Frozen 2 – Crítica (Sin Spoilers) – Una secuela fallida, innecesaria y muy inferior a la original

Recientemente volví a ver (para tener fresca la trama y sus personajes de cara a su secuela) Frozen, el clásico de 2013 que arrasó en taquilla siendo hasta el momento la película de animación (no, el olvidable remake de El Rey León no cuenta…) más taquillera de la historia.

Y con ese nuevo visionado confirmé, una vez más, que la primera de Frozen es tan correcta y entretenida como totalmente sobrevalorada, ya que sus grandes virtudes están en las maravillosas canciones (todas ellas), las cuales eclipsaron el resto de elementos e hicieron parecer al producto mejor de lo que realmente era.

Sí, es un clásico Disney la mar de simpático (y respeto y entiendo a quien la aplauda a rabiar), pero es mucho más simplón de lo que aparenta y la animación no era la gran cosa (al contrario de lo que se dijo). Pero ahí la tienes, éxito rotundo. Seis años después (demasiado tiempo) nos llega una secuela que, a mi juicio, se ha estrenado sin hacer apenas ruido (el marketing ha sido bastante flojo y poco llamativo) y con unas críticas sorprendentemente decepcionantes.

Y es que no han sido muy positivas que digamos, coincidiendo todos los críticos por (casi) unanimidad en que estamos ante una secuela muy inferior a la original y que se equivoca en su concepto. Y no puedo estar más de acuerdo (sin que sirva de precedente, ya que suelo discrepar con los críticos profesionales), porque estamos ante una segunda entrega que no sólo es inferior a la original, sino que encima es totalmente fallida e innecesaria.

La animación, en esta ocasión (y al contrario que en la anterior entrega) sí es prácticamente sobresaliente, pero no hay ni un solo momento que impacte, ni el clímax (totalmente anticlimático, como ya lo era en la primera) ni ninguna otra set piece. Todo deja frío y el conjunto, aunque lo intenta, no tiene emoción ni garra alguna.

Y encima casi todas las escenas de la cinta son de noche o en lugares oscuros y sombríos, haciendo que todo luzca peor, ya que han hecho un pobre trabajo de iluminación y apenas se ve nada en bastantes momentos. Una película que debería haber sido colorida es más bien tonos grises y apagados. Pues vaya.

En el fracaso de esta secuela tiene mucho que ver que en esta ocasión las canciones no estén nada acertadas, estando a años luz de las de la primera parte (que repito, son una maravilla), porque ningún número musical da en la diana. Es más, algunos parecen intentos (o copias) desesperados de parecerse a las canciones de la original. No veo ni esfuerzo ni profesionalidad de Disney en este aspecto, siendo de lo más decepcionante del film. Lo que era la clave de la primera parte aquí es un elemento más que, simplemente, no funciona y está metido con calzador (se sigue el mismo orden de personajes cantando que en la primera…).

Por otro lado tenemos el guion, que es más que predecible y se queda en tierra de nadie, apostando por un (erróneo) tono oscuro y denso, que aburrirá a los más pequeños y dejará helados a los más adultos. Me parece raro que el film no haya gustado más a los críticos, ya que les suele gustar este tipo de tramas, serias, sin alma y complejas, pero ni a ellos les ha convencido, y estoy seguro que muchos padres se arrepentirán de haber llevado a sus hijos.

Y es que poco tienen que ver la primera entrega y la que nos ocupa, ya que la anterior era jovial, amena y pura magia (a pesar de mis contras), pero esta segunda parte no tiene nada de eso, generando frialdad y distancia en el espectador, que espera que el tono se respete, y no es el caso. Esta secuela podría haberse llamado La niebla del bosque, con otros personajes, y nadie se habría dado cuenta. Un paso muy arriesgado por parte de Disney en un producto destinado a generar millones. Verás la sorpresa en la taquilla.

En cuanto a los personajes, se le da un (descarado) protagonismo a Elsa, conscientes de que (por una canción) fue la estrella de la primera película, y todo en detrimento de Anna (mucho más interesante), que queda en un segundo plano. Y bueno, mejor no hablemos de Kristoff, que si no llega a protagonizar su propia (mini)trama y número musical, apenas se le ve.

Olaf tiene buenos momentos (como uno muy hilarante, y que es el mejor de la cinta, de lejos), pero nada tan logrado como en la anterior, estando menos acertado en sus comentarios. Los nuevos personajes tampoco aportan mucho, y si lo hacen están más que desaprovechados. Y es que Elsa los eclipsa a todos, y no sé si eso es bueno, ya que se pierde la frescura y diversión de la primera (protagonizada por Anna), apostando por la seriedad y el drama (Elsa). Ahí tenéis los resultados.

Y no, no voy a destripar el final de esta decepcionante secuela, pero estoy harto de que Disney nos ofrezca supuestos finales felices, cuando para un servidor son más que agridulces y hace que uno se pregunte: ¿Para qué?

En conclusión, no estamos ante un desastre como Los Increíbles 2, pero sí ante un secuela muy fallida, al nivel de Buscando a Dory, Toy Story 4 o Rompe Ralph 2, que no aporta absolutamente nada al mundo Frozen y se equivoca en su cambio de tono (y que estoy seguro que le hará perder taquilla).

No esperaba nada de esta secuela, pero aún así ha supuesto una nueva decepción (y este año van…), que se podrían haber ahorrado y que no funciona como segunda parte. Seis años para esto. Pues vale. Estoy seguro que los fans y niños que disfrutaron con el clásico de 2013 saldrán disgustados, aunque quizás alguien que busca un tono más adulto y dramático le encuentre su punto, pero a mí me ha dejado igual que estaba, y creo que no hay nada peor que eso.

Sinceramente, me está preocupando (mucho) Disney últimamente, ya que ofrece secuelas sin alma y con cambios de difícil digestión, traicionando a los productos originales, y confirmando que a veces es mejor dejar las cosas como están. Y esta innecesaria secuela es otro ejemplo perfecto.