
El Club del Crimen de los Jueves es una novela de Richard Osman, presentador y productor de televisión británico, el cual nos ofrece su primera novela, en una historia de suspense en la que unos entrañables y tenaces jubilados deben resolver un misterioso crimen. El título y la premisa me llamaron especialmente la atención, sobre todo porque me encanta el género, y el hecho de que haya sido un notable éxito de ventas (es decir, el boca a boca funciona) y de que las críticas sean bastante favorables, hizo el resto.
Una vez finalizado, debo confesar que estaba teniendo una sensación más que satisfactoria con lo que el autor nos proponía, en una novela de intriga que provoca interés con el misterio presentado, hasta que llegaron las últimas páginas, con un pastiche de ideas que no funciona y un cierre que decepciona, en lo que es una novela que se deja leer, pero que acaba resultando fallida. Y es una verdadera lástima, ya que engancha casi desde el principio, gracias a unos personajes carismáticos y una simpleza en la propuesta que invitan a seguir leyendo. El problema es que la claridad del inicio da paso al caos narrativo más absoluto.
Ese caos es el resultado del intento del escritor por jugar constantemente al despiste con el lector, con una serie de pistas falsas, presentando dos casos en uno (que aparentemente tienen que ver entre sí), no acabando de cuajar las trampas narrativas expuestas, en un conjunto que sólo se puede calificar de caótico. Entiendo que no quiera que su obra sea predecible, pero marear constantemente al lector con subtramas innecesarias no es la solución, en ningún caso.
No ayuda el exceso de personajes, algunos de los cuales aportan bien poco, hasta el punto de que, si quitas sus tramas, la novela no se resiente en absoluto. Vamos, lo que se viene llamando relleno de toda la vida. Cierto es que se les coge cariño a los personajes principales (en especial a los ancianos), pero hay demasiados secundarios, lo que provoca que otros (supuestamente) principales tengan menos minutos para su lucimiento, hasta el punto de que uno en concreto se va diluyendo poco a poco, con un cierre insatisfactorio e inconcluso. Es como si el autor no supiese muy bien qué hacer con algunos de ellos. ¿Para qué dedicar capítulos enteros a los pensamientos de un personaje si luego te vas a olvidar de él? Será cosa mía…
Pero no todo es malo en una novela que, sin ese caos narrativo después del ecuador de la lectura, funciona gracias a su tono desenfadado y a la falta de pretensiones a la hora de presentar a sus personajes y sus vivencias. Eso sí, que nadie espere una comedia, como parece indicar el título o el argumento, ya que creo que le falta mala baba a la historia y un poco más de picardía, siendo finalmente un thriller con tintes dramáticos y con unas pocas pinceladas de humor. Una oportunidad perdida de hacer algo más hilarante, ya que creo que se invitaba a ello y quizás eso lleve a confusión al lector potencial.
Por último, el desenlace confirma que estamos ante una buena idea mal ejecutada, con un final que empaña el conjunto y no está a la altura de las circunstancias. Quizás se tendría que haber optado por enredar menos las cosas, ya que la sensación de desorganización que queda tras leer la última página es inequívoca, con dos novelas conviviendo en una, si es que eso tiene algún sentido. Por no hablar de los capítulos dedicados al pasado de no pocos personajes, sin que aporten nada a los crímenes que sí interesan. Se hubiesen agradecido menos páginas, la verdad.
En conclusión, estamos ante una novela que comienza muy bien y podría haber sido una novela de intriga más que recomendable, pero que pierde el rumbo en su tramo final, en lo que es un ejemplo perfecto de batiburrillo de personajes y subtramas que jamás llegan a funcionar, en lo que es una obra correcta pero irregular. Una lástima, porque tenía potencial.
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