No me preguntéis por qué, pero recientemente me ha dado por revisionar (las vi de pequeño, si es que eso tiene algún sentido) las dos entregas de acción de Alerta Máxima, protagonizadas por el imperturbable Steven Seagal, el cual, seguramente, sea el héroe de acción con menos carisma y talento interpretativo de toda la horneada surgida a finales de los 80.
Pues bien, una vez más, me he aventurado con estas dos propuestas que en su momento cosecharon un relativo éxito (de taquilla, no de crítica, no confundir) pero que hoy pocos recuerdan, si acaso los fans más acérrimos del tipo de la coleta (aunque no hay rastro de la misma en las cintas que nos ocupan). No esperaba dos obras maestras, si os soy sincero, pero sí al menos dos propuestas que como mínimo me entretuviesen y sirviesen para pasar el rato. Pues ni eso, pero mejor empecemos por el principio…
En el año 1992 (anda que no ha llovido) se estrenó la hermana bastarda (por no llamarla copia descarada…) del clásico La jungla de cristal (Die Hard), aprovechando el éxito de aquélla y cambiando la acción a un buque de guerra donde todo se desmadra. Como se ve que no tenían presupuesto para contratar a un actor de verdad (el señor Bruce Willis, que también es cierto que vivió tiempos mejores), se tuvieron que conformar con un tipo de pocas palabras que comenzaba a despuntar con thrillers de acción de esos que hoy irían directos al videoclub pero que, a finales de los 80 y principios de los 90, los amantes del género aplaudían a rabiar.
Camuflada como una película comercial de gran presupuesto, nos encontramos ante un film de acción donde precisamente esta última brilla por su ausencia, ya que se priorizan diálogos banales, personajes sin sentido (el femenino está metido con calzador y sólo sirve para ser otro florero más, tan típico en este tipo de productos) y una sensación agridulce de que estamos ante un producto de serie B que pretende ser lo más de lo más, y al final se queda en algo digno del olvido.
Nada destaca en el apartado de la dirección, ya que hay mucha menos acción de la esperada y cuando ésta hace acto de presencia, tampoco luce como cabría esperar, siendo todo un caos narrativo y técnico de difícil digestión. No es mucho mejor el espantoso guion, dónde quizás sólo funcionen los villanos (y por ridículos, no por otra cosa) y en el que el protagonista quizás apunte maneras, pero es que el actor escogido no es el indicado, aparte de un exceso de personajes que no aportan nada.
Eso sí, se aprecia ese clásico desprecio por la vida humana, que tanto se utilizaba en el género en los 80 y los 90, y donde al final el recuento de cadáveres salía siempre a deber si comparábamos los villanos con los inocentes. Cosas que pasan…
Quizás sea una de las mejores interpretaciones de Seagal, y eso no es decir mucho, ya que en ésta sigue actuando peor que mal, pero hay algún momento en el que al menos intenta expresar algo (no como en la secuela, que ahora iremos con ello), pero es que le dieron un personaje con cierto carisma y potencial, pero el bueno de Steven no lo supo aprovechar, aunque repito, el intento está ahí.
Luego tenemos a un Tommy Lee Jones pasándoselo en grande y totalmente consciente del producto en el que está, aunque viendo sus posteriores trabajos, estoy seguro que se arrepiente de haber sido el sparring de Seagal, siendo un villano algo desaprovechado y que se come la película él solo, siendo un intérprete que jamás debería haber aceptado el cheque por aparecer en un subproducto que nunca está, ni de lejos, a la altura de su talento. Por cierto, tres años después, el actor repetiría los mismos tics para su Dos Caras en la infravalorada Batman Forever. El histrionismo es lo suyo, aunque en los últimos años se haya relajado un poco.
Y hablando de histrionismo, también tenemos a un Gary Busey como segundo villano (con un demencial baile, como uno de los mejores momentos de la cinta), que podría haber sido el villano único que no habría pasado nada y que al final acaba siendo un personaje de relleno, lo cual es una lástima, porque cumple, también repitiendo tics de otras memorables actuaciones suyas. Menudos dos se juntaron.
