Desde que apareció este documental en exclusiva de Netflix (últimamente están que se salen, por lo menos con los documentales, como el hilarante Tiger King) tuve muchas ganas de verlo, ya que en su estreno hizo bastante ruido, al tener unas críticas profesionales y opiniones de usuarios de la plataforma más que positivas.
A primera vista, estamos ante un documental que trata sobre un despiadado individuo que asesina gatos y cómo un grupo de usuarios de Facebook (una red social que es un cadáver hoy en día) se unieron para localizar y denunciar a este despojo humano. Pues bien, quizás el único handicap que le veo a este estupendo documental es el engañoso y erróneo título, ya que los pobres gatos del título quedan demasiado pronto relegados y eclipsados por la figura del psicópata de esta historia.
El tema de los gatos ocupa el primer episodio y parte del segundo, pero en el tercero apenas se menciona, siendo un documental de un asesino misterioso y cuya trama es tan entretenida como adictiva, a pesar de lo crudo de lo acontecido (que no es poco). Creo que el motivo de usar a los gatos en el título es para atraer a los seguidores de éstos (que no son pocos), así como a los amantes de los animales, cuando, sinceramente, considero que no era necesario, ya que es un genial documental que se vende solo, debido a sus logros.
Tampoco entiendo el excesivo protagonismo de los usuarios que denunciaron los hechos en primer lugar, ya que realmente no fueron clave en el desenlace del caso, por lo que sería otro elemento un tanto chirriante, ya que estamos realmente ante la historia de un asesino, no de los usuarios que se juntaron para dar con él, por mucho que se haya vendido así.
Una vez se ha comentado este polémico punto, lo que queda es un fascinante documental, con una historia con giros imposibles (al igual que en Tiger King) y que atrapa sin remedio en sus tres episodios (de una hora cada uno), gracias al buen hacer del realizador, ya que es una miniserie rabiosamente entretenida y donde no cabe el aburrimiento en ninguno de sus minutos.
Todo está contado con garra, ritmo y ganas de sorprender al espectador, aunque quizás se les vayan de las manos algunas cosas, como la reflexión final por parte de una de las protagonistas, surrealista y sin ningún sentido, pero tampoco empaña el conjunto. Y podría dar más detalles del documental, pero considero que es imposible sin revelar detalles importantes de la historia o de la identidad del asesino, por lo que prefiero que si decidís verlo lo descubráis por vosotros mismos.
En conclusión, estamos ante un maravilloso documental, que no se hace largo y donde todo cuadra (al contrario que en el interesante pero fallido McMillions de HBO), siendo uno de los más interesantes y logrados de los últimos tiempos, además de ser de visionado obligatorio si te gustan los documentales o los casos de asesinos. Una miniserie impagable y sorprendente, que no dejará a nadie indiferente. Más así, por favor.
El documental de peluchín
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