No tenía muchas intenciones de ver Aguas oscuras (Dark Waters) hasta que vi su apetecible tráiler. Conviene destacar que, a pesar de las positivas críticas y las presunciones de Oscar del film, la película ha pasado sin pena ni gloria, siendo bastante ignorada por casi todo el mundo.
Y es que, aunque se nos cuenta una historia rabiosamente interesante, si se escarba un poco, finalmente, lo que nos queda es un drama rudimentario del montón, con un buen reparto, pero excesivamente largo y con una dirección algo desganada.
El director (cuya filmografía nada tiene que ver con el thriller que nos ocupa, por lo que podemos suponer que estamos ante uno de esos clásicos trabajos de encargo) utiliza una tonalidad de colores sepia y sombríos, que quizás convenza a muchos (sobre todo a los críticos) pero que a mí me ha llegado a saturar, ya que me transmiten frialdad más que otra cosa, aunque las pretensiones son otras, obviamente.
Como ya he comentado, la película es excesivamente larga, ya que dura dos horas que perfectamente podrían haber sido hora y media, que no habría pasado nada. Tampoco el ritmo de la cinta es que sea muy endiablado, y respeto que el director se quiera tomar su tiempo en contarnos las cosas, pero al final consigue la desidia y desgana del espectador, ya que le falta garra al conjunto y hay demasiados finales en la cinta.
En cuanto al guion, la historia es muy interesante y necesaria, pero hay demasiadas idas y venidas, y los cambios de año son muy abruptos, aunque se entiende el objetivo. Los personajes están bien retratados y el protagonista está bien dibujado (excepto en las escenas con su esposa), pero fuera de eso poco más se puede rascar.
Y es que la historia daba para algo más, y creo que con un guion más pulido bajo la dirección de alguien como David Fincher (por poner un ejemplo) estaríamos ante algo maravilloso y al final se queda en algo rudimentario y del montón. Y es una pena, ya que después de constante relleno y pesadez, el film nos regala un final maravilloso (y que deja con ganas de más).
En cuanto al reparto, tenemos a un entregado y comedido Mark Ruffalo, que convence como improbable héroe, pero que queda algo flojo en las escenas que comparte con el personaje de su esposa, entiendo que por exigencias del guion. No es de sus mejores interpretaciones, pero cumple con creces, como es habitual en él.
Anne Hathaway también está más que entregada a su personaje secundario, pero me preocupa la reciente carrera de esta actriz, ya que está teniendo un dudoso gusto por los films que escoge, y al final se está viendo relegada a secundarias de lujo que aparecen menos de lo deseado. Su talento da para más, sinceramente.
Y bueno, por ahí se pasean una serie de secundarios de la talla de Tim Robbins o Bill Pullman, que ofrecen prestigio al drama, haciendo que el conjunto interpretativo esté por encima de las circunstancias.
En conclusión, estamos ante un drama del montón que podría haber dado más de sí, con una historia interesante y que merecía ser contada, pero que quizás ha acabado en las manos equivocadas (y sí, me refiero al director, y quizás los guionistas), ya que creo que había potencial para destacar todavía más y al final se ha quedado en un film con demasiadas aspiraciones (estoy seguro que sus responsables esperaban nominaciones a los Oscar), que se queda en tierra de nadie y que será olvidada con el paso del tiempo, ya que, no nos engañemos, tampoco ofrece nada que no hayamos visto anteriormente en cualquier telefilm de sobremesa o producto de los 90 (donde campaban a sus anchas productos judiciales de la misma índole). Y es que a veces es mejor contar las cosas con esmero y garra, importando el cómo, para que no sucedan este tipo de cosas. Tan interesante como olvidable. Una pena.
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