Tenía ganas de ver esta película de terror, que ha pasado sin pena ni gloria por las taquillas de todo el mundo, y a la que las críticas no han dejado muy bien, precisamente. Y si tenía ganas, era, ni más ni menos, por su atractiva propuesta, ya que los protagonistas son asediados por un asesino implacable en un parque del terror.
Y es que sí, me encantan los parques de atracciones, y los sitios del terror donde te asustan, y creo que eso podía dar muchas posibilidades a esta película, y así ha sido, ya que la ambientación, decorados y demás elementos relacionados, son estupendos, y bueno, es lo mejor (y casi único rescatable) de esta nueva propuesta del slasher más trillado.
Por un lado tenemos la dirección, que no es nada del otro mundo, pero tampoco resulta mediocre, sobre todo si nos fijamos en lo bien ambientada que está, ya que apetece meterse en ese parque y pasar un “mal” rato… sin asesinos de por medio, por supuesto.
La verdad es que han tenido mucha inventiva los responsables de la cinta, y desconozco si algo así existe, pero debería estar, porque sería perfecto para los que amamos los sustos y la diversión.
Por otro lado, tenemos el guion, muy flojo y predecible, aunque con un par de apuntes algo interesantes. No obstante, el misterio y suspense alrededor de la identidad del asesino brilla por su ausencia, aunque el final de la película tenga un buen giro.
Respecto a los personajes… en fin, es un “slasher” que intenta emular al cine de los 80, por lo que estás deseando que caigan cuanto antes, desde su insípida protagonista, hasta los graciosos de turno. Un clásico en un género que (casi) nunca trabaja bien ese aspecto.
Por lo tanto, estamos ante una propuesta entretenida y con buenas intenciones, pero en el fondo fallida, y que, a pesar de intentar ofrecer algo novedoso o rendir homenaje a los “slashers” de antaño, la cosa se queda en bastante olvidable y poco recomendable, a no ser que seáis poco exigentes con este tipo de productos. De usar y tirar.
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