Remake de una comedia francesa (porque ahora mismo en España sólo se hacen remakes… la escasez de originalidad de Hollywood ha llegado a nuestras fronteras), se trata de la segunda película más taquillera del año 2019 en nuestro país. La primera fue la mediocre Padre no hay más que uno. Es obvio lo que el poco exigente público español demanda, y es por eso que próximamente tendremos más remakes sin garra, originalidad o cualquier atisbo de calidad.
Respecto al producto que nos ocupa, cero sorpresas. Comedia rudimentaria y mil veces vista, con humor de estar por casa (casposo…) y poco divertido (un par de leves sonrisas), personajes estereotipados hasta el exceso o con un desenlace más que predecible, y todo ello aderezado con un poco de gordofobia, que nunca está de más. Una joya, vaya.
La dirección es plana, sin más. Estamos ante el piloto de una más que posible serie, aunque se agradece que hayan decidido realizar una sola película y no atormentarnos con una temporada completa, pero teniendo en cuenta el (inmerecido) éxito cosechado, son capaces.
En cuanto al guion, y a pesar de ser un remake, la originalidad brilla por su ausencia, ya que hay historias similares e infinitamente superiores rodadas hace más de veinte años. Parece ser que la nueva estrategia del cine español es ofrecer productos americanos (de hecho hay un abuso de canciones de aquel país, y una española, como si quisieran vendernos que estamos ante un producto fresco) ya vistos con pinceladas de humor patrio, y claro, la gente pica y demanda más. Luego nos quejamos de la calidad…
Al protagonista no hay quien se lo crea (ya sea por el imposible casting para el papel de loser o por otras circunstancias), resultando un personaje carente de garra con el que es imposible empatizar, cuando ese elemento es clave si se quiere disfrutar de un film de estas características. Tampoco están mucho mejor los personajes secundarios, estando muchos de ellos más que desaprovechados o siendo clichés con patas.
La película no arriesga, ofreciendo el mismo producto de siempre pero vendido como novedoso, haciendo que lleguemos a su más que esperado final con las mismas sensaciones con las que hemos comenzado. Ya cansa esta pereza de las últimas comedias españolas, la verdad. En fin…
Respecto al reparto, tenemos a un decente (pero poco más) Álex García en un papel que es imposible creerse. Quizás no sea culpa del actor, pero tampoco le veréis recoger ningún premio por su algo sosa interpretación. Es una pena ver a una actriz con el talento de Alexandra Jiménez etiquetada en el mismo papel de siempre, pero poco más se puede esperar del cine español (huye mientras puedas…). Y lo mismo se puede decir de Diego Martín (en un papel bochornoso).
También es lamentable ver lo desaprovechados que están actores de la talla de Adrián Lastra, Jordi Sánchez o Antonio Resines, éste en un papel testimonial (ya sabemos todos que está más pendiente de cobrar los cheques por apariciones de cinco minutos que no en aceptar buenas películas). Y bueno, por ahí se pasea otra breve Paula Echevarría, que se supone que es actriz, pero que parece una influencer (que es en lo que se ha convertido) jugando a interpretar. Ahí lo dejo.
En conclusión, estamos ante una comedia del montón, que no aporta nada nuevo al panorama cinematográfico y que pone de relieve la nula originalidad que se vive en el cine español en lo que respecta a la comedia (tampoco seré injusto, porque en thrillers vamos muy bien servidos). Olvidable e insustancial. Lo dicho, cero sorpresas.
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