
Aplaudida por la crítica especializada y el jurado de Sitges (donde se llevó dos premios), The Dark and the Wicked es una cinta de terror de bajo presupuesto a la que me he acercado por las mencionadas reseñas positivas. No puedo negar que tenía cierta desconfianza en el producto, y es que, en este lamentable 2020, el género de terror nos está obsequiando con algunas de las peores películas del año (la mayoría promocionadas en el festival catalán, al que cada vez le tengo menos confianza). Lamentablemente, The Dark and the Wicked no es una excepción.
Una vez más, volvemos a estar ante una soporífera película, que aporta más bien poco al panorama actual y que se olvida tan rápido como se consume, aunque la experiencia haya sido tan horrible, y no lo digo por el terror, que tampoco es para tanto, al contrario de lo que dicen las desorbitadas críticas de los siempre exagerados críticos de turno.

La dirección y el guion es cortesía del mismo responsable, autor de la cinta de home invasion Los extraños, que tampoco era nada del otro aquél. Muchas voces aseguran que estamos ante su mejor película. Pues no he visto el resto de su filmografía, pero se me han quitado las ganas de golpe. Se le nota el bajo presupuesto a la película, siendo una suerte de tv-movie que sólo destaca en los temidos jump scares (digo temidos por los entendidos, ya que a mí no me causan rechazo alguno), no quedando claro si el director quiere ofrecer un drama psicológico de autor o una película de terror al uso. Por supuesto, al final todo se queda en tierra de nadie.
Por otro lado, el director es incapaz de arrancar su historia como Dios (o el Diablo) manda, a pesar de lo tétrico de algunos momentos, pero se notan sus intenciones desde los primeros minutos. Su escasa hora y media de duración se hace insufrible, debido a lo aburrido del planteamiento, con una frialdad en los personajes que nos hace imposible empatizar con ellos (y, por lo tanto, nos importa más bien poco su destino), así como un ritmo lento que provoca el bostezo durante todo el metraje. Sí, hay un par de escenas inquietantes (aunque jamás terroríficas), pero nada que salve de la quema a este tedioso subproducto.

Del reparto poco a destacar, ya que los actores hacen lo que pueden con sus poco desarrollados y gélidos personajes. Muchos destacarán la actuación de la actriz protagonista (como se hizo en Sitges), pero realmente no ofrece un registro muy distinto de estar seria o gritar a todo trapo. No considero que sea una mala interpretación, pero tampoco ninguna maravilla.
En conclusión, estamos ante otro ejemplo de producto inflado por las críticas, del cual no se hablará en apenas unos meses, más que nada porque es una más y aburre con su tono sombrío y lento, como si eso fuese sinónimo de excelencia. Pero claro, eso es lo que aplauden los entendidos de siempre, y luego el resto pagamos el pato. Cosas que pasan.
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