No tuve ningún problema en alabar el primer episodio de la segunda temporada de The Mandalorian, entre otras cosas porque fue rabiosamente entretenido y me pareció un genial homenaje a las Monster Movies de los 80 y 90. Incluso defendí el segundo episodio, a pesar de ser bastante inferior y no destacar hasta la mitad de la trama que presentaba (y gracias a unas temibles criaturas que amenizaron la velada). Pero este tercer episodio nos confirma, para nuestra desgracia, que los responsables de la serie están apostando únicamente por los capítulos de transición, aunque coqueteando con la trama central.
Tampoco me parece algo terrible, pero empiezo a tener la sensación de que estamos ante un videojuego (salvando las distancias), en el que el protagonista debe cumplir diversas misiones secundarias para obtener información que le sirva de ayuda en su tarea principal. Porque eso es ahora mismo la serie: misiones secundarias. El que quiera ver otra cosa está en su derecho.
Por lo que a mí respecta, mientras me entretengan y ofrezcan aventuras a la altura de las circunstancias, conforme. Y eso es precisamente lo que hemos obtenido esta semana, con un capítulo quizás superior al anterior, con escenas a destacar (la del barco o el clímax), pero que deja la extraña sensación de que la continuación de la historia no está resultando estar a la altura de las circunstancias, es decir, al nivel de la primera temporada, con episodios memorables que tan solo el 2×01 ha conseguido rozar.
En el tercer episodio de esta segunda entrega estamos ante una aventura similar al de la prisión de la anterior temporada (que fue de los peores), aunque con momentos dignos de mención y la suficiente garra como para que quedemos convencidos de que ha merecido la pena la misión… secundaria.
En otro orden de cosas, me ha hecho mucha gracia la supuesta cancelación de Baby Yoda (personaje entrañable pero al que se le ha endiosado en exceso) por comerse los huevos en el anterior capítulo, teniendo una especie de redención en el que nos ocupa. Quizás eso calme la ira de las desquiciadas turbas que ya cancelan hasta personajes ficticios, quién sabe, pero el caso es que por fin los dichosos huevos estarán tranquilos.
En conclusión, un episodio correcto pero algo insustancial, dejando la sensación de que la trama no está avanzando, notándose que los responsables de la serie quieren poner toda la carne en el asador en los últimos episodios (o incluso en el último), conscientes de que tienen un filón entre manos con una de las series más seguidas y aplaudidas de los últimos años. No sé hasta qué punto podrán estirar la trama de Baby Yoda, pero deberían hacer un pensamiento, que al final a las misiones secundarias de las que tanto abusan las van a llamar… relleno. Al tiempo.
Ocio World 
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