Lanzada directamente a la plataforma de Disney Plus (que deja bastante que desear, notándose que no saben muy bien qué hacer con ella…), El magnífico Iván es una cinta claramente familiar, carente de pretensiones y diseñada para emocionar al público a cualquier precio, siendo una propuesta que quizás habría tenido sentido en los 90, pero que hoy en día no aporta absolutamente nada.
Es curioso que la película comience con un «inspirada en hechos reales» (antes era basada…), cuando el 90% del metraje está ocupado por la interacción de los animales protagonistas. Es en los créditos finales cuando descubrimos que lo de inspirada es un eufemismo, ya que han exagerado una historia real que no tenía mucha sustancia, de ahí que hagan que los animales hablen entre ellos durante casi todo el film, lo cual, por cierto, me parece perfecto, ya que entonces no tendría sentido una producción de estas características, ya que la historia original no da para más.
Al ser casi toda la cinta digital, poco se puede decir de la dirección (de corte clásico en las escenas con humanos), aunque conviene recalcar que los efectos especiales son tan solventes como impresionantes, y más teniendo en cuenta que estamos ante un producto de directo al videoclub, o a la plataforma, si se prefiere. Los animales se ven totalmente reales, sin nada que envidiar a producciones del mismo estudio mucho más pretenciosas (y sí, me refiero al terrible remake de El rey león).
Una vez se ha dejado claro que no hay nada que reprochar técnicamente al film, toca hablar de un guion tan humilde como simplón, ya que juega la baza de la emotividad sin tapujo alguno, usando una serie de recursos que quizás habrían funcionado hace veinte años, pero que hoy en día te dejan igual que estabas. Cierto es que los diálogos entre los simpáticos animales funcionan en la mayoría de ocasiones, en especial los que mantienen el gorila protagonista y el simpático perro, ambos con una química que seguramente sea lo más destacable del conjunto.
Y sí, la historia es bonita, emotiva y todo lo que se quiera, pero no deja huella, siendo mucho más bobalicona e intrascendente de lo que se busca, al ser una historia que ya hemos visto en infinidad de ocasiones, no teniendo ningún elemento que justifique el visionado de una propuesta que todos habremos olvidado en cuanto salgan los créditos finales, por mucho que nos quieran emocionar en los mismos con la historia real, mucho menos interesante que lo que nos han contado, todo sea dicho.
Y no seré yo el que diga que no estamos ante un producto perfecto para ver en familia, con la única pretensión de pasar unos acertados y ajustados noventa minutos, sin que lamentemos la experiencia si la compartimos con los pequeños de la casa, que son a los que está destinada la propuesta. En caso contrario, mejor ni acercarse.
El escaso reparto humano cumple, en especial un siempre entregado Bryan Cranston que, aunque no ofrece su mejor interpretación, dota al conjunto de su buen hacer, siendo uno de los actores más desaprovechados del panorama actual, cuando es un intérprete que sirve para todo. Ellos verán…
En conclusión, estamos ante un producto diseñado para toda la familia, que se deja ver gracias a sus sensacionales efectos especiales (claves a la hora de que los verdaderos protagonistas de la función transmitan al espectador), un Bryan Cranston que nunca está de más, así como una humildad y falta de pretensiones que quizás hagan que la veamos con ojos menos exigentes, pero que no logran ocultar la verdad, y que no es otra cosa que estamos ante una película que todos habremos olvidado más pronto que tarde, quedándose en tierra de nadie, siendo su única función la de entretener y emocionar durante hora y media. Nada más. Tampoco creo que nadie esperase mucho más…
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