No tenía muchas esperanzas depositadas en la cuarta edición de «MasterChef Celebrity» ya que el casting me parecía bastante flojo, a pesar de algunos aciertos. Lamentablemente, mis pesimistas sensaciones se han confirmado después del visionado del primer programa, y dudo mucho que la cosa mejore (y más cuando se han cargado a una de las villanas de buenas a primeras).
No hay ninguna novedad en el horizonte, por lo que iré al meollo de la cuestión. Todo comenzó con un patoso y vergonzoso teatro, donde (casi, porque, curiosamente, el único que es actor de verdad estuvo comedido) todos los concursantes y el jurado sobreactuaron hasta el extremo. Bueno, Samantha nació sobreactuada (y sin gracia), pero esa es otra historia.
Después de ese espantoso e innecesario episodio, comenzó la primera prueba, bastante sosa y como si no fuese un primer programa, sino uno más del montón. De capitanes quedaron Ana Obregón (temblad) y Avellanada (que es bastante majo).
El reparto de equipos fue bastante interesante e inesperado, ya que el diseñador de moda apostó por los Chunguitos. Eso es lo mismo que tirarte en un estanque con cocodrilos en ayunas.
De todas formas el experimento no salió tan mal (aunque los hermanos no hicieron ni el huevo, nunca mejor dicho), ya que Ana Obregón torpedeó a su equipo y no hizo absolutamente nada, provocando la ira de una insoportable y sobreactuadísima Vicky Martín Berrocal, que, sinceramente, no entiendo porque la siguen llamando para aparecer en televisión.
Y es que la buena de Ana sabía a lo que iba, esto es participar en el primer programa e irse por donde ha venido, ya que sólo quería chupar cámara en un programa y a casita. Se ha notado demasiado, y me creo que el jurado estuviese al tanto.
Lo que es seguro es que se han quitado una más que posible villana, ya que sus comentarios fueron demenciales y muy altivas, al nivel Dell’Atte (¿en qué pensabas, Lequio?). Casi mejor que se haya ido ya, porque era otra Carmen Lomana (es decir, un ser inexplicable con muy pocas luces) y nos iba a poner muy nerviosos.
La prueba final fue bastante complicada, y como ya he comentado, la expulsada fue la señora Obregón. Del resto de concursantes, destacar el potencial de gente como Avellaneda (en tío tan humilde en el mundo de la moda es como un perro verde) o Félix Gómez.
Para mi sorpresa, Yolanda Ramos no fue lo insoportable que esperaba (porque lo es), siendo eclipsada por otras. Lo mismo se puede decir de la Falcó, que será muy pija y rica, pero de momento no le veo maldad alguna, y eso ya vale millones.
En cuanto a los Chunguitos, qué decir. Parece que todo el mundo ha olvidado demasiado pronto sus terribles comentarios homófobos y racistas en un reality de otra cadena. Así nos las gastamos. A mi no me hacen ninguna gracia, y volver a traer a gente con un nivel culinario inexistente es un bofetón a la profesionalidad y a los que aman la cocina. Curiosamente Jordi es uno de ellos, pero ni pió.
Por último, espero que El Sevilla despierte antes de que sea tarde, ya que pasó bastante desapercibido.
En conclusión, me alegro de la expulsión de la Obregón, ya que creo que ya ha pasado su momento de gloria, y quería demasiado protagonismo. El programa ha sido bastante soso, sin alcanzar el carisma y diversión de las dos primeras ediciones, ni mala baba de la tercera (que es lo que se pretendía, ya que esto ya no es cocina, es show). Esperó que la segunda expulsada sea la Berrocal, porque no hay quien la trague.
¿Favorito? De momento no me caso con nadie, aunque Avellaneda y Gómez tienen potencial para llegar lejos, así como otros candidatos. Veremos. Lo que es seguro, es que esta edición tiene pinta de ser la más flojo de los Celebrity. Espero equivocarme.
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