
La primera entrega de Wonder Woman (2017) no me pareció ninguna maravilla (nunca mejor dicho), al contrario de lo que muchos se apresuraron a afirmar, cuando no dejaba de ser la respuesta a la primera parte de Capitán América. Eso sí, fue un espectáculo más que correcto y entretenido, con una sorprendente Gal Gadot (seguramente lo mejor del film), haciendo el personaje totalmente suyo, y que dejaba con ganas de ver más de la gran superheroína de DC.
Había muchas expectativas en la esperada secuela, y más cuando se supo que iba a estar ambientada en los fabulosos e irrepetibles años 80, aparte de contar con el regreso de Steve Trevor (Chris Pine). Todos conocemos la horrible situación que nos ha tocado vivir, por lo que, después de infinidad de retrasos, por fin Warner ha decidido estrenarla en cines, en plena época navideña y, eso sí, a la vez que en la plataforma HBO MAX, al menos en Estados Unidos.
Las críticas han sido bastante entusiastas hasta el momento, asegurando algunas voces que es una segunda parte superior a la primera. Una vez vista me sorprenden tales opiniones, porque estamos ante un despropósito que coquetea con el desastre absoluto en no pocas ocasiones, siendo un producto insípido y fallido, que se queda en un quiero y no puedo, y donde hay poco que destacar.
Patty Jenkins repite tras las cámaras, con una dirección que le queda grande, siendo excesiva (la duración se hace insufrible) y demasiado grandilocuente. Las escenas de acción se pueden contar con los dedos de una mano, no entendiéndose los 200 millones de presupuesto, en una labor que no justifica esa inversión ni por asomo, como en el cacareado enfrentamiento final entre la protagonista y Cheetah, oscuro y confuso, no vaya a ser que seamos conscientes de los mediocres efectos especiales de la villana. ¿Qué tienen en contra del maquillaje los blockbusters actuales? No se sabe, pero se ahorrarían un dinero…

La secuela también acarrea uno de los grandes males del cine de superhéroes, que no es otro que no saber diversificar la escasa acción, con una hora en la que se nos presentan a los excesivos y caricaturescos villanos y se recupera la trama romántica de la protagonista, sin que ocurra nada más. Debe ser cosa mía, pero si voy a ver una cinta de estas características, espero set pieces a la altura de las circunstancias, y no unas subtramas sin garra. Recuerda a la también fallida secuela de Ant-Man (una de las peores películas del universo Marvel), la cual se centró más en la comedia que en la acción. La diferencia es que la de Marvel tuvo los suficientes elementos para que la experiencia mereciese la pena, cosa que aquí no llega a ocurrir.
No hay nada que sorprenda, a pesar de que la película tiene un buen inicio (en un flashback que en realidad tampoco aporta mucho al devenir de los acontecimientos) y un clímax (sin contar la decepcionante pelea) que resulta bastante emotivo, siendo el resto un cúmulo de momentos que navegan entre lo bochornoso y lo insulso, dejando la sensación de que han sido conformistas, creyendo que el público iba a abrazar su producto sin más. Veremos en qué sitio queda esta decepcionante secuela con el tiempo, pero me hace gracia que se alabe a Jenkins cuando este trabajo demuestra que los blockbusters (la primera entrega era más comedida) la superan. Recordar que le han dado una de las nuevas películas de Star Wars, anunciándolo a bombo y platillo como la primera película de la saga dirigida por una mujer (y mira que han tenido tiempo para ello…). Se masca la tragedia…
Jenkins también se encarga del guion, algo que no hizo en la primera parte, y vaya si se nota, ya que ambas producciones no tienen nada que ver la una con la otra. Y es que la película tiene varios problemas, siendo el más sangrante su insustancial primera mitad, siendo un producto bobalicón, heredero de la peor época de DC (la de las secuelas del Superman de Reeve o Batman & Robin, sin ir más lejos), intentando ser una comedia divertida pero errando el tiro, ya que las risas brillan por su ausencia. En su momento se le dieron muchos palos a Green Lantern, tildándola de caos absoluto. Pues, sinceramente, no veo que haya mucho distanciamiento entre ambos films, siendo los críticos mucho más generosos con la cinta que nos ocupa, cuando hace aguas en no pocas ocasiones.

