
Judd Apatow es un director, productor y guionista que hace años cosechó grandes críticas y éxitos gracias a producciones como la divertida Virgen a los 40 o la correcta (pero menor y sobrevalorada) Lío Embarazoso (Knocked Up). Después arriesgó con la inclasificable Hazme Reír (Funny People), que fue mejor de lo que se dijo, a pesar de sus pretensiones. Desde entonces su carrera no volvió a ser la misma, con comedias cumplidoras pero que ya pocos recuerdan, como el caso de Si fuera fácil, el spin-off de Lío Embarazoso que nadie pidió, o Y de repente tú (Trainwreck), una de esas comedias que hicieron mucho ruido en su estreno pero que actualmente nadie menciona ni por error.
Tras unos años más centrado en series y documentales, ahora regresa a la dirección con El rey del barrio (The King of Staten Island), comedia autobiográfica sobre el cómico Pete Davidson, la cual ha cosechado críticas bastante positivas (aunque nada que ver con sus primeros trabajos), pasando desapercibida al ofrecerse en servicio bajo demanda en Estados Unidos, no teniendo nada que ver con el ruido que generaban antaño las primeras producciones de Apatow, no despertando apenas interés y siendo una más en el catálogo de productos que nos han llegado últimamente.

Y es que estamos en un año 2020 tan terrible como extraño, donde cintas que quizás hubiesen tenido mejor suerte en otra época, pasan desapercibidas para el gran público. Y es una pena en el caso que nos ocupa, ya que estamos ante una comedia tan humilde como desenfadada, con un protagonista inclasificable y un reparto sublime, dando lo que promete. Luego nominarán a bobadas en los premios importantes, ignorando a una producción que seguramente sea superior a todas ellas. Pero esa es otra historia.
Cuidado, tampoco es ninguna obra maestra, pero sí una producción cercana y sincera, que sabe combinar sabiamente el humor con el drama, regalando reflexiones y emotividad. Y es que Apatow realiza una estimable labor tanto detrás de las cámaras como con el guion (a tres manos, una de ellas la del actor protagonista, ya que es su vida), con unos personajes a cada cual más hilarante, destacando a su atormentado protagonista.

Eso sí, se repiten los peores vicios del cineasta, ya que la propuesta dura más de dos horas, siendo algo totalmente innecesario y exagerado, cuando perfectamente podría haber durado hora y media o cien minutos, a lo sumo (hay subtramas que quizás no aporten nada). Y es que el bueno de Judd se niega a aceptar la máxima de las comedias: durar menos de dos horas. Siempre, sin excepción. Y ojo, que en el tráiler (que recomiendo no ver, ya que te destripa casi toda la película… como todos) hay escenas que no salen en el film…
Afortunadamente, este contra no arruina la experiencia, ya que la historia jamás llega a aburrir, gracias a unos entrañables y divertidos personajes, unos tronchantes diálogos y no pocos logrados momentos, algunos desternillantes y otros emotivos, en un conjunto que funciona.
No sé hasta qué punto el cómico Pete Davidson se ha basado en su vida para plasmarlo en la película, ya que es más conocido por sus participaciones en Saturday Night Live y en su faceta humorística, que no como tatuador, como se nos quiere explicar en el film. El caso es que estamos ante una pequeña historia que interesa, gracias a una buena construcción de un personaje con problemas que podría haber acabado siendo insufrible, pero que se logra que caiga simpático, siendo cómplices de sus constantes arrebatos y meteduras de pata.

Todo ello es gracias a la estupenda labor interpretativa de Davidson, quizás chirriando un poco al principio de la cinta, pero enseguida asimilando sus tics y verborrea, en un protagonista prácticamente omnipresente. No se quedan atrás el estupendo plantel de secundarios que tiene alrededor, como una enérgica Marisa Tomei (más comedias para esta gran actriz, por favor), un convincente Bill Burr (también cómico) o un comedido y fabuloso Steve Buscemi, enorme actor al que siempre es un placer ver.
Al final estamos ante una comedia que seguramente esté entre lo mejor del popular realizador, gracias a su falta de pretensiones y a su propósito de contarnos una modesta historia que no viene a revolucionar el género, pero que sí destaca en un año en el que ha habido pocas producciones para el recuerdo. Seguramente estemos ante una de las mejores de este año. Una pequeña sorpresa.
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