
Sí, lo sé, llego tarde, pero mejor tarde que nunca. Y es que recientemente he finalizado la popular Modern Family, sitcom de éxito que nos ha ofrecido once temporadas llenas de risas, enredos y emotividad, en la que es, para un servidor, una de las series más agradables, humildes y simpáticas de la historia de la televisión.
En principio la serie se tenía que despedir en su décima temporada, ya que los actores cada vez cobraban más dinero (los más veteranos y experimentados, se entiende, ya que los jóvenes cada vez han ido perdiendo más protagonismo), pero cambios de última hora permitieron una última entrega, de tan sólo dieciocho episodios (cuando solían ser veinticuatro) y que ha servido para intentar cerrar la mayoría de tramas (algunas han quedado un poco en el aire, en mi opinión) con una emotiva despedida en un doble episodio final.
Quizás el desenlace haya sido algo abrupto, pero no se puede negar que ha dejado sensaciones positivas, con todos los personajes felices y con nuevos rumbos en sus vidas, aunque jamás entenderé la necesidad de los guionistas (unos ocho en el doble episodio final…) de forzar cambios de vida y separaciones en los finales de serie, como intentando darnos el mensaje de que los cambios son buenos y de que sigamos con nuestras vidas, pero tampoco pidamos originalidad a estas alturas del cuento.
Si volvemos la vista atrás, cuesta creer que la serie comenzase en el ya lejano 2009, siendo una serie bastante longeva. Curiosamente, recuerdo que las primeras críticas no fueron muy positivas, sentenciándola antes de tiempo, cuando es obvio que ha acabado siendo una de las comedias más importantes de los últimos años, le pese a quién le pese. Y es que han sido muchos años, encariñándonos con sus peculiares y únicos personajes (al principio se me resistía el de Gloria, pero al final se le coge también cariño), con una serie de aventuras a cada cual más rocambolesca.

Personalmente me quedo con Phil Dunphy, mi favorito, con un gran Ty Burrell en su mejor interpretación, siendo un papel que siempre estará presente en su carrera, entendiéndose que para bien. Es imposible no querer a ese bobalicón padre de familia, que siempre ve el lado positivo de las cosas y que constantemente está dispuesto a ayudar a los que le rodean (lo que siempre le mete en divertidos líos). Una joya.
No se quedan muy atrás los fabulosos Jay, Cam (menudos momentazos nos ha regalado este personaje), Claire, Mitchell o Manny, a cada cual más excéntrico. Sobre el resto, también se les quiere, pero no se puede negar que perdieron bastante gracia con el paso de los años (es decir, cuando crecieron), como fue el caso de Luke. Sin embargo, todos formaban un gran elenco de actores y, al fin y al cabo, una gran familia, en un conjunto que sin este reparto habría perdido casi toda su gracia. La importancia de un buen casting.
Tampoco se le puede negar la revolución que supuso presentar una familia tan moderna, como reza el título, ya sea por presentar a un matrimonio abiertamente gay y con una hija adoptiva y vietnamita. En su momento fue un paso arriesgado, pero con el paso de los años el público ha abrazado la valentía de la serie y sus buenas intenciones, con mensajes tan profundos como necesarios. Desgraciadamente, once años después, lo siguen siendo, pero ha llovido mucho y no se puede negar que las cosas han ido a mejor, y más cuando una pareja de dos hombres se ha normalizado en una serie para toda la familia. Ahí es nada.
Y dicho todo esto, toca decir adiós, aunque en la época de regresos que estamos viviendo (la mayoría fracasados, todo hay que decirlo), no me extrañaría en absoluto que fuera un «hasta luego», cosa que no me importaría, con tal de saber cómo les van las cosas a estos carismáticos y sensacionales personajes, aunque sea a modo de especial. Mientras tanto, gracias por todo, Modern Family.
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