Por fortuna, todo mejora en la segunda mitad (cuando se ponen más serios), aunque sin lograr salvar de la quema un producto mal escrito y peor ejecutado, no teniendo muy claro qué quiere ser (¿una comedia? ¿un blockbuster con mensaje? ¿una secuela tontorrona?), y con un resultado que dista mucho del esperado, a años luz de los logros de la primera parte. También conviven varias historias en el film, como la subtrama del villano codicioso, que da para una comedia con mensaje (a lo Jim Carrey), el del patito feo con gafas (siempre las llevan….) que se vuelve sexy (da para una comedia romántica) o la que realmente interesa, que es la que sigue a la protagonista y su interés romántico, aunque ésta tampoco dé en la diana (de nuevo, nunca mejor dicho…).
Y es que no ayuda que Diana sea secundaria en su propia historia, con un excesivo e inexplicable protagonismo de los villanos. Eso es algo con lo que ya jugó el señor Tim Burton con sus (sobrevaloradas) entregas de Batman, pero es que los villanos de esta secuela no tienen el suficiente carisma o interés para soportar el peso del film, siendo bastante extraño que Wonder Woman aparezca tan poco. Algo me dice que fue por asuntos personales de Gadot, porque otra explicación se escapa a mi comprensión. Os juro que creo que sale más el cotizado Pedro Pascal que Gal Gadot. ¿Algún alma samaritana que cuente los minutos? Creo que nos llevaríamos todos una sorpresa…
Muchos nos alegramos cuando anunciaron el regreso de Steve (Chris Pine), pero nada hacía sospechar que la excusa argumental utilizada sería tan perezosa y boba, notándose que le han traído de vuelta para que Diana tenga un compañero de aventuras. La pregunta es: ¿de verdad lo necesitaba? Al final no tiene mucho sentido el asunto, aunque el desenlace de su historia ofrezca un poco de luz al final del túnel, pero el sentimiento agridulce no desaparece.

Y hablando de excusas argumentales absurdas… Que nadie espere un gran homenaje a la década de los 80, ya que el recurso de que suceda la película en 1984 (como nos recuerda el título), es solamente una clara respuesta a productos de éxito (como Stranger Things) que se utiliza solamente en la primera mitad del film (la peor, como ya he indicado) y con la única intención de hacer bromas sobre el estilismo de los personajes e intentar aparentar ser un producto fresco y «guay». Ya está, no hay más. Otra oportunidad perdida y una artimaña para atraer a los más nostálgicos al cine. De hecho, podría suceder la trama en la actualidad, que no habría cambiado absolutamente nada.
Gal Gadot vuelve a estar maravillosa (ejem…) en su rol, aunque como ya he indicado aparece menos de lo esperado. Ha nacido para el papel y costará en unos años (cuando DC haga el predecible reinicio) ver a otra actriz en el mismo papel. Y pensar los palos que le dieron con el anuncio de su fichaje… Chris Pine vuelve a estar carismático, aunque su personaje no ayude demasiado, ya que es poco menos que una mera comparsa de la heroína, estando más desaprovechado de lo esperado. Me alegro de disfrutar un poco más del talentoso actor, pero cabe preguntarse si ha sido buena idea traerlo de vuelta. Espero que Hollywood no le acabe dando la espalda, porque merece más.
Kristen Wiig convence en su rol, aunque sea tópico y ya visto, con una actuación jovial y amena en los primeros minutos, y más enigmática y visceral en los últimos compases. El problema es que su villana no está a la altura de su buen hacer. Mejor parado sale el siempre espléndido Pedro Pascal (de moda gracias a la estupenda serie The Mandalorian), con un villano excéntrico y complicado (claramente inspirado en Donald Trump, como ha confesado el actor), y que en otras manos podría haber caído en el ridículo más absoluto, pero que el bueno de Pedro defiende con soltura, consciente del producto en el que está, y disfrutando de su rol. Uno de los mejores intérpretes del momento, cosa que llevo diciendo desde su Oberyn Martell en Juego de Tronos.

Por último, he leído opiniones muy positivas en lo referente a la banda sonora del maestro Hans Zimmer (el mejor compositor de la historia del cine, con permiso del señor Williams), cosa que también me sorprende, ya que no me he quedado con ninguna partitura en especial, notándose el reciclaje de composiciones anteriores, como el tema de Bruce Wayne en la muy superior Batman v Superman, y otros refritos de otras producciones. Será cosa mía, pero me parece un trabajo muy decepcionante y que no está a la altura de su genio.
Dicho todo esto, creo que Jenkins debería alejarse de la escritura de guiones, porque lo que ha orquestado aquí es un sinsentido, al nivel de otras tonterías de DC que han recibido muchos más palos. De momento, ya he visto bastantes opiniones de usuarios (ya sabéis, los que pagan por su entrada y no cobran por opinar) dejando bien claro su disgusto ante la secuela. No quiero adelantar acontecimientos, pero algo me dice que la película será vista con el tiempo como lo que realmente es: un despropósito que poco tiene que envidiar a los bodrios de los que nos hemos reído en no pocas ocasiones, aunque en esta ocasión la broma no tiene gracia.
Es obvio que con la situación actual no van a recuperar lo invertido, por lo que en Warner son capaces de no atreverse con una tercera parte, pero algo me dice que esta decepcionante entrega no hubiera amasado los mismos millones que su predecesora. Nunca lo sabremos, por lo que sólo queda lamentar que DC haya vuelto a patinar de una forma tan estrepitosa, siendo, para un servidor, la peor película que han ofrecido en su nueva etapa (es decir, desde El hombre de acero). Otra decepción de este desastroso 2020 y un agridulce cierre de año. Quién me lo iba a decir…
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