Recientemente ha llegado una nueva serie a Netflix, titulada Million Dollar Beach House (título llamativo donde los haya, todo sea dicho) y ambientada en el mundo de los agentes inmobiliarios. Diría que estamos ante algo fresco y diferente, pero es que ya existe Selling Sunset: La milla de oro, que es otra serie del mismo estilo, sólo que en Los Ángeles y con unos resultados bien distintos. Pero vayamos por partes.
La serie que nos ocupa transcurre en Los Hamptons, tiene cinco protagonistas (que se mueven entre lo soso y lo insoportable), y donde también hay sitio para polémicas y discusiones (igual de forzadas que en Selling Sunset, pero quizás menos dramáticas…), con la diferencia de que se centran más en el sector inmobiliario y la venta de casas, lo cual es de agradecer.
No obstante, la serie está un paso por detrás de su hermana mayor, ya que le falta la chispa y el encanto de la empresa ubicada en Los Ángeles. Sé que las comparaciones son odiosas y que no es justo valorar la serie que nos ocupa en base a otra, pero es que habiendo visto ambas propuestas, es inevitable compararlas, ya que a Million Dollar Beach House le falta mucha garra, a pesar de que no deja de ser un producto tan entretenido como interesante.
Quizás el problema sean los personajes que aparecen en ella, ya que no tienen el carisma de las protagonistas de Selling Sunset, aparte de no conectar con el espectador, ya que ninguno destaca y hay uno en concreto que es insufrible y cargante (además de falso) hasta decir basta. Un tal Michael, por si se tiene curiosidad. Lo reconoceréis porque es el más sobreactuado del grupo y constantemente quiere llamar la atención. Lo dicho, inaguantable, aunque el resto tampoco tienen la gracia suficiente para dotar de más interés al conjunto final. Errores de casting de manual.
Hablamos de seis episodios de apenas media hora, donde seguramente no les haya dado tiempo a demasiado, ya que da la sensación de que lo han rodado todo en pocos días (un mes a lo sumo), en un momento de la temporada bastante complicado y con algunas prisas, y quizás esa sea una posible explicación de por qué parece todo tan atropellado, con una trama central que no se sustenta demasiado, incluida una polémica que dura demasiados episodios y que al final se queda en tierra de nadie.
Y jamás pensé que iba a decir esto, ya que es algo que siempre le he criticado a Selling Sunset, pero deberían haber intentado que sus protagonistas cayesen mejor al público, en vez de enfocarlo casi todo a la venta de las casas, ya que sí, es un mundo interesante, pero si tus personajes principales no transmiten ni generan simpatía, la cosa no funciona de la misma forma.
Al final nos encontramos con una buena alternativa si has finalizado las tres temporadas de Selling Sunset y tienes ganas de ver más sobre este apasionante mundo, aunque que nadie espere poco más que un aperitivo antes de la llegada de la cuarta temporada de la popular serie de Netflix, siendo un buen intento pero que se queda a medio gas. Pero sirve para pasar el rato, que no está nada mal. Mientras, toca seguir esperando a las auténticas reinas del mundo inmobiliario.
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