
En el verano de este año se estrenó Voces, cinta de terror española que no causó ningún revuelo, a pesar de sus favorables críticas. Aunque claro, la película se estrenó en medio de la pandemia, con todo lo que ello conlleva. Por suerte, ha sido rescatada por Netflix, dándole una segunda oportunidad para que los espectadores puedan disfrutar de ella. Y es que estamos ante una efectiva y cruda propuesta de terror, que cumple su objetivo de estremecer el cuerpo, pero que no llega a ser redonda, por una serie de contras que desgranaremos a continuación.
La película está muy bien dirigida, siendo el debut en el largometraje del realizador Ángel Gómez Hernández (especialista en cortos), el cual nos obsequia con una atmósfera tétrica y unos sustos más que logrados (se te eriza el vello en no pocos momentos). Por fin una película de terror que sí da miedo, aunque sea en un par de escenas. Se agradece la duración (poco más de hora y media), pero no se puede negar que a la cinta le cuesta arrancar, siendo su primera media hora algo insípida, y restando puntos al conjunto final.

Y es que el guion podría haber dado mucho más de sí, notándose, de lejos, las licencias y las similitudes con la exitosa Expediente Warren (film de terror que jamás me cansaré de recomendar), de la que bebe sin ningún tipo de rubor, obteniendo unos resultados más que correctos, pero quizás algo alejados de sus objetivos, que no es otra cosa que traernos un intento de saga Warren pero con sabor patrio.
Lo que sí distancia a ambas producciones es que la americana apostaba por un tono más esperanzador, mientras que en la película que nos ocupa hay los suficientes momentos crudos y desoladores para que seamos conscientes de que sus responsables nos quieren hacer sufrir. Eso sí, el film denota algo de frialdad, costando empatizar con los personajes, destacando solamente al escritor y su hija, por razones obvias.
Especial atención a su escena post-créditos, que seguro que a más de un despistado se le habrá pasado, pero que da sentido a un comentario de un personaje por el final de la película. Y hasta aquí puedo leer, pero obviamente buscan la secuela. Pues no sé yo…

En cuanto al reparto, me ha sorprendido favorablemente Rodolfo Sancho, que es un actor que no me convenció absolutamente nada en la serie El ministerio del tiempo, pero que aquí sale airoso como padre de familia, aunque que nadie espere una nominación en los próximos Goya. Mucho más convincentes están el siempre interesante Ramón Barea, cuya presencia eleva el nivel del film, o una correcta Ana Fernández.
En conclusión, estamos ante una de las películas de terror más estimulantes del año, resultando una opción bastante recomendable para los fans del género, pero dejando la sensación de que el libreto no llega a estar a la altura de las circunstancias. No obstante, sorprende y es infinitamente superior a producciones de terror mucho más exitosas. Merece la pena darle una oportunidad.
Habrá que vel•la, Habrá que vel•la.
Me gustaLe gusta a 1 persona