
Estrenada sin hacer nada de ruido a pesar de su peculiar premisa (lo que ya invita a pensar que Netflix es bien consciente de la calidad del producto), en la que unos vampiros (todos más blancos que la nata y encima racistas) quieren acabar con los honrados ciudadanos del Bronx (todos negros o latinos), siendo una especie de denuncia social (con un mensaje tan sutil como un tractor) con tintes de homenaje al cine de los 80, en un cóctel que prometía, pero que ya adelanto que se ha quedado en un quiero y no puedo de manual.
Curiosamente, al menos al momento de escribir esta reseña, todavía no hay opiniones de los críticos especializados, quizás porque son bien conscientes de que están ante un producto fallido y no se atreven a catalogar como tal una película de estas características, como sucede con todo últimamente, donde engrosar las puntuaciones de cintas a las que se les notan las costuras es el pan de cada día, no siendo tan buenas como nos quieren hacer creer. Pero esa es otra historia. Sobre la que nos ocupa, pocos se han atrevido a admitir lo insustancial que es, por mucho que hable del Bronx y del racismo.
Y es que la película jamás tiene claro qué quiere contar, siendo un refrito del cine de vampiros, donde todo lo que nos cuentan (las normas contra estos seres) ya nos lo sabemos todos de memoria, en un intento de recuperar la magia de dicha década (algo que sí logró Stranger Things, y sin necesidad de plagiar a nadie), pero siendo finalmente un producto tan flojo como olvidable.

El director y el guionista es la misma persona, y fracasa estrepitosamente en ambas labores, ya que la película luce de forma mediocre (se nota el bajo presupuesto), con unos efectos especiales pobres, aparte de ser una cinta light, apta para todos los públicos y en la que no se asoma ni una sola gota de sangre. Como lo leéis. Yo no pido que haya vísceras ni gore gratuito, pero tampoco que no se derrame nada de sangre en un film de vampiros. Me pinchan y no sangro… como en la propia película.
En cuanto a su labor en el libreto, se nota que el responsable de la propuesta se ha empapado de producciones anteriores y de la misma índole, tomando como base clásicos del cine de vampiros como las estupendas Noche de miedo o Jóvenes Ocultos. El problema es que una cosa es el homenaje y otra bien distinta plagiar escenas sin pudor alguno, en especial en el caso de la última (siendo calcado el momento), es una decisión especialmente bochornosa. Un trabajo muy perezoso por parte del artífice de todo esto, desde luego. Y la cantidad de gente que tiene cosas mejores que contar y nadie les hace caso…
Tampoco ayuda que quiera transmitir forzosamente un tono desenfadado y divertido que jamás llega a funcionar (aunque quizás haya un par de momentos simpáticos, pero poco más), más que nada porque la película se toma demasiado en serio a sí misma (cuando la premisa era perfecta para desmelenarse y abrazar el cachondeo sin rubor alguno) y sus personajes no tienen ni carisma ni gracia, en un conjunto que pide a gritos un poco de chispa y garra (o colmillo), pero que te deja igual que estabas al comienzo del film.

Poco se puede decir del reparto, ya que los críos cumplen sin más, aunque no tienen, ni de lejos, el carisma de otros personajes similares, como los de la mencionada serie, mientras que los insulsos vampiros se pasean por la propuesta sin infundir temor ni respeto, siendo unos villanos desganados que provocan más vergüenza que otra cosa. Mención especial al cameo de Zoe Saldana… no me la traigas para esto…
No tenía tampoco demasiadas expectativas depositadas en este nuevo producto de Netflix, habiéndome conformado con entretenerme, que tampoco se pide mucho, pero es una verdadera pena que haya acabado siendo tan olvidable, ya que si por algo puede llegar a ser recordada, es por lo que pudo y quiso ser y fue incapaz de ofrecer, en un subproducto que se acumula en el contenedor de la basura que últimamente nos está trayendo la plataforma a modo de estrenos. Que vayan con cuidado, porque el contenedor ya rebosa y les puede salpicar la mierda. Floja hasta decir basta.
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