Estrenada hace unas pocas semanas, la nueva película con el incomprendido Ben Affleck sobre un entrenador de baloncesto que debe lidiar con sus problemas con el alcohol, ha sido un sonoro fracaso, a pesar de sus positivas críticas (84% en Rotten Tomatoes). Esto es debido a que ha coincidido prácticamente con la brutal llegada del coronavirus y las cuarentenas al rededor del mundo, cargándose cualquier posibilidad de ser rentable. Y es que el bueno de Affleck no está teniendo mucha suerte últimamente.
Más que conocidos sus problemas con el alcohol (que afortunadamente ya ha superado), la verdad es que es un movimiento muy valiente por su parte el enfrentarse a un papel protagonista que pasa exactamente por lo mismo que pasó él. Y claro, debido a ello estamos ante uno de sus mejores trabajos.
Lamentablemente, este drama deportivo (por llamarlo de alguna forma) no está a la altura de su generosa entrega, ya que es un drama del montón, que no sabe definirse por una línea clara y que, a pesar de sus buenas intenciones, se queda un poco en tierra de nadie, al no aportar realmente nada novedoso ni al género ni al panorama cinematográfico actual.
La dirección corre a cargo del mismo responsable de la interesante e infravalorada Warrior. La cinta, al igual que en aquélla, tiene un toque independiente, abusando de los primeros planos y de movimientos de cámara totalmente innecesarios, siendo una de esas películas a las que le hubiese venido genial un corte más clásico y, porqué no decirlo, comercial.
Y es que lo que funcionó en el drama sobre los hermanos subidos a un ring no tiene porque tener los mismos resultados en este otro film, siendo uno de esos casos en donde quizás el trabajo tras las cámaras debería haber caído en otras manos, porque a la película le falta garra, ritmo y tener las cosas mucho más claras.
Claro que el guion es del mismo director, y se puede decir algo similar, ya que estamos ante un híbrido sobre los problemas del alcoholismo y sobre el baloncesto, saliendo bien parada en el primer asunto pero haciendo aguas en lo que respecta a ese deporte, ya que jamás llegan a lograr un vínculo entre el protagonista y los jugadores como sí se ha logrado en otras películas de equipo mucho más redondas y emocionantes.
Aquí asistimos a todo con una desesperante frialdad, ya que el equipo de baloncesto es una excusa para el desarrollo del personaje principal, y por mucho que se haya promocionado como un drama deportivo, finalmente este aspecto queda totalmente eclipsado con el tema del alcohol (mucho más interesante y mejor escrito).
Creo que esa frialdad al abordar la relación de los personajes y que realmente no haya un conflicto con ellos o en sus vidas, hace que este aspecto esté mal dibujado y se note que es un mero recurso que no aporta demasiado al film, siendo un drama fallido que no sabe a dónde quiere ir a parar.
En cuanto al reparto, nadie destaca, exceptuando un maravilloso Ben Affleck, cargando con el peso de la cinta y volviendo a demostrar que, cuando quiere, es un estupendo actor capaz de lo mejor. Espero que después de haberle dado la espalda por su fracaso como Batman (porque no supo manejar lo que el personaje conlleva, no por no ser un buen Bruce Wayne), Hollywood le de una nueva oportunidad porque se la merece. Uno de sus mejores trabajos, desde luego, y más teniendo en cuenta lo que ha vivido y cómo se ha enfrentado a sus demonios al abordar este complejo papel.
En conclusión, estamos ante un insustancial drama, donde sólo destaca el gran trabajo de su protagonista y como se aborda el tema del alcoholismo, pero que fracasa estrepitosamente como drama deportivo, al no emocionar, cautivar o entretener con ese importante factor del film. Una cinta olvidable que sólo será recordada por la entregada actuación de Ben Affleck. Sin más.
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