No sé por qué, pero tenía ganas de ver esta «comedia romántica» (las comillas no son casualidad). Quizás fuese por el género, el director (que ahora iremos con él) o simplemente porque está ambientada en Navidad (adoro esas fechas).
El caso es que la película (a pesar de su bajo presupuesto de 25 millones, que siguen siendo exagerados para este tipo de productos) fue promocionada a bombo y platillo, como si fuese la única película de las navidades, teniendo un relativo éxito (121 millones mundiales, lo que le debió reportar beneficios a Universal, pero con lo que se gastaron en marketing…) y cosechando unas críticas bastante flojas.
Pues bien, no tenía grandes expectativas en este producto navideño, solamente las de pasar un entrañable y buen rato, con una historia decente y algún momento divertido. No pedía mucho, ¿verdad? Lamentablemente, me he encontrado con una película floja, engañosa, insustancial, fallida y más que olvidable, donde prácticamente no destaca nada y que se queda en tierra de nadie, aunque sus pretensiones fuesen otras.
El director es Paul Feig, responsable de las muy divertidas Cuerpos Especiales o Espías, o la injustamente vapuleada Las Cazafantasmas. Parece ser que ha querido encargarse de una historia más pequeña e íntima, siendo, de lejos, su peor trabajo (y me refiero al conjunto).
Cierto es que Londres luce preciosa y se aprovechan sus calles y luces de forma brillante, pero la película no deja de ser una propuesta insípida y con ningún momento para el recuerdo, aunque nos enamoremos irremediablemente de la ciudad, pero eso no hace que tampoco nos olvidemos que lo que estamos viendo nos importe más bien poco, por mucho que la historia quiera ser profunda y trascendental.
Y es una pena, porque la película empieza con un ritmo endiablado, con toques de comedia más o menos acertados, pero le sucede lo mismo que a la mayoría, que es perder gas a medida que avanza, sólo que a esta le sucede antes de tiempo, perdiendo toda la garra mostrada en un inicio.
El guion está basado en la estupenda canción del gran George Michael, la cual pone título al film. Es una lástima que se desaproveche el fabuloso repertorio de canciones del músico en una película que nunca está a la altura del cantante, ya que la historia quiere pasarse de lista pero acaba siendo más rudimentaria de lo que le gustaría.
Al principio hay muchas palabrotas y se habla mucho de sexo, como si quisiese dejar claro que es una gamberrada navideña fuera de lo normal, pero enseguida la corrección política hace acto de presencia, rompiendo el espejismo y confirmando que estamos ante una bobada y ñoñería del montón.
Y se agradecen las buenas intenciones tocando el tema del Brexit, la inmigración o la pobreza, pero no lo saben explotar de forma adecuada, siendo un recurso complementario para intentar dar seriedad e importancia a una historia tan desesperada por ser diferente, que intenta tocar todos los palos posibles, y al final les ha salido un pastiche soso y que deja indiferente.
La película no sabe si quiere ser una comedia irreverente, un drama social, una historia romántica o una preciosa película navideña, pero no hay que rascar demasiado para ver que patina en todos sus propósitos. Mención aparte a los tramposos giros del guion, cuando el film es mucho más predecible de lo esperado, a poco que se esté atento a los detalles. Y no, no es una comedia romántica, es un drama navideño. Fin.
Respecto al reparto, tenemos de protagonista a una correcta Emilia Clarke, la cual consigue que olvidemos a su personaje de Juego de Tronos, aunque hay momentos (sobre todo en los cómicos en el comienzo del film) en los que está algo sobreactuada, restando puntos a su interpretación. Del resto del reparto, destacar a unas hilarantes Emma Thompson y Michelle Yeoh (esta última demostrando que es capaz de cambiar de registro, ya que la suelen encasillar siempre en los mismos papeles), que generan un poco más de interés en el metraje, pero tampoco nada memorable.
En conclusión, estamos ante un fallido drama (que no comedia) navideño, demasiado pretencioso para lo que acaba ofreciendo, y que todos habremos olvidado las navidades del año que viene (o incluso antes). Decepcionante e insustancial. George Michael merecía algo mejor.
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