
Juan Gómez-Jurado es uno de los escritores del momento. Autor de varias obras, las de más éxito están siendo las de la saga Reina Roja, que para mi sorpresa no son tres, como recientemente he descubierto. Y es que hablamos de una pentalogía (como él mismo la define) formada por El paciente, Cicatriz, Reina Roja, Loba Negra y la reciente Rey Blanco. Por puro desconocimiento (tampoco es que se haya avisado mucho al respecto) no he leído las dos primeras, aunque ya lo tengo como asignatura pendiente. Menciono este dato por si alguien lo desconocía, como en el caso de un servidor.
Pero no estamos aquí para hablar de los libros anteriores, sino de Rey Blanco, presunto desenlace de la trilogía Reina Roja, que debía ofrecer una serie de respuestas que concluyesen la historia de Antonia Scott, Jon Gutiérrez y el temible Señor White, entre otros. Antes de comenzar a valorar la nueva propuesta de Gómez-Jurado, me gustaría repasar las dos anteriores novelas, de la forma más breve posible.
Reina Roja fue el descubrimiento, la novedad y el primer caso (al menos de los dos personajes principales), siendo un thriller tan efectivo como tenso, escrito de manera fabulosa (eso no se lo puede reprochar nadie al autor), siendo un éxito instantáneo, por el cual muchos nos hemos enganchado a las aventuras de tan peculiares personajes.

Creo que la clave del éxito (aparte de la actividad en redes sociales del bueno de Juan), es la forma de contar las cosas, ya que a pesar de la inteligencia del escritor (que se nota que la tiene, y mucho), todo es sencillo para el lector, con un lenguaje que entendemos todos, sin renunciar al entretenimiento y con un as bajo la manga que pocas veces he visto en una novela: los capítulos cortos.
Son éstos los que te invitan a seguir leyendo sin parar, devorando las páginas sin mesura alguna, en una lectura tan adictiva como amena, en la que Gómez-Jurado hasta se permite el lujo de ser soez y mundano en no pocos momentos, siendo breves soplos de aire fresco en una novela tan sólida como diseñada para llegar a todo tipo de público.
La segunda parte, Loba Negra, no estuvo a la altura de las circunstancias (era complicado), aunque fue otro logrado thriller, con una trama muy interesante, aunque cambiando de tercio, dejando la sensación de que estábamos ante una novela de transición, para encariñarnos más con los personajes y llegar al meollo de la cuestión en una tercera parte.

Dicha tercera parte nos ha confirmado lo que se podía sospechar, ya que en la misma apenas se nombran los acontecimientos de Loba Negra, como si hubiese sido una aventura más (de hecho se dice claramente en el propio libro), citándose solamente los eventos de Reina Roja. Vamos, que Rey Blanco es la continuación directa de Reina Roja, pudiendo leer una detrás de otra casi sin problema.
Una vez llegados a este punto, y mal que me pese, debo confesar que me ha decepcionado mucho la nueva obra de Gómez-Jurado, al ser una tercera parte o desenlace que no cumple con las expectativas, en una aventura que no está a la altura de las circunstancias, siendo inferior a sus dos antecesoras. Pero mejor ir por partes.
Como ya he indicado, nada se le puede reprochar a la escritura del autor, ya que vuelve a imprimir ese estilo canalla, combinado con reflexiones acertadas (aunque a veces se abuse de ellas), y con unos personajes principales prácticamente redondos, como son los ya míticos Antonia Scott y Jon Gutierréz, aunque personalmente me quedo con el segundo.

Desgraciadamente, no se puede decir lo mismo de los secundarios, quizás algo desdibujados en no pocas ocasiones, con un cierre de sus tramas que deja un vacío bastante grande. Personalmente, no entiendo porqué dedicarle tantas páginas a un personaje si luego se va a cerrar su destino sin dar demasiadas explicaciones al respecto. Ése es uno de los puntos negativos de la novela.
Por otro lado, la nueva trama tiene un comienzo fabuloso, recuperando la garra y buen hacer de las dos anteriores entregas, con una premisa que recuerda a otras producciones cinematográficas, de esas de ir a contrarreloj, pero que considero que se desaprovecha demasiado pronto, centrándose en investigaciones menos interesantes de lo esperado, y perdiendo parte de la emoción.
Y es que el autor vuelve a contarnos la vida de personajes que casi se podrían calificar de extras, sin que nos importe demasiado, siendo su único cometido engrosar las páginas del libro. A mí lo que me interesa es la trama principal, no los pensamientos de personajes que luego no vuelven a aparecer más.
Creo que se ha dedicado demasiado tiempo a flashbacks innecesarios, dando explicaciones de más al lector, y haciendo que la historia vaya un poco ralentizada, no llegando lo realmente interesante hasta los últimos capítulos. Al final nos encontramos con un desenlace algo precipitado, con demasiadas cosas por explicar, siendo algo abrupto y caótico.

Por supuesto vuelve a ser una novela muy entretenida y convincente (aunque hay varios elementos que no acaban de cuadrar), pero no creo que sea tan lograda y adictiva como sus predecesoras, en un thriller que por sí solo merece la pena, pero que como nueva entrega de la trilogía desluce, siendo claramente la menos lograda de todas ellas. Y es una pena, porque daba para más el cacareado duelo entre Scott y su némesis, el cual no deja de ser un Moriarty 2.0.
Y hablando del tema, se nota que Jurado ha visto la serie Sherlock (las similitudes son bastantes) y es fan del personaje. Nada que reprochar, pero al final las comparaciones son odiosas, y los resultados distan mucho de ser los esperados.
En conclusión, estamos ante una tercera parte que seguramente convenza a los fans de la trilogía (o pentalogía), ya que las reseñas cosechadas hasta el momento así lo confirman, pero no puedo obviar la agridulce sensación de que se podrían haber hecho las cosas de otra forma y que este desenlace es más precipitado de lo esperado. No obstante, sigue siendo una obra por encima de la media y más que recomendable si te gusta el autor.
¿Habrá más aventuras de Antonia Scott? Tendrás que llegar a la última página para saberlo, pero yo lo tengo claro.
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