Black Beach – Crítica – Un correcto thriller que ya hemos visto todos

Black Beach es un thriller político (o drama de denuncia social, lo que se prefiera) estrenado en 2020 y que no tuvo mucha acogida en las salas de cine, por motivos obvios (la terrible pandemia). Por fortuna, la película está producida por Netflix, plataforma en la que se acaba de estrenar para darle una segunda vida, como ya sucedió con otros ejemplos patrios como El hoyo. Es el futuro del cine (da igual la nacionalidad), le pese a quien le pese.

La verdad es que tenía curiosidad por ver este film protagonizado por los siempre solventes Raúl Arévalo (uno de los mejores intérpretes del momento) y Candela Peña (que ya no tiene que demostrar nada), con críticas dispares y que prometía un intenso thriller de acción. La verdad es que tiene el espíritu de los thrillers que tanto triunfaron en las décadas de los 80 y los 90, pero no deja de ser una película algo rudimentaria y que ya hemos visto todos, aunque eso no le quita que sea correcta y entretenida (al menos a ratos).

El director cumple con creces en su labor tras las cámaras, notándose que ha habido un salto técnico en las películas españolas en los últimos años, y más si hay un empujón financiero por parte de las plataformas, como es el caso. No obstante, sólo hay un instante de acción (el más promocionado…), aunque cuando hace acto de presencia, mantiene en tensión al espectador. Es una lástima que la garra de la propuesta se reduzca a ese momento, pero cumple su cometido en esos breves instantes. Por otro lado, la película tiene un exceso de duración, y más teniendo en cuenta que a la cinta le cuesta mantener el ritmo y el interés inicial, con unos minutos finales que no están a la altura de las circunstancias, ya que se apuesta más por el drama.

En cuanto al guion, es lo más endeble de la propuesta, ya que no tiene muy claro qué quiere ser, si un thriller político, un drama con denuncia social o simplemente una mezcla de ambas, no siendo especialmente llamativo en ninguno de los dos géneros, dejando la sensación de que esta película es una más y no aporta nada especial al género, tópicos incluidos (los buenos son los malos y viceversa). Es una pena, porque podría haber sido algo más, pero sus responsables se conforman con lo justo y necesario.

En el reparto destaca un omnipresente Raúl Arévalo, con una actuación convincente, en un cambio de registro muy interesante y demostrando que es capaz de todo. Es encomiable que los productores hayan apostado por un actor con talento y no por el típico ídolo adolescente, ya que podrían haber caído perfectamente en ese error. De secundaria de lujo tenemos a una entregada Candela Peña, elevando el nivel de la propuesta cada vez que hace acto de presencia. Lástima que tenga menos minutos en pantalla de los esperados. El resto de secundarios cumplen, con mención especial a un Emilio Buale saboreando su personaje, aunque es una pena que también esté tan desaprovechado.

Llegados a este punto, seamos sinceros. Sin ese reparto y una dirección tan eficaz, hablaríamos de una película mucho más convencional de lo que aparenta, hasta el punto de que podría haber acabado como un telefilm de sobremesa, que quizás no nos habríamos dado ni cuenta. No es una mala película, pero seguramente la hayamos olvidado más pronto que tarde.

Por cierto, es curioso que hayan nominado a Adú (que es otro drama que se queda en tierra de nadie) en tantos apartados en los próximos Goya, y una película como Black Beach, que no tiene nada que envidiarle y tiene algunas similitudes, haya sido relegada a nominaciones técnicas (cuando por ejemplo Candela Peña está estupenda). Repito, curioso…

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