Narcos México – Temporada 2 – Crítica – Otra entrega fallida e insustancial

Me gustaron (y mucho) las tres primeras temporadas de la popular serie de Netflix, Narcos, que seguía los pasos de Pablo Escobar y su cartel de Medellín y del cartel de Calí. No creo que fueran obras maestras, pero sí entretenimientos cuidados y adictivos, que ofrecían unas historias de narcotraficantes y de los agentes que iban tras ellos más que interesantes.

Después del éxito de aquéllas, desde Netflix pensaron que no era suficiente y decidieron embarcarse en una especie de secuela/spin-off ya que ahora nos iban a contar la historia del narcotráfico en México.

Pues bien, aunque la cosa prometía, no tenía altas expectativas (al igual que con sus anteriores entregas) pero sí que esperaba con su primera temporada un producto igual de correcto y disfrutable. Lamentablemente, me topé de bruces con diez excesivos episodios, eternos y carentes de garra, siendo una temporada algo soporífera e insulsa.

Llamadme masoca, pero creo que, a pesar de sus innumerables errores, la primera temporada tuvo un cierre interesante que invitaba a proseguir la historia de Félix Gallardo, ya que se nos prometía una guerra sin cuartel entre agentes de la DEA y el popular narco.

Pues bien, hemos sido engañados, ya que no estamos ante diez episodios de venganza (como se nos quiso vender y se nos prometió) sino más bien ante lo mismo de siempre (agente de la ley a la caza del hombre más poderoso del país), sólo que más endeble y olvidable.

No creo que sea peor temporada que la anterior, más bien igual de fallida y sosa, carente de la gracia de las tres primeras y con unos personajes protagonistas nada carismáticos que restan al conjunto. Pero vayamos por partes.

Nadie podrá decir que la serie no está cuidada técnicamente, ya que luce muy bien y las escenas de acción cumplen de forma convincente, ofreciendo instantes más que logrados. Se nota el presupuesto y los medios que hay detrás, y se agradece, pero no pueden tapar la cruda realidad.

Y es que el guion vuelve a ser caótico, soso, con relleno por doquier y encima cada episodio es excesivamente largo. No entiendo esta nueva moda de que los capítulos de algunas series duren una hora. Es una mala costumbre que habría que erradicar, y más en casos como el que nos ocupa. Se nota (y mucho) que han metido con calzador subtramas que no interesan a nadie, para llegar a esos diez episodios de encargo. Pues es un suplicio llegar al final, la verdad.

Encima, se supone que todo lo que vemos está inspirado (lo de basado pasó a mejor vida) en hechos reales, pero son tal cantidad de incongruencias en la historia que es más que obvio que se han tomado no pocas licencias, haciendo que el producto resulte inverosímil y mal ejecutado, cuando debería transmitirnos una sensación de realidad.

No saben ir al meollo de la cuestión, presentando a personajes y situaciones que no aportan nada al eje central de la trama, y al final lo que les ha sucedido es que el desenlace ha sido apresurado y extraño. A continuación comentaré algo del final, que no sé si es spoiler por aquello de que sucedió en la vida real, pero aviso por si acaso).

Y es que la caída de Félix es muy precipitada y llega de repente, de forma abrupta y sin que se pueda asimilar como es debido. Han tenido diez episodios para plantearlo de mejor forma, y lo venden todo en el último capítulo, de forma decididamente chapucera y muy mal explicada.

Por cierto, se insinúa una nueva temporada con sus ex-socios al mando. Sinceramente, no veo el atractivo por ningún lado, por mucho que se hayan puesto esfuerzos en esta entrega en que nos quedemos con las caras de la mayoría. Conmigo que no cuenten, eso seguro.

Uno de los grandes problemas de la temporada (y también de la anterior) son los dos protagonistas. Por un lado tenemos a Félix, narco sin principios y con nulo carisma, con el que es imposible simpatizar, más que nada porque no tiene chispa, y que la serie se esfuerza en humanizar para intentar sorprendernos con su crueldad en los últimos episodios. No cuela…

Y es que la sombra de Escobar es muy larga, y se han quedado a medio gas con este villano de rebajas, que no atrae, no interesa y no fascina. Y no creo que la culpa sea de un correcto (pero nada más) Diego Luna, que hace lo que puede con el personaje que le ha tocado interpretar. Pero es lo que hay.

Pero esto ya venía de la anterior temporada, siendo todavía más sangrante lo que han hecho con el nuevo agente de la DEA Walt Breslin. Al final de la anterior temporada se nos vendió como un bala perdida al margen de la ley, que iba de tipo duro y parecía una amenaza para los villanos de la serie. Nada más lejos de la realidad.

Volvemos a estar ante otro agente plano y sin nada que le haga destacar (atención a su prescindible pasado trágico), siendo un símil de lo visto hasta el momento en la serie, pero con peores resultados. Y por decir, ni siquiera han respetado su caracterización de una temporada a otra.

Y no, tampoco es culpa de Scoot McNairy, estupendo actor que merece mejores papeles, ya que intenta aportar fuerza y entrega a su personaje, pero es complicado y al final se queda en tierra de nadie, siendo una estafa al espectador, ya que lo pintaron demasiado bien hace un año, pero al final nos hemos quedado con un personaje del montón.

Por ahí se pasean personajes secundarios mucho más interesantes que los citados, pero tienen pocos momentos para lucirse. Y respecto al resto del reparto, algunos están mejor que otros. Sobra decir nada más.

En conclusión, y a pesar de mis duras palabras (fruto de una nueva decepción por no hacer las cosas bien), no creo que estemos ante una mediocridad o un bodrio, pero sí ante un producto intrascendente que no aporta nada y que se queda en olvidable y prescindible, ya que hay mejor catálogo en la popular plataforma y la oferta de series en la actualidad es demasiado buena como para entretenerse con una historia tan mal contada y ejecutada. Tampoco diré que no me lo esperaba…

No sé si harán una nueva temporada (lo considero innecesario), pero no picaré una tercera vez, ya que creo que tenían un gran material para ofrecer unas temporadas tan emocionantes y logradas como las de Colombia, pero al final ha sido un claro caso de mucho ruido y pocas nueces, y se han quedado en tierra de nadie. Una pena.