final, aunque me quedo con el entrenamiento de Sam Wilson.

Y llegamos al último episodio, que da lo que promete, desencadenando el conflicto en medio de Nueva York, como si de un blockbuster se tratase, que al final es lo que pretende. Los instantes más épicos (hay momentos fascinantes y dignos de aplauso) hacen acto de presencia en un desenlace en el que se pone toda la carne en el asador, con un epílogo a la altura de las circunstancias, aunque hay cosas que no cuadran, como el asunto del Agente de Poder, que rompe con todo lo visto hasta el momento y no funciona, por mucho que se juegue al giro sorpresa, o el discurso final de uno de los protagonistas, demasiado propagandista y peligroso.
Y es que ha habido un esfuerzo desmesurado por parte de los responsables para que empaticemos con las acciones de Karli, un personaje sin carisma ni garra, que provoca hastío con sus vaivenes de personalidad. Si hay un personaje odioso, es ella, con una villana que no funciona y que desluce el conjunto final, y más teniendo a anti-héroes o villanos tan próximos como Walker o Zemo. Pero lo que me preocupa es que los guionistas justifiquen o intenten explicar sus acciones terroristas, cuando hay muertos de por medio. En el momento que se pasa esa línea, su mensaje deja de tener sentido. No me tendría que meter en camisas de once varas, pero me parece un discurso peligroso el que da la serie, pretendiendo que sintamos pena por dicho personaje (por ser extranjera y casi una niña) y compartamos su causa, y más cuando hay no pocos momentos en los que parece que disfruta matando. No cuela.
Y de un personaje mal dibujado, pasamos al polémico John Walker, interpretado por un convincente Wyatt Russell (hijo del mítico Kurt), un Capitán América repleto de matices y con una subtrama interesante y a ratos fascinante, explotando todo al final de cierto episodio. Es cierto que es un poco extraño el giro que se le da en el último episodio, pero considero un total acierto tanto al actor escogido como lo bien desarrollado que está este nuevo Capitán. Dicho esto, me parecen incomprensibles las críticas al personaje, y me refiero a las tóxicas, con mensajes de odio al actor (que se comenta que no tiene redes sociales, por lo que mejor para él). Imbéciles los hay en todas partes, y el hecho de que las redes sociales les den alas, no augura nada bueno.

Antes de pasar a los dos grandes protagonistas, tengo que detenerme en Zemo, que creo que todos coincidiremos en que es una de las claves de la serie, a pesar de lo comentado, seguramente reservándolo para un futuro próximo, lo que me parece algo lógico teniendo en cuenta lo fascinante del sujeto y la estupenda actuación de nuestro querido Daniel Brühl (recordar que es medio español). A pesar de todo, no se puede negar que no es el mismo villano de la excelente Civil War, siendo aquí un genio multimillonario que se las sabe todas. Vamos, como en los cómics. Sin su presencia, la serie no habría sido lo mismo. Por cierto, larga vida al Zemo Dance. Historias de los bailes, desde ya.
Y ahora sí, toca centrarse en Sam Wilson y Bucky Barnes, que son el corazón y el alma de la serie, aunque uno quede más beneficiado que el otro. En los primeros episodios ambos comparten el protagonismo, en una suerte de Buddy Movie en la que los dos personajes no se pueden ni ver (un clásico del género), algo que ya se intuía en las películas. Por supuesto, el conflicto no tardará en desaparecer, dando rienda suelta a una gran amistad (por mucho que ellos mismos lo nieguen). Steve estaría orgulloso. Sam demuestra ser un digno sucesor del escudo, aunque no me convencen sus concesiones a la villana, no dándola por perdida a pesar de sus deplorables acciones. Por otro lado, tampoco me ha entusiasmado la subtrama con su hermana, con un mensaje claro, pero que creo que no acaba de funcionar del todo. No obstante, me parece un personaje maravilloso y del que quiero ver más, hasta el punto de que, después de ver los seis episodios, considero que fue un error apartarle de la conclusión que fue Endgame.
En cuanto a Bucky, me gusta que se rescaten momentos de su terrible pasado y se den ciertas explicaciones (el momento Wakanda, sublime), pero va perdiendo interés a medida que avanzan los episodios, siendo eclipsado por Sam en los compases finales, cuando se supone que la serie es de ambos. Quizás sea algo inevitable (y más teniendo en cuenta la evolución de Wilson), pero creo que deberían haber mantenido la atención en ambos hasta el final. Dicho esto, los dos forman una pareja fabulosa que espero que repita en un futuro no muy lejano. Jamás entenderé los que vociferan que estos dos no tienen ni interés ni garra, pero en fin, aquí la prueba de que eso no es verdad.

Por cierto, la serie ha sido un gran cóctel de subtramas, algunas acertadas (Walker, pasado Bucky) y otras no tanto (Agente de Poder, la hermana de Sam, villana terrorista), pero me quedo con la del Capitán América, y no me refiero ni a Steve ni a Walker, sino a ese pobre hombre al que la historia le dio la espalda. Creo que tiene un buen final y un mensaje necesario, y más en estos momentos tan convulsos. Marvel ha dado por fin el paso y le ha salido bien la jugada. Si es que cuando se hacen las cosas bien…
Sobra decir que técnicamente la serie está a la altura de las circunstancias, con una dirección que cumple en las escenas de acción y unos efectos visuales que no tienen mucho que envidiar a las películas, notándose lo generosos que han sido con el presupuesto. Mención especial a la estupenda banda sonora del genial Henry Jackman, que repite después de Capitán América 2: Soldado de Invierno y Civil War, con un estilo musical y unas partituras (además de una melodía principal) que tienen continuidad en esta serie. Todo un acierto que el estudio haya vuelto a contar con él, aunque quizás no se alcance el nivel de los films.
En conclusión, estamos ante una propuesta tan interesante como entretenida, y que da lo que promete, a pesar de algunos contras (la villana y ciertas licencias). No es perfecta, pero tampoco lo pretende, mereciendo la pena ya sea por traer de vuelta a Sam y Bucky, una pareja tan imposible como entrañable, o a un villano que espero que nos deleite con nuevos bailes (sí, me refiero al gran Zemo), por no hablar de las nuevas incorporaciones, como el impredecible Walker. Así sí, Marvel. Hay esperanza en el futuro.
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