Hay ocasiones que apetece ver producciones livianas y sin muchas complicaciones, como documentales y programas de cocina, y Netflix ofrece una gran variedad de productos que cumplen estos requisitos.
Pues bien, revisando el catálogo de la plataforma, me encontré con esta, a priori, interesante serie documental donde se nos presentaban casas con curiosos y extraños diseños. Como punto de partida no está mal, y lo único que se espera de un producto de estas características es pasar el rato sin muchas complicaciones.
Lo cumple, en parte, pero tiene demasiados factores en contra que no justifican su visionado. Uno de ellos es los dos presentadores. Ella, totalmente exagerada y sobre actuada a cada momento, agotando la paciencia del espectador en apenas segundos. Él, demasiado estirado y repelente. Ambos forman una extraña pareja que casi hunde por completo el formato.
Reconozco que sólo he visto dos episodios (Japón y España) y ha sido más que suficiente para confirmar que estamos ante una propuesta fallida y totalmente prescindible. Y es que la dinámica es la siguiente: se va al país en cuestión, se nos presentan casas curiosas pero más feas que una nevera por detrás (y que han costado millones) y se soporta a sus dos presentadores. Poco más luce bajo el sol.
Quizás los arquitectos le encuentren su gracia al programa, pero el resto de espectadores lo dudo. Es cierto que no aburre y se deja ver, pero la oferta es muy variada, y hay tantas series y documentales (de mayor calidad) por ver, que la única lógica es no perder mucho más tiempo del deseado en una serie que podría haber dado más de sí.
Si tienes la tarde aburrida y no sabes que hacer, quizás cumpla tus expectativas, pero si no es el caso no te recomiendo que pierdas el tiempo.
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