Juegos de colegas (Buddy Games) – La testosterona y la inmadurez se dan la mano en una de las comedias más rancias y peores de los últimos años

Hay veces que tenemos un impulso incontrolable que nos obliga a tomar malas decisiones, aún sabiendo que saldremos perjudicados, y eso es precisamente lo que me ha conducido hasta esta comedia, machacada por la crítica sin piedad. Una vez vista, no me extraña en absoluto (es más, creo que hasta se han quedado cortos…). Quizás motivado por su reparto (con algunos rostros conocidos), o porque, no nos vamos a engañar, me gustan las comedias absurdas para echar unas risas (también conocidas como placeres culpables), he decidido apostar a lo grande, a pesar de ser consciente de que la hostia podía ser todavía mayor. No iba engañado, sabía lo que me iba a encontrar, pero el único problema es que es todavía peor de lo que imaginaba, con una serie de chistes sexuales, escatológicos y sin gracia que quizás hubiesen funcionado en los 70 (o los 80, siendo generosos), pero que hoy en día huelen a rancio.

No deja de ser sorprendente que el artífice de todo esto (dirige, produce, escribe y protagoniza) sea Josh Duhamel, actor conocido por ser el protagonista de la olvidada serie Las Vegas o por aparecer en la saga Transformers. No creo que le veamos en ninguna gala de premios, pero tampoco me parece un mal actor, siendo esta patochada orquestada por él, una mamarrachada que no tiene ni pies ni cabeza, y que me es imposible concebir en qué momento le pareció buena idea a alguien dar luz verde a este despropósito. ¿Acaso no tiene amigos Duhamel? Bueno, si son como los de la película, todo cuadra.

Antes de intentar desgranar esta apasionante historia de amistad (ejem…), conviene hablar de la labor tras las cámaras de Duhamel, bueno, o de la ausencia de ella, ya que la película luce peor que mal, siendo indigna de los tiempos que corren y pareciendo una comedia de principios de los 90 de directo al videoclub (imposible que esto pasase ningún filtro para acabar en salas de cine… lo de plataformas mejor lo dejamos para otro día, que esas aceptan cualquier cosa). Se nota que el bueno de Josh tiene la misma idea de dirigir que servidor de ingeniería náutica, pero eso no es lo que se busca en una historia de estas características, siendo lo importante el guion y el reparto. No creo que nadie se lleve las manos a la cabeza cuando confirme que no funciona ni lo uno, ni lo otro, no vaya a ser que implosione el planeta Tierra porque la película no es un completo desastre. Incluso he llegado a pensar que es el resultado del secuestro de la familia de Duhamel o de alguno de los productores, obligados a perpetrar algo semejante, por aquello de intentar encontrarle lógica a esto. Seguiré investigando, no me rindo.

El título de la película no engaña a nadie (sobra decir que está destinado exclusivamente al público masculino… pero el de caverna), ya que precisamente eso es el film, un juego de colegas para ver quién es el más cabrón, y así llevarse el premio a casa, con pruebas que incluyen dolor, sufrimiento y desenlaces escatológicos, en una historia que podría haberse contado en veinte minutos, pero que los guionistas (Duhamel y otros dos desalmados sin corazón) alargan con subtramas que no interesan a nadie (la vida de los amigos, como el futuro como actor de uno de ellos), un exceso de personajes (más de lo mismo) o bromas sin gracia, siendo una comedia sólo apta para adolescentes descerebrados y poco exigentes. Que oye, si disfrutas con la película, bienvenido sea, pero pásame el número de tu camello que me lo quiero pasar igual de bien.

Es obvio que todos disfrutaríamos de esta bobada siendo adolescentes (bueno, depende de lo predispuestos que estemos a reírnos con chistes de caca, pedo, culo, pis), pero los tiempos cambian y crecemos (lo llaman madurez, pero no lo tengo tan claro), siendo el producto que nos ocupa, lo que muchos de nosotros haríamos si nos diesen una cámara y nos propusieran hacer una película con nuestros amigos… con quince años. El problema es que Josh Duhamel roza los cincuenta, siendo un caso digno de estudio. Joder, que he rodado tonterías con mis amigos que poco tienen que envidiar a esta cosa…

No hay garra, ni emoción, ni corazón en este subproducto, siendo un trabajo al que es imposible sacarle nada positivo, por mucho que se intente. Y el problema no es que se haga una comedia sobre tipos de cuarenta años (ya sabéis, la famosa crisis) jugando a ser jóvenes de nuevo, ya que la reciente y simpática ¡Tú la llevas! (TAG), dejó bien claro que se puede hacer una película de estas características con buen gusto y sin necesidad de recurrir a lo soez y lo mundano. Debería haber tomado nota el amigo Josh, porque el problema no es ni el género ni la trama.

Creo sinceramente que la existencia de esta memez es en respuesta al cabreo de Duhamel con el mundo (recordar su reciente divorcio de la cantante Fergie, lo que da sentido al desenlace de su personaje en la cinta), pero al final los incautos espectadores somos los que pagamos el pato. Lo que es seguro es que al bueno de Josh le debe dar ya todo igual, porque dirigir, escribir y protagonizar una película semejante, sólo puede calificarse como un acto de valentía (héroe, lo llaman algunos), aunque conviene recordar que su carrera todavía no está del todo muerta (dentro de poco estrena serie en Netflix), por lo que quizás su agente debería recomendarle no jugar con fuego. Lo que es seguro es que tiene los huevos bien grandes.

No me olvido del reparto, con una serie de intérpretes conocidos, los cuales vivieron tiempos mejores (mucho mejores…), por lo que no me voy a cebar mencionándolos, consolándome con las tomas falsas de los créditos finales, en las que parece que algunos se lo pasaron en grande. Bien por ellos, pero es una pena que los espectadores no seamos cómplices de esas supuestas bromas tan divertidas (también es cierto que no hemos cobrado un mísero dólar… y deberíamos). Eso sí, destacar la anecdótica presencia de Olivia Munn, la cual roza el cameo cuando su nombre y su cara están bien grandes en el póster. Sin lugar a dudas, el personaje más ridículo de su carrera (está para lucir palmito y nada más), siendo bastante incomprensible que haya aceptado aparecer en un producto tan rancio, teniendo en cuenta su activismo a favor de los derechos de las mujeres. Pero esa es otra historia, y poderoso caballero es Don Dinero.

En conclusión, un atentado contra el buen gusto y una de las peores comedias de los últimos años. El único motivo por el que no han hablado más de ella, es simplemente porque no ha hecho ruido y ha pasado totalmente desapercibida (se nota que su destino era el mercado doméstico o bajo demanda), porque es mucho peor que otras comedias vapuleadas sin piedad. Pero claro, cada vez hay más producciones y pasan sin pena ni gloria (por muy malas que sean), y esta no es una excepción. Suerte para los que no acaben en las garras de esta porquería… sed libres. Duhamel, haz un pensamiento, que hay luz al final del túnel, y este suicidio cinematográfico no tiene ningún sentido, y menos cuando expones la salud mental del público a semejante excremento. Horrenda.

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