
Por pura casualidad (bueno, recomendación en cierta red social), me he acercado a esta propuesta animada y de terror, argentina y exclusiva de Netflix. Hablamos de cinco episodios, de menos de diez minutos cada uno y que se ven en un suspiro. Eso puede verse como un acierto, pero a veces no es buena idea, ya que se corre el riesgo de perpetrar capítulos tan confusos como caóticos, y eso es exactamente lo que ha sucedido con este experimento fallido.
La animación navega entre lo original y lo rudimentario, habiendo un episodio en particular (el navideño) que peca de pereza en su aspecto técnico, aunque sea vendido como otra cosa. Es obvio que la serie se ha hecho con pocos medios, saliendo airosos sus responsables en no pocos momentos, con artificios que nos hacen creer que estamos ante algo mejor de lo que realmente es.
Pero el problema no es que la animación no sea nada del otro aquel, sino más bien el guion, ya que las historias dejan sentimientos encontrados, con tramas de terror que jamás llegan a cautivar, y con un protagonista enigmático pero totalmente desaprovechado. Una vez finaliza el último capítulo, te quedas con una sensación extraña, con ausencia de explicaciones y como si la breve experiencia realmente no hubiese merecido la pena, entendiendo al instante porqué esta serie no ha hecho demasiado ruido en la plataforma. Se notan las buenas intenciones, pero a veces no son suficientes, siendo una rareza que sirve para pasar el rato, pero poco más. Una interesante idea mal ejecutada.
Deja una respuesta