En conclusión, estamos ante una insustancial y olvidable propuesta de acción, en donde cuesta recalcar algo positivo, y que seguramente hace casi tres décadas funcionase porque el género estaba en auge, pero que hoy en día ha quedado obsoleta, siendo una suerte de Die Hard que se quedó a medio gas (siendo generoso) y que hoy poca gente recuerda. Y no me extraña…
Pero es que tres años después llegó una secuela, que hoy en día no habría engañado a nadie, acabando en las estanterías de los videoclubs el día de su estreno, y que todavía es peor que la anterior, notándose la bajada de presupuesto e intenciones, siendo una cinta de acción dónde quizás se entre antes en materia, pero donde todo luce todavía peor.
Aquí la acción se traslada a un tren, con unos villanos quizás un poco más relajados (aunque tampoco mucho, y no voy a negar que eso me encanta), un personaje femenino que al menos no se despelota sin venir a cuento, ya que es la sobrina del protagonista (interpretada por la diva Katherine Heigl, que destruyó su carrera por completo por ser una persona insufrible… karma lo llaman algunos) y quedaría muy feo, y donde asistimos a todo desde la más absoluta indiferencia, ya que es más de lo mismo, pero peor.
El director hace lo que puede, pero si queréis productos de acción bien rodados y de la misma índole, será mejor que os acerquéis al señor John Woo y no perdáis el tiempo en esto, ya que se nota que recurrieron a lo que había disponible en ese momento, más que nada por la filmografía del responsable tras las cámaras, plagada de secuelas de éxitos que deberían haberse quedado en una sola entrega. Aquí ofrece un trabajo discreto y con unos efectos especiales de la época, que bueno… son de la época.
El guion es terrible y cabe en una servilleta, y con un personaje principal más soso que en la anterior, ya que se cambiaron a los guionistas, y vaya que si se nota, ya que las frases lapidarias han pasado a mejor vida. Aquí Seagal está toda la cinta enfadado y con la misma cara desde que empieza hasta que acaba (da igual que compre unos billetes de tren a que le disparen…), no vaya a ser que coja fama de buen actor, siendo un Terminator cuyo único objetivo es masacrar a los malos de turno mientras intenta rescatar a su sobrina, y todo ello sin despeinarse ni mover una sola ceja.
En la anterior nos tenía engañados (al menos se le veía sonreír… lo sé, a ese punto hemos llegado de exigencia…), ya que este es el Seagal que todos conocemos, más preocupado en cobrar el cheque de turno a cambio de mover las manos con agilidad (aunque la pelea final es bochornosa hasta decir basta), que no de ofrecer un protagonista en condiciones, siendo un personaje con nulo carisma y con el que no te implicas en absoluto. No sé si toda la culpa es de los perezosos guionistas, pero se le ve cómodo al muy canalla…
Se agradece la presencia de un desternillante Eric Bogosian como villano de turno, el cual tiene las mejores líneas del film y, salvando las distancias con el señor Tommy Lee Jones, también disfrutando del espectáculo y consciente de cuál es su papel, entregando un malo de la función por encima de la media (y más teniendo en cuenta el nivel de la cinta…). También tenemos a unos jóvenes Morris Chestnut (convincente y cumplidor como mano derecha del protagonista, aunque es otro que no supo qué hacer con su carrera) y Katherine Heigl (que también mantiene la misma cara durante casi todo el metraje, quizás para hacernos creer que es sobrina de Seagal).
En conclusión, una secuela innecesaria y mediocre hasta decir basta. Al final, nos quedan dos propuestas que todo el mundo ha olvidado y que no han resistido bien el paso del tiempo, y no por sus carencias técnicas, sino más bien por no cumplir la máxima del cine de acción, que no es otra cosa que entretener. Reconozco que quizás la primera tenga su público y un pase, pero la segunda no hay quien se la trague.
Y es que ya es hora de admitir que Steven Seagal y sus películas de acción (por mucho que haya algunos placeres culpables como la muy superior Herida Abierta), son reliquias de un pasado no tan memorable y que es mejor enterrar en el olvido, siendo un héroe de acción de todo a cien, superado ampliamente por compañeros de profesión que sí derrochan carisma, sí se esfuerzan en actuar y que tuvieron mucha más inteligencia y sabiduría a la hora de escoger sus proyectos. No hace falta decir nombres, todos sabemos quiénes son. A ellos y a sus clásicos siempre se les recordará con el paso del tiempo… a estos dos bodrios no. Lamentables.
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