Os aseguro que no tenía pensado embarcarme en este nuevo estreno de Netflix, y es que el único reality show que veo es MasterChef (aunque todos tenemos un pasado…). Quizás haya sido la mezcla de verano (me apasiona) y resort de lujo, así como la intención de pasar un rato distendido sin estrujarme demasiado el seso, lo que me ha empujado a visionar los ocho episodios que componen la primera temporada de esta Jugando con fuego, titulada en su país de origen Too Hot to Handle.
No he visto ni Gandía Shore ni la reciente La isla de las tentaciones (ni programas similares), por lo que me ahorraré las comparaciones. Lo que sí puedo confirmar es que me esperaba un desfase cortesía de unos personajes sin mucho que ofrecer a la sociedad (aunque algo de eso hay aquí, como no podía ser de otra forma), que tirasen el dinero por la ventana (ahora se entenderá) y que al finalizar el visionado te hiciese reflexionar sobre el motivo de la existencia del ser humano.
Por el contrario, para mi sorpresa (y la de muchos, estoy seguro) estamos ante un reality bastante más light, limpio y bien intencionado de lo que cabría esperar, ya que jamás son explícitos en las escenas tórridas (tampoco era necesario…) y el objetivo de concurso es mejorar como persona (aunque no lo han vendido así, todo sea dicho). Vaya, que si lo ves en familia tampoco pasa nada.
Sí, hay seres de dos neuronas (siendo generosos) y cargados de hormonas, pululando con intenciones puramente carnales por el fascinante lugar en el que se ubican. Pero claro, la originalidad y gracia del concurso es que no pueden tener nada de sexo o acercamiento alguno a los otros compañeros (incluidos besos), ya que todos pierden dinero de forma conjunta si eso sucede, a modo de multas. No creo que esté haciendo spoiler al decir que, obviamente, muchos se saltarán las normas sin mirar atrás, es decir, sin ningún tipo de aprecio a sus compañeros de viaje, que es también lo que buscan los responsables del programa, el conflicto (menor del esperado, todo sea dicho).
A destacar que uno de los grandes errores del programa es que no se llegan a explicar correctamente en ningún momento las reglas, ya que en los episodios finales juegan con los concursantes y los espectadores de una forma bastante cuestionable, como si los propios responsables del reality no tuviesen claro cómo repartir el dinero.
Pero el concurso también tiene cosas positivas, haciendo que se deje ver y suponga una distracción que realmente no hace daño a nadie y cumple su objetivo, que no es otro que el de entretener. Por un lado tenemos su duración, ya que hablamos de ocho breves episodios de menos de cuarenta minutos cada uno, que se pasan en un suspiro. De hecho he visto la serie entera del tirón (ya que estábamos…).
También se agradecen las buenas intenciones de sus creadores, ya que dejan bien claro que su deseo es coger a unos jóvenes (aunque algunos se acercan al ecuador de sus vidas…) cuya única motivación en la vida es ligar con personas para una sola noche, y les intentan inculcar que hay más allá detrás de cada persona. También sorprenden los talleres que se imparten a los concursantes, ya sean de superar los miedos, de feminismo o de quererse más a uno mismo. Me ha recordado a la divertida Todo Incluido (Couples Retreat), salvando las distancias.
Y bueno, la serie entretiene y se hace amena, aunque algo me dice que los aficionados a los reality comentados o de la MTV se sentirán algo decepcionados, debido a lo comedido del conjunto, ya que jamás se cruza la línea (sexo, alcohol) y todo es tan blanco que nadie se sentirá sorprendido o alarmado, ya que no es el objetivo de este nuevo programa de Netflix. Lo aviso por si acaso, aunque si se busca un producto sin mucha profundidad para pasar el rato quizás estés en el sitio indicado.
En cuanto a los personajes, hay de todo, desde los individuos superficiales y que sólo se centran en el físico (por cierto, el programa se mofa de ellos de forma bastante acertada), hasta los que tienen una coraza y acaban agradando al espectador. Algunos tienen gracia y son hilarantes (como El Contable, aunque sea involuntario), otros son directamente insoportables, otros son entrañables (pasado incluido) y otros directamente no pintan nada. Evitaré dar nombres para que descubráis por vosotros mismos quién es quién. Afortunadamente, al final hay un poco más de inteligencia y escrúpulos de lo esperado en un primer contacto (aunque hay uno que tela… pero el concurso deja bien claro su desprecio ante tamaño personaje, lo cual es digno de aplauso). No son carnaza de estercolero como sí sucede en otros programas y países… seguiré sin dar nombres.
Es curioso que algunos apunten maneras y queden relegados enseguida a un segundo plano, y que los individuos con menos coeficiente intelectual (por no decir nulo) acaparen tanto protagonismo, pero claro, si la dinámica del concurso es no tener relaciones adivinad quiénes van a protagonizar la mayoría de momentos. En efecto, los zopencos de turno que sólo piensan en sexo (aunque haya alguna que intente llamar la atención por activa y por pasiva para al final no tener nada… cosas que pasan).
Es una lástima, porque hay concursantes bastante interesantes que quedan eclipsados por otros mucho más cuestionables, aparte de que son demasiadas personas y, por lo tanto, demasiadas tramas, hasta el punto de que algunas dejan de interesar demasiado pronto y otras básicamente brillan por su ausencia, porque hay personajes que no hacen absolutamente nada en el mes de convivencia, literalmente. Así cualquiera…
Mención especial al fascinante paraíso en el que están alojados todos los concursantes, poniéndonos los dientes largos con las maravillosas vistas y sitios en los que comparten sus divagaciones y risas. La verdad es que no podrían haber escogido un lugar mejor. También destacar la realización del show, bastante lograda para un producto de estas características.
En conclusión, estamos ante un reality menos bizarro y alocado de lo esperado, pero que cumple su objetivo de entretener y dudo que ofenda a nadie. No creo que quede en la retina de ningún espectador esta experiencia, pero sirve para pasar un rato ameno y diferente, y más si no estás habituado a este tipo de concursos, como es mi caso. Dicho todo esto, que cada uno saque sus propias conclusiones, pero si encuentro un hueco (tengo demasiadas series por ver y que continuar) y no me quiero estrujar el seso, no le diría que no a una hipotética segunda temporada. Y lo más importante: no me siento sucio al haberme embarcado en esta aventura. No me puedo quejar.